
La posibilidad de que el BCE en cualquier momento abra fuego comprando deuda periférica ha provocado un viraje sobre el interés de la deuda española en el mercado secundario.
El pasado dos de agosto, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, lanzó un importante mensaje a los inversores internacionales al abrir la puerta a la posible compra de bonos de deuda soberana de países periféricos como España o Italia, con ayuda de los fondos y mecanismo de rescate disponibles. Este guiño fue suficiente para que BlackRock, la gestora de fondos más grande del mundo con cerca de 3,6 billones de activos en cartera, justificase su decisión de volver "de puntillas" a comprar deuda española.
Según explicó el jueves de la semana pasada a Bloomberg Rick Rieder, director de inversiones de renta fija de la gestora, los políticos europeos están tomando medidas "para alcanzar un plan coordinado" y consideró como "un importante acontecimiento" el mensaje lanzado por Draghi a comienzos de mes. De ahí que se mostrase "a gusto" al contar en su cartera con bonos soberanos a corto plazo de nuestro país. Previamente, en una entrevista con el Wall Street Journal, Rieder reconoció que comenzó a comprar bonos de deuda española e italiana a 10 años desde finales de junio, justo después de la última cumbre europea.
Eso sí, pese a no ofrecer más detalles al respecto, aseguró que el porcentaje invertido en bonos periféricos europeos es mínimo dentro de la cartera de 650.000 millones de dólares que gestiona el director de inversiones de renta fija de BlackRock. En esta misma línea, Myles Bradshaw, de Pimco, la gestora privada del fondo de bonos más grande del mundo, dejó claro en un informe a sus inversores que si la respuesta política de los mandatarios europeos y el BCE consigue atajar los problemas estructurales que padecen el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), "los bonos de España e Italia podrían volver a ser atractivos".
Al respecto matizó que a día de hoy, la respuesta política más eficaz sería que el BCE compre bonos soberanos y se utilicen los recursos financieros del FEEF y el Mede para sufragar las pérdidas esperadas. Una fórmula que ya se baraja en los mentideros europeos, como desvelaba Der Spiegel la semana pasada al asegurar que Draghi y sus chicos consideraban implementar un límite sobre las rentabilidades de los bonos soberanos para ayudar a controlar los costes de financiación en sus próximas compras de bonos. Aunque desde el BCE se desmintió esta información, la idea pareció convencer a los mercados internacionales.
Además, en el caso de que el gobierno español decida pedir un rescate completo a la troika, algo que anteayer desmintió la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría, dicha operación no pondría en peligro la calificación de deuda soberana española. Tanto Standard & Poor´s como Fitch Ratings garantizaron que la petición de ayuda no pondría en riesgo el rating de España, un hecho que endulza el atractivo de los bonos patrios a ojos de los inversores internacionales. Al fin y al cabo, con el presunto respaldo del BCE y con dos de las mayores agencias de calificación del mundo dando el visto bueno al rescate, el mercado de bonos español podría ser apetitoso. Sin embargo, una vez más, el tiempo podría jugar un papel crucial. Según el estratega de ING, Alessandro Giansanti, "el mercado está nervioso ante la posibilidad de que Grecia no recibirá más ayudas y puede ser obligada a abandonar el euro" algo que podría desencadenar rápidamente un efecto similar al sufrido tras la quiebra de Lehman Brothers.