Las diferencias entre EEUU y Rusia les han llevado a estar en bandos opuestos durante la historia. La guerra fría fue el último conflicto importante en el que se vieron involucrados. Pero la revolución energética que ha puesto en marcha EEUU con su apuesta por el shale gas puede resucitar viejos odios.
La inversión que EEUU está haciendo en shale gas (se extrae con grúas hidráulicas, ya que se encuentra enquistado en las rocas) supone el 32 por ciento de toda la producción de gas en EEUU y se espera que sea del 40 por ciento en los próximos 10 años, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Esta eficiencia energética puede suponer que en unos años, pase de ser importador a exportador de energía. De hecho, un informe de PriceWaterHouseCoopers cifra en 14 millones los barriles diarios que puede producir de petróleo obtenido de estas rocas en 2035, el 12 por ciento del total mundial. Esto podría traducirse, según el informe Energy Outlook 2030 hecho por BP en que "EEUU podría superar a Rusia y Arabia Saudí en la producción debido al rápido aumento de la extracción de petróleo de esquisto".
Esto supondría un fuerte varapalo para la economía rusa, que es tras Arabia Saudí el país que más petróleo produce, del que exporta cerca de la mitad. Por no mencionar que el petróleo supone, según los datos del Banco Mundial, el 25 por ciento del PIB ruso. Una caída de las exportaciones supondría un retroceso de economía, sobre todo si va acompañada de un precio del petróleo a la baja.
Esta hipótesis la barajan ya los grandes bancos de inversión. Citigroup ha reducido sus previsiones para el barril de Brent un 17,5 por ciento hasta los 99,5 dólares para este año y en 28 dólares, hasta 85 dólares, la perspectiva sobre el West Texas. La razón que avala este tijeretazo es el incremento de la producción de shale gas que, a su juicio, puede reducir las importaciones de crudo de EEUU, hasta ahora el quinto país del mundo que más importa petróleo de Rusia.
En esta línea se sitúa la consultora PriceWaterhouseCoopers, al pronosticar que en el año 2035 los precios del petróleo serán entre un 25 y un 40 por ciento más bajos que ahora. No hay que ir tan lejos para esperar una caída del precio del crudo. De hecho, en lo que va de año, el barril de Brent cae un 11,03 por ciento y el West Texas, un 4,6 por ciento y las previsiones de demanda no dejan de reducirse por la ralentización económica. La última, la de la AIE, que espera una demanda de 795.000 barriles diarios, 20.000 menos que su pronóstico anterior.
La economía rusa ya flaquea
Las consecuencias ya se han empezado a notar en las exportaciones de gas en Rusia. De hecho, el Gobierno ruso ha bajado sus previsiones de PIB para 2013 hasta niveles del 3/3,2 por ciento frente al 3,6 por ciento anterior debido, según anunció Andrèi Beloúsov, ministro de economía ruso, a la caída de las exportaciones de gas -cayeron un 20,9 por ciento en el primer trimestre-. Una ralentización que el primer ministro ruso Dmitri Medvédev ha calificado de "riesgo muy serio".
Respecto al gas, EEUU no es el principal mercado de Rusia. El honor es para Alemania, con el 27 por ciento del total. La buena noticia para Rusia es que Alemania aún no parece dispuesta a fomentar la extracción del shale gas pero tampoco lo descarta del todo. De hecho, en diciembre el Parlamento federal alemán denegó tres solicitudes de los partidos de la oposición que pretendían prohibir la fractura hidráulica o imponer una moratoria.