Bolsa, mercados y cotizaciones

La banca sube un 17% en tres días a la espera de una acción enérgica del BCE

La cuenta atrás ya está en marcha. A decir verdad, lleva activada desde el mediodía del pasado jueves. Ese día, en ese momento, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, realizó la defensa más encendida del euro que se recuerda en los últimos tiempos. 

Ese discurso, ese compromiso público de hacer "lo que sea" para preservar la moneda única, ha generado entre los inversores el convencimiento de que la institución monetaria ultima una actuación enérgica, que anunciará en la reunión que mantendrá este jueves, para poner coto definitivo a la crisis; el anhelado cortafuegos para evitar que el contagio tome por completo España e Italia y torne la situación insostenible para Europa.

Esas palabras y esa creencia se han bastado para llevar en volandas a las bolsas y la deuda periférica, que han disfrutado de unas compras inusitadas en los últimos tiempos.

El Ibex 35 español, que el pasado martes terminó bajo los 6.000 puntos por primera vez desde 2003, ha remontado ya 850 puntos, hasta los 6.801,8 en los que cerró ayer. Una subida del 14,2% que, en realidad, se ha sustentado en las tres últimas jornadas -desde que habló Draghi-, un intervalo en el que se ha disparado un 13,3% -incluido el 2,78% que sumó ayer-.

Muy similar ha sido el comportamiento del Mib italiano, que en las tres últimas sesiones ha sumado un 12%, hasta los 13.978 puntos. Los parqués español e italiano eran los que más habían sufrido en tiempos recientes, de ahí que ahora, cuando la esperanza retorna a los mercados, también sean los más aliviados.

Y lo mismo ocurre con la banca española. Castigados por sus propios males -los de un sector débil que ha tenido que recibir un préstamo europeo para su saneamiento- y por su exposición a la deuda pública española -las entidades ya atesoran prácticamente uno de cada tres euros de la deuda existente-, los bancos cotizados estaban sufriendo. Pero Draghi les ha proporcionado un salvavidas en el momento adecuado. En el conjunto de los tres últimos días, acumulan rebotes de doble dígito: Santander ha sumado un 22,1%; BBVA, un 21,1%; Bankinter, un 20,5%; Popular, un 16,9%; CaixaBank, un 13,4%; Sabadell, un 13,2%; y Bankia, un 10,7%. De media, una subida del 17%.

La deuda también respira

La deuda pública no ha quedado ajena a la renovada confianza transmitida por Draghi. La rentabilidad de los bonos españoles, que la semana pasada repuntó hasta el 7,75%, finalizó ayer en el 6,61%. Y la prima de riesgo, que mide la diferencia entre los bonos españoles y alemanes a 10 años, se estrechó de los 535 a los 524 puntos básicos, muy lejos, igualmente, de los 650 puntos básicos que tocó en el arranque de la sesión del miércoles.

Esta vez, la deuda italiana no corrió la misma suerte. El rendimiento de sus bonos a 10 años repuntó ayer del 5,95 al 6,02 por ciento y su prima de riesgo escaló de los 456 a los 465 puntos básicos.

Pese a estos incrementos, el respiro del que también había disfrutado la deuda italiana en la recta final de la semana pasada le vino de maravilla al Tesoro transalpino, que ayer salió al mercado para financiarse mediante la subasta de bonos y obligaciones. Y la sacó adelante con nota, puesto que captó 5.480 millones de euros pagando un interés inferior al de las últimas ocasiones. Así se plasmó, sobre todo, en el caso de los títulos a diez años, adjudicados a un interés del 5,96%, por debajo del 6,19% al que se subastaron a de finales de junio.

Este resultado constituye un buen presagio para el Tesoro Público español, que este jueves saldrá de nuevo al mercado. Ayer concretó que intentará captar entre 2.000 y 3.000 millones de euros mediante la venta de títulos con vencimiento en 2014, 2016 y 2022.

Preso de sus palabras

Pero, al mismo tiempo, la elevada expectación alimentada por el presidente del BCE y la espectacular euforia que ha generado en el mercado incrementan la presión sobre el banquero italiano. Ahora mismo, Draghi es esclavo de sus palabras.

Como recogía ayer Bankinter en su informe semanal, "el mercado demanda algo más que palabras; cuidado con una posible decepción". Dicho de otro modo: Draghi no tiene opción. O se aplica con contundencia en la reunión de política monetaria del 2 de agosto o el desencanto regresará a los mercados, con el agravante de que vendrá acompañada con una sensación de que en Europa se habla mucho, pero se hace poco.

"Todas las miradas estarán puestas en la reunión del BCE del próximo jueves. Esperamos una reafirmación de las declaraciones realizadas la semana pasada", constatan desde Banif.

¿Quién? ¿Cuándo? ¿Cuánto?

El BCE, por tanto, debe pasar a la acción. Y con contundencia. No bastará con que reduzca los tipos de interés, situados en el 0,75%. Como expresan gráficamente los expertos de Royal Bank of Scotland (RBS), "Alemania no necesita un recorte de los tipos (al menos, no por ahora) y una rebaja de los intereses no salvará a España".

Es decir, la extrema situación actual requiere medidas mucho más intensas -y eficaces-, y eso solo pasa por volver a comprar deuda pública española e italiana en el mercado. "La principal cuestión es quién, dónde y a cuánto ascenderá la reactivación de las adquisiciones de bonos", agregan desde RBS.

Estos detalles no son menores. En primer lugar, porque no hay margen de tiempo, una presión aumentada con las últimas intervenciones verbales de los líderes europeos. Y en segundo lugar, porque el Bundesbank -banco central alemán- sigue oponiéndose a las compras de deuda por parte del BCE, que ayer notificó que acumula ya 20 semanas sin adquirir bonos en el mercado.

Si el presidente del Buba, Jens Weidmann, reitera esa posición, Draghi tendrá difícil reunir el suficiente apoyo en el Consejo de Gobierno del BCE para retomar las compras. En ese caso, deberá explorar otras vías, como agilizar los trámites para que lo haga el actual fondo de rescate, la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), o para conceder ficha bancaria al futuro fondo de rescate, el Mecanismo de Estabilidad (Mede), con el objetivo de que tenga más recursos en el futuro para ayudar a los países en problemas.

Conscientes de la dificultad de consensuar estas medidas en un margen de tiempo tan escaso, Goldman Sachs baraja otra alternativa: "El BCE podría apoyar la financiación del sector privado más directamente, suavizando las exigencias de colateral, incrementando la liquidez a los bancos y comprando decididamente activos privados emitidos por las entidades y las empresas".

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