Fueron 52 segundos. Nada más. Y nada menos, porque los exprimió al máximo. "Mucha gente habla de la fragilidad del euro, de su creciente fragilidad, de la crisis del euro", comenzó. "Muy a menudo, otros Estados o líderes de fuera del euro subestiman la inversión en capital político que hemos hecho en el euro", prosiguió antes de soltar los dos hachazos definitivos. El primero: "El euro es irreversible. Y no es una palabra vacía". Y el segundo: "El Banco Central Europeo (BCE) está preparado para hacer lo que sea necesario para preservarlo. Y créanme, será suficiente".
Estas palabras las dijo quien debía hacerlo para que tuvieran la capacidad suficiente de alterar el orden de las cosas. Las pronunció Mario Draghi, el presidente del BCE, ayer más 'SuperMario' que nunca. Y las lanzó, además, en Londres, cuna de muchas de las críticas antieuro a las que aludió. Con ese mensaje alentó un espectacular e inmediato vuelco en los activos europeos. Se dispararon el euro y la bolsa y se relajaron la deuda pública periférica y sus respectivas primas de riesgo -ver gráfico-. Porque, además, Draghi fue más allá. "Dado que el alto nivel de las primas de riesgo soberanas dificulta el funcionamiento del mecanismo de transmisión de la política monetaria, entra en nuestro mandato", afirmó, para luego concluir que, por tanto, "(las primas de riesgo) entran dentro de nuestras competencias".
Un discurso nuevo, radicalmente distinto al mantenido hasta ahora por la institución monetaria. Diferente, al que, por ejemplo, expuso el propio Draghi el pasado fin de semana, cuando, en una entrevista con el diario francés Le Monde, aseguró que "la función del BCE no es resolver los problemas financieros de los países".
Balón de oxígeno
Un viraje de esta magnitud en el BCE tuvo una contestación a la altura de las circunstancias por parte de los inversores. Un renovado halo de confianza envolvió a la deuda española, sentimiento que propició que el rendimiento de los bonos a 10 años cayera del 7,37 al 6,92%, con lo que volvió a situarse bajo el nivel crítico del 7% tras haber habitado sobre él durante las cinco jornadas anteriores. A su rebufo, la prima de riesgo, que mide la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, se estrechó de los 611 a los 561 puntos básicos. Por tanto, entre la mañana del miércoles y la sesión de ayer, el rendimiento de los bonos españoles ha llegado a descender 83 puntos básicos -anteayer se disparó hasta el 7,75%-, un retroceso que en el caso de la prima alcanza los 89 puntos básicos, desde los 650 a los que llegó a escalar el miércoles.
Las bolsas tampoco se quedaron atrás. El Ibex 35 se anotó una subida del 6,06 por ciento, la décima mayor de la historia y la mayor desde mayo de 2010. Y el euro se apuntó su mayor avance diario desde el 29 de junio, al apreciarse un 1,05% contra el dólar, hasta los 1,228 dólares.
Próxima cita: 2 de agosto
El alborozo de los inversores evidenció la trascendencia de las palabras de Draghi. El mercado esperaba un mensaje contundente en defensa del euro. Un compromiso firme. Y lo encontró en el banquero italiano. Eso sí, precisamente por la experiencia acumulada durante esta crisis, queda lo más difícil. Pasar de los dichos a los hechos. "La confianza de las autoridades se pierde si finalmente no se materializan en algo tangible", constata José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.
No hará falta esperar mucho para comprobarlo, puesto que el BCE celebra su reunión mensual de política monetaria el 2 de agosto. Tras escuchar ayer a su presidente, el mercado espera mucho más que una simple rebaja de los tipos de interés del 0,75 al 0,5%, que era lo previsto antes. Según los expertos, Draghi maneja ahora tres posibilidades: retomar las compras de deuda pública en el mercado, convocar nuevas inyecciones de liquidez bancaria a largo plazo (LTRO) -o, en su defecto, suavizar las condiciones exigidas para financiar a los bancos- y acelerar el proceso para que el Mecanismo de Estabilidad (Mede) tenga ficha bancaria y pueda financiarse en el BCE. "Creemos que lo más probable es que el Mede sea financiado para incrementar su capacidad de préstamo. Si obtiene ficha bancaria, podría quintuplicar su tamaño, hasta los 2,5 billones de euros", explican desde Credit Suisse.