Hasta hace no muchos meses, hablar de bonos gubernamentales, al menos de los emitidos por economías desarrolladas, era sinónimo de calidad y seguridad. Sin embargo, las tensiones políticas y las incertidumbres económicas han creado una brecha entre las deudas de referencia, los títulos a 10 años estadounidense y alemán (el T-Note y el Bund), y la de otras economías, especialmente las de la periferia.
Los recortes y las políticas de austeridad han herido gravemente a países como Grecia, que ya va por su segundo rescate y han dejado muy tocados a otros como España e Italia, donde son recurrentes los rumores de que es posible que también tengan que pedir ayuda a la Unión Europea.
Sin embargo, cada vez cobra más fuerza la hipótesis de que los líderes de la zona euro van a ir abandonando la senda de los recortes y la austeridad para ahondar en políticas que favorezcan el crecimiento. El Bundesbank ya advirtió hace semanas que estaba dispuesto a tolerar niveles mayores de inflación a cambio de apoyar la recuperación económica. Además, el propio hecho de que François Hollande haya ganado las elecciones presidenciales en Francia abre la puerta a que se modere el discurso sobre austeridad.
De momento, ya está prevista la celebración de una cumbre del crecimiento en Roma en junio, en la que Hollande, la canciller alemana Angela Merkel, el primer ministro italiano Mario Monti y el recién invitado presidente español Mariano Rajoy tratarán de acercar posturas de cara al Consejo Europeo de finales de ese mes.
Una nueva política para la zona euro que se centre en el crecimiento puede salvar a los periféricos que aún no han llegado al punto de rescate, léase Italia y España. Y, si es así, el papel emitido por estos países ofrece rendimientos muy elevados, del 6,2% en el caso del segundo, mientras que el T-Notes y el Bund están en máximos históricos de precio y mínimos de rentabilidad (1,74 y 1,45%, respectivamente). Una diferencia que, aunque parece difícil que se elimine, debería aminorarse si se da un contexto más positivo.
Así que igual no está de más saber con qué productos se expone uno a la deuda deuda española (ya sea para intentar jugar la carta de que lo peor ha pasado; ya sea porque prefiera mantenerse al margen). Aunque han crecido las formas de exponerse a la deuda española -desde el 29 de mayo cotiza un nuevo futuro en MEFF sobre el bono a 10 años, aunque con un nominal de 100.000 euros, por lo que no se trata de un activo recomendado para pequeños inversores- para el inversor minorista medio la manera más sencilla son los fondos de inversión.
¿Qué opciones existen?
Dentro de la gama de productos de renta fija, hay un buen puñado que tiene el cien por cien de su patrimonio en bonos españoles. Por ejemplo, los fondtesoros que comercializan gestoras españolas como Bankinter Gestión, CatalunyaCaixa Inversió o BBK gestión, y extranjeras como Amundi y BNP Paribas AM.
De todos ellos, en términos de rentabilidad el más atractivo es el BK FondTesoro Largo Plazo, el único que logra esquivar las pérdidas en 2012, al anotarse un alza del 1,2%. Además, a doce meses avanza un 6,4%, lo que le convierte también en el más alcista de los seleccionados en este período. ¿La pega? Que es uno de los más pequeños, con un patrimonio que ni siquiera llega a 9 millones de euros, por lo que no se le puede considerar un fondo líquido.
De acuerdo con la clasificación de Morningstar, quien se merecería más estrellas es el FondCaixa Fondtesoro. Es el único que se lleva una calificación de tres estrellas.