
Los tiempos en los que los bonos gubernamentales de países como EEUU o Alemania registraban día tras día mínimos históricos empiezan a agotarse. Para evitar sustos no está de más empezar a cubrir las carteras ante la posibilidad de que los rendimientos de los bonos cambien las caídas por las subidas.
Tenía que pasar alguna vez. Y empieza a pasar. Los refugios no sirven para siempre. Ni siquiera si ese refugio es el de bonos gubernamentales. La semana pasada la rentabilidad de la deuda de los países a los que más han acudido los inversores en tiempos de incertidumbre, EEUU y Alemania, subió tras seis semanas consecutivas al alza. Y hoy, los alcistas han vuelto a poner sus cartas sobre la mesa. A los índices no les ha importado que Wall Street no haya abierto por ser festivo en EEUU, y se han decantado por mantener las compras que ya iniciaron la semana pasada. Han comprado acciones y han seguido vendido bonos.
De esta manera, parece que el potencial de los bonos empieza a agotarse. No en vano, cotizan en mínimos y los fondos que invierten en ellos obtienen ganancias récord de los últimos diez años. Ante esta situación, desde Bolságora recomiendan cubrir la cartera ante las posibles subidas de rentabilidad (cae el precio ante la caída de la demanda y sube la rentabilidad).
Sobre todo en los bonos europeos. Eso sí, aún no es momento de vender todas las posiciones en bonos ya que, aunque es verdad que el riesgo de deflación pierde fuerza a marchas forzadas, aún no ha desaparecido del todo del mapa inversor.
Pero ¿cómo puede un inversor cubrirse ante la esperada subida de la rentabilidad de este tipo de deuda pública? Hay varias opciones.
Los clásicos futuros
La más común es a través de futuros. En la actualidad, para ponerse corto del futuro del bono a diez años debería de vender Bund -es la referencia de derivados que existe en la actualidad de la renta fija alemana-. El plazo es a diez años. No obstante, el problema es que el inversor particular no puede comprar este tipo de activo, porque los nominales son muy elevados. El valor del contrato son 100.000 euros si está el bono a la par. Como no es lo que ocurre, sino que cotiza por encima de la par, en la actualidad el inversor deberá pagar 130.000 euros. El precio mínimo de cambio es 0,01%, que equivale a un valor de 10 euros.
Esta misma historia se repite si un inversor quiere ponerse bajista en plazos más cortos, ya que para ello existe el bodl y el schartz, que recogen la evolución de la renta fija alemana a cinco y dos años. No obstante, los altos nominales provocan que sea más difícil para un particular
Sin embargo, existen otras alternativas menos sofisticadas y aptas para todo tipo de inversores. La más sencilla es contratar ETF sobre índices bajistas de deuda pública. Según los datos de Morningstar, muchos de ellos han logrado cerrar la semana pasada con rentabilidades positivas, lo que significa que han cumplido con su razón de ser: ganar cuando las rentabilidades de los bonos bajan. Dentro del mercado nortemericano, productos como Horizons BetaPro U.S. 30-Year Bond Bear, ProShares Short 20+ Year Treasury o ProShares UltraShort 20+ Year Treasury, este ultimo apalancado, cerraron la semana pasada con rentabilidades de hasta el 5%. En el año, sin embargo, pierden cerca de un 20%, que es lo mismo que ganan los fondos de deuda pública estadounidense.
Dentro del mercado europeo, uno de los fondos que mejor comportamiento ha tenido es Amundi ETF Short Gov Bd EuroMTS Br 10-15, que gana tanto como suba la rentabilidad de los bonos gubernamentales.
Para más agresivos: CFDs
La otra alternativa para invertir a la baja contra la deuda pública son los contratos por diferencias. Estos productos replican el comportamiento de un activo y son apalancados; es decir, los inversores no desembolsan el total de la inversión, sino una parte.
Como los contratos por diferencias que se comercializan en España replican la evolución del precio del bono, para aprovechar los movimientos actuales de los bonos refugio, en los que están subiendo las rentabilidades, lo que deben hacer los inversores es vender el contrato. Se puede operar sobre el bono americano y alemán a largo plazo, como el 10 años, y también sobre contratos a plazos más cortos, como los de 5 años, por ejemplo.
No obstante, cualquier operación sobre este tipo de activos debe realizarse con un 'stop loss'. Los CFD, igual que los futuros, pueden acarrear pérdidas superiores a las garantías depositadas, por lo que el control del riesgo es incluso más necesario que cuando se opera en acciones, dado que en una jornada de fuerte volatilidad, si el mercado evoluciona en contra de nuestra posición, las pérdidas pueden ser mucho más amplias.