
Los inversores particulares han empezado mostrarse propensos a tener su oro a buen recaudo en lugar de mantener acciones de compañías. Por ello ya se trabaja contrarreloj para ofrecer servicios de compra y almacenamiento.
El oro, imparable, logró su máximo histórico al superar los 1.260 dólares la onza. En concreto, el metal precioso alcanzó, el pasado 18 de junio, los 1.260,78 dólares la onza y Bruce Ikemizu, analista de Standard Bank, cree que el oro podría superar los 1.300 dólares este año.
El aumento del precio, se debe al disparo de la demanda, y es que "la gente se ve atraída por los activos físicos ajenos al sector bancario que no representan un riesgo crediticio", según señala Jonathan Spall, gerente de metales preciosos de Barclays.
Por lo general, las firmas están dejando que sus clientes compren oro a través de ellas y lo almacenan en distintos países, aunque también entregan físicamente el metal, según un artículo de The Wall Street Journal.
Desconfianza en el sistema financiero
Los operadores de los mercados de futuros se han apuntado a las entregas del metal. En lo que llevamos de 2010, los inversionistas han recibido un 39% más de oro que hace un año en el Comex de CME Group, el mayor mercado mundial.
Quienes no negocian en estos mercados, mantienen sus monedas o lingotes de oro en cajas de seguridad por temor a almacenarlos en grandes bancos derivado de la crisis financiera.
Proceso de expansión
El Consejo Mundial del Oro ha invertido más de 9 millones de dólares en BullionVault (una firma que almacena unos 800 millones de oro de sus clientes) y administra el mayor fondo bursátil de oro del mundo, SPDR Gold Shares, que está respaldado por lingotes pero que no permite a los inversionistas tomar posesión física de su participación.
Por su parte, el fondo Sprott Physical Gold Trust añadió alrededor de 250.000 onzas a sus posesiones en la casa de la moneda de Canadá y da carta blanca para canjear las acciones por lingotes.
La firma argentina de custodia de oro Ocasa planea abrir próximamente en Nueva York una bóveda de seguridad de 15.300 metros cuadrados. Asimismo, los grandes bancos como JP Morgan y Barclays también amplían sus instalaciones de almacenamiento.