Pese a que ayer tuvimos dos acontecimientos importantísimos que digerir, Wall Street acabó el día con ligeras ganancias. Bernanke dio al mercado el QE2 que estaba esperando y el resultado electoral, así como el discurso de Obama, cumplieron las expectativas: el mercado consiguió el gridlock (Gobierno y Congreso de distinto signo) que quería y además se tomó las decisiones de la Reserva federal con tranquilidad.
La buena noticia es que los inversores no parecen estar decepcionados por la política de perfil bajo de la Fed. La mala es que puede que no tengan más gasolina ahora que Bernanke comunicó sus intenciones para los próximos meses. Así que la cuestión es si Wall Street puede mantener el momentum y superar lo que parecen niveles críticos a medio plazo.
En realidad, hemos vuelto a la situación que les describí ayer: la reacción de "vender con la noticia" era demasiado obvia para funcionar con demasiada gente buscando oponerse a la tendencia. Pero las cosas se vuelven más peligrosas ahora que la noticia ha pasado y que los inversores miran al mundo real. Me refiero a la creciente divergencia entre la Corporate America (las empresas) y la economía real: entre unos resultados más que aceptables -miren por ejemplo a Qualcomm- y una economía que sigue sufriendo por un déficit de demanda interna y empleo.
Los seguidores de la opinión contraria nos recuerdan que es precisamente cuando el mercado piensa que ya no hay razones para preocuparse cuando los detonantes de las ventas suelen ser más obvios y los alcistas pueden ser cogidos por sorpresa.
Necesitamos desesperadamente algunas buenas noticias económicas para frenar los intereses bajistas. Mientras tanto, no podemos descartar que vuelvan las tentaciones bajistas, al menos hasta que Wall Street supere resistencias claves. En Bolságora, mantenemos nuestra postura de cautela.