El Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal volvió a dejar boquiabierto al mercado. Cuando propios y extraños descontaban ya un recorte de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares en el programa mensual de compra de bonos y activos respaldados por hipotecas, Ben Bernanke y el resto de discípulos con poder de voto en el seno del banco central de EEUU optaron por no levantar el pie del acelerador.
¿La reacción? Una euforia desenfrenada que además de llevar a máximos a Wall Street, desplomó al dólar a niveles no vistos desde febrero en su cruce contra el euro. Un euro compró 1,35 dólares.
"El Comité sigue preocupado porque, sin la política acomodaticia apropiada, el crecimiento económico puede no ser lo suficientemente fuerte para generar una mejora sostenida de las condiciones del mercado de trabajo", decía el comunicado emitido al término de la reunión. "Por otra parte, las tensiones en los mercados financieros globales siguen planteando riesgos a la baja para las perspectivas económicas", justificaron los funcionarios como otra causa para no reducir su conocido como programa de flexibilización cuantitativa o QE.
De todas formas, el máximo responsable de la Fed reconoció en su comparecencia ante los medios que "los riesgos a la baja para el crecimiento han disminuido en el último año". "Sin embargo, el endurecimiento de las condiciones financieras en los últimos meses, si se mantienen, podría ralentizar el ritmo de mejora en la economía y el mercado laboral".
Así, y como viene siendo costumbre, el club encargado de orquestar la política monetaria a este lado del Atlántico matizó que prefiere "esperar" a ver señales fehacientes de progreso antes de ajustar el ritmo de sus compras. Al mismo tiempo, Bernanke y sus chicos matizaron que la compra de bonos del Tesoro "no tiene un curso preestablecido".
"Podríamos comenzar a finales de este año, pero todo depende de las variables económicas, no tenemos un calendario establecido", reconoció Bernanke en la rueda de prensa donde dejó claro que la Fed "no busca un número mágico" para la tasa de paro, sino un contexto económico apropiado.
"Las condiciones en el mercado laboral a día de hoy todavía están muy lejos de lo que a todos nosotros nos gustaría ver", reconoció el capitán del banco central de EEUU, quien declinó hacer ningún tipo de declaraciones sobre su futuro al frente de la Fed. "No obstante, se ha logrado un progreso significativo durante el año transcurrido desde que se anunció el programa de compra de activos", añadió.
Precisamente, el FOMC acompañó el comunicado de una nueva oleada de previsiones económicas que, por supuesto, mostraron cierta pérdida de optimismo. De hecho, el PIB de la mayor economía del mundo crecerá entre el 2 y el 2,3% este año, por debajo del rango del 2,3 y el 2,6% previsto en junio. La tasa de paro se moverá entre el 7,1 y el 7,3% a finales de 2013. En 2014, la economía debería expandirse entre un 2,9 y un 3,1%, lo que supone una ligera rebaja desde el 3 y el 3,5% anterior previsto.
Por otro lado, y como era de esperar, la Fed dejó sin cambios los tipos de interés, que se mantendrán cerca de cero "al menos mientras" la tasa de paro sobrepase el 6,5% y la inflación no exceda el 2%. La mayoría de los funcionarios de la Fed espera que el primer aumento de los tipos de interés llegue a mediados de año 2015.
"Alcanzar el 6,5 por no supondrá una subida inmediata", matizó Bernanke, quien insistió que esta cifra será un referencial al que habría que añadir "la inflación y los niveles de creación de empleo". De acuerdo con las estimaciones, los tipos de interés de los fondos federales podrían alcanzar el 2% a finales de 2016. Dicha tasa dista del 4% que debería reinar en EEUU en un momento de pleno empleo y precios estables.
Al mismo tiempo, la Fed determinó de nuevo, como ha ocurrido en los últimos meses, la inflación sigue operando por debajo del objetivo del 2% establecido. El indicador preferido del banco central subió al 1,4% anual hasta julio y no ha vulnerado el 2% desde marzo de 2012.
Una vez más, de los doce discípulos con poder de voto en el FOMC, la presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, un halcón por excelencia, votó en contra de las decisiones tomadas por sexta reunión consecutiva, al afirmar que la repetición de la política de que los riesgos de creación de desequilibrios financieros.
La rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años de EEUU cayó con fuerza por debajo del 2,7% tras conocerse la decisión. Para Bill Gross, el co-fundador de Pimco y gestor de fondo de bonos privado más grande del mundo, Bernanke pasó el testigo a Janet Yellen, actual vicepresidenta de la Fed y favorita para capitanear el banco central. "Yellen es pesimista y una paloma con P mayúscula que optará por una retirada mucho más lenta y que mantendrá los tipos por mucho, mucho tiempo", dijo el gurú de la renta fija. Por su parte, Paul Edelstein, director de economía financiera en IHS Global Insight puso de manifiesto que pese al éxito obtenido por la tercera ronda de estímulos, el FOMC "mostró cierta preocupación ante la reciente subida de los tipos de interés hipotecario y sobre cómo la política fiscal podría frenar la economía".
