¿Han dado una tregua los mercados o realmente comienzan a descontar que lo peor ha pasado en Europa? Ni el rescate de Chipre, ni la ingobernabilidad de Italia, ni siquiera la delicada situación de Eslovenia, a quienes muchos ponen al borde del precipicio, han conseguido resquebrajar el optimismo.
La rentabilidad de los distintos tramos de la curva española se ha estrechado en las últimas semanas y los bonos a 10 y a 2 años están en mínimos desde noviembre de 2010, en los meses posteriores al primer rescate a Grecia. Sin embargo, los riesgos que se ciernen sobre Europa y España son elevados y lo que ahora es calma, puede convertirse en tormenta con mucha facilidad.
Hace poco menos de un año (en junio), la rentabilidad del bono español a 10 años se encaminaba hacia el 7,6%. Pero ahora está ya más cerca del 4,8%. "Los mercados están descartando una intervención total de la eurozona", indica Javier Flores, analista de Asinver, lo que refleja que ven más lejos una fractura del euro. Por otra parte, "los inversores descuentan una mayor integración entre los países que conforman la moneda común", explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, lo que ayudaría a apuntalar el proyecto del euro hacia la unión bancaria, con un supervisor único y la unificación de políticas fiscales a medio y largo plazo.
Sin embargo, una mayor bondad de los mercados, o lo que es lo mismo, una menor presión sobre las rentabilidades de la deuda "podría hacer que esta integración se modere". Por su parte, "los avances en materia de consolidación fiscal por parte de los diferentes países han contribuido a relajar las presiones poco a poco", explica Victoria Torre, responsable de análisis de Self Bank. "Parece que el mercado ha comprendido que ahora contamos con más alternativas de defensa que antes", explica Daniel Pingarrón, analista de IG Markets.
La apreciación de los activos de renta variable y fija se enmarca en un proceso inflacionista que tiene lugar en todo el mundo por las medidas de expansión monetaria aplicadas por los bancos centrales. La última ronda de impresión de billetes ha corrido a cargo del Banco de Japón (BoJ), que pretende doblar la base monetaria del país, lo que ha provocado una ola de inversiones en el resto del mundo.
¿Periodo de entreguerras?
A pesar de esta tregua, los analistas son claros: la eurozona aún no ha conseguido despejar su camino de incertidumbres. Los pobres datos económicos de los últimos meses, la debilidad de la actividad y los riesgos que suscitan nuevas caídas, como la que podría tener lugar en Eslovenia, pueden activar la alerta roja en cualquier momento. Los mercados son soberanos, dice el popular dicho entre los inversores. Sin embargo, la calma actual pende de un hilo. "Con unos volúmenes de compras en renta fija tan estrechos, la volatilidad puede volver con fuerza en cualquier momento", alerta José Carlos Díez, analista jefe de Intermoney. Desde el FMI ya han advertido del precioso tiempo generado por las políticas monetarias expansivas de los distintos bancos centrales y que podrían estar perdiendo algunos Gobiernos. "Los países periféricos deberían aprovechar este exceso de confianza para aplicar las políticas necesarias", apunta Campuzano, ya que "los mercados pasan muy rápido del optimismo al miedo". "Creo que los principales riesgos son los relacionados con las sorpresas: hechos imprevisibles que ahora mismo no están descontados", indica Pingarrón.
El descenso de las rentabilidades de la renta variable del Estado no impide un decoupling (desacoplamiento) entre la deuda pública y la privada. Al margen de la ventana de financiación que encontraron las grandes empresas de los países periféricos en el inicio del año, los mercados primarios de emisión están cerrados para las empresas, y más aún el crédito a las pymes. "Creo que es más probable una vuelta hacia el 6% en la rentabilidad del bono español a 10 años que una caída por debajo de la zona del 4%", advierte Díez.