
La reciente avalancha de buenas cifras económicas, desde el sector manufacturero hasta el consumo, viene acompañada de un inconfundible aroma felino. Y es que, aunque la economía no está al borde del precipicio, como parecía hace semanas, la situación está lejos de haberse arreglado y el rally que ha vivido el mercado podría ser tan solo un rebote técnico tras seis semanas de ventas.
"Es el proverbial 'rebote del gato muerto' -repunte alcista dentro de una tendencia bajista del mercado-", explica el consejero delegado de Economic Cycle Research Institute, Lakshman Achuthan, que considera que "existen falsas esperanzas de que habrá un rebote en la economía o en los sectores industriales en el segundo semestre".
Los indicadores a corto plazo -como los índices de los gestores de compra- y la renta variable han mejorado desde finales de junio, pero no implican que la economía se haya animado. Y los indicadores a largo plazo -como el desempleo estructural- todavía son débiles y retrasarán la recuperación.
"La desaceleración industrial mundial seguirá presente hasta finales de año, no es algo transitorio", asegura Achuthan.
Buenas cifras, pero inexactas
La bolsa está manifestando un comportamiento similar al que tuvo cuando la crisis de 2008 y 2009 comenzó a remitir: cualquier dato que superase mínimamente las expectativas, aunque no representase una tendencia clara de fortaleza, servía para animar las compras.
Eso fue lo que pasó anoche en Wall Street tras el dato de empleo privado de la ADP, que batió las previsiones. Sin embargo, las cifras de la ADP -que por lo general son inferiores en unos 41.000 puestos a los datos mensuales de empleo- han sido inexactas de forma sistemática.
"Las cifras no son fabulosas, pero apoyan la visión de que la economía se está estabilizando", comenta Josh Feinman, economista de Deutsche Bank Advisors, que considera que los últimos datos despejan las dudas sobre una recesión en forma de 'W'. Un temor que se hizo presente a comienzos de año, cuando se ralentizó la economía y existían factores de riesgo como el tsunami de Japón o la subida de los precios de la energía.
Quedan dudas
Ambas cuestiones parecen ahora despejadas. Sin embargo, con la crisis de deuda europea, que de momento solo se ha remediado a corto plazo, y el desempleo en Estados Unidos, que seguirá lastrando el crecimiento, no se puede hablar de recuperación económica robusta.
"Según transcurra el verano vamos a encontrar elementos de preocupación", explica Kevin Caron, estratega de Stifel Nicolaus. "Se hablará del techo de deuda. Y de forma más específica, se va a centrar la atención en el presupuesto de Estados Unidos y en lo que se va a hacer tras aumentar después, como una subida de impuestos o el recorte del gasto".
Todo ello añadirá nuevos miedos sobre la evolución económica y pesará sobre las previsiones para el año que viene.
Otro factor importante es el 'mix del gato muerto': el fin del programa de QE2 de la Reserva Federal, que ha inyectado en la economía más de 600.000 millones de dólares en los últimos nueve meses. Las subidas de la bolsa desde septiembre de 2010 están directamente ligadas a la intervención de la Fed. Su retirada añade presiones políticas y económicas.
"No están al volante", afirma Achutan. Y añade: "Como mucho van de copilotos, aunque es más probable que estén en el asiento de atrás. Y el ciclo económico es lo que realmente tiene fuerza aquí". Para Achutan, en el mejor de los escenarios posibles, la recuperación no llegará hasta finales de año.
En estas circunstancias, los inversores pueden o bien contentarse con un crecimiento débil -que se situará probablemente entre el 2 y el 3%- o rebelarse una vez que se agote el 'rebote del gato muerto'. "No es que haya que esperar una economía boyante?", comenta Feinman. "Eso sería lo mejor. Pero no nos engañemos, tenemos una larga caminata cuesta arriba para reparar los daños que han provocado la crisis financiera y la recesión económica".