
Hace un mes y medio Argentina se declaraba incapaz de mantener el nivel artificialmente alto de su divisa y se veía obligada a devaluar su cambio frente al dólar casi un 15 por ciento. Algo que inició una crisis de divisas, que golpeó a las emergentes. El hundimiento del peso activó la alarma internacional y los señores del dinero pasaron a la acción: tres sesiones después los bancos centrales de Turquía, India y Sudáfrica subieron sus tipos de interés.
Esta reacción en cadena permitió a las autoridades monetarias acabar con la crisis de los emergentes en una semana y hoy ya comienzan a conseguir beneficios. De los principales países envueltos en la vorágine bajista, la mayoría ha salido con su moneda fortalecida frente al dólar. La lira turca gana casi un 4 por ciento desde la devaluación del peso argentino; el real brasileño avanza casi un 3 por ciento; el rand sudafricano, más del 2 por ciento; y la rupia india, más del 1 por ciento. Son países deficitarios en su cuenta corriente, por lo que una caída en sus divisas complica su balanza y empuja al alza sus precios. Un desequilibrio que no han estado dispuestos a tolerar ahora que su crecimiento económico comienza a ponerse en entredicho.
El único país que no ha visto recuperarse a su divisa ha sido Argentina, que se mantiene en el entorno de los 7,87 pesos por dólar. Los expertos vaticinan mayores problemas para el país a medida que prosiga el consumo de sus reservas de divisas internacionales para mantener apreciado artificialmente el tipo de cambio oficial. Días después de la devaluación, Moody's advirtió que la moneda se devaluará un 50 por ciento este año y que la inflación alcanzará el 30 por ciento.
China, principio y fin
Argentina no fue el origen de esta crisis de divisas emergentes, sino China. Un mal dato de su PMI manufacturero y el avance de las tensiones en el mercado interbancario del país fueron el punto de partida de todas las dudas. Mes y medio después, las autoridades del gigante asiático han controlado las incertidumbres nuevamente y la volatilidad en el mercado de divisas vuelve a niveles normales. Una de las pocas monedas emergentes que pierde posiciones frente al billete verde es el yuan, que hasta el martes acumuló diez sesiones consecutivas de caídas. Una racha así no se veía desde la intervención de la divisa en 1994 y muestra la intención de las autoridades del país por introducir volatilidad a su moneda. El país mantiene una flotación sucia de la divisa. Lo que significa que permite una banda de fluctuación del 1 por ciento al alza y a la baja a partir del nivel oficial que marca cada día el Banco Popular Chino (POBC).
"Esta situación refleja la intención del POBC de introducir volatilidad en su tipo de cambio en ambos sentidos, con el objetivo de ampliar su banda de fluctuación", explican desde Citi. "China quiere mostrar al mundo que su divisa no es una inversión en una sola dirección (alcista) sino que también puede caer", advierte Andrés Sánchez Balcázar, codirector del equipo de deuda global de Pictet.
"Las entradas de capital especulativo, también llamado dinero caliente, han aumentado considerablemente desde finales de verano de 2013, cuando los rendimientos de los bonos y del mercado monetario crecieron significativamente", explica Asoka Wöhrmann, analista de Deutsche Asset & Wealth Management, "el contraataque parece que está dando sus frutos: el capital especulativo está abandonando el país".