
El simposio de este año ha estado marcado por la polémica alrededor de la figura de Jerome Powell tras los ataques de Donald Trump. El presidente estadounidense considera que los tipos de interés se encuentran en una cota elevada, actualmente en el rango 4,25%-4,50%, y que deberían situarse en el 1% para minorar el coste de la deuda. Sin embargo, los banqueros que configuran el FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto, por sus siglas en inglés) difieren de esta idea. De ahí que cobrase importancia la ponencia de Powell en Jackson Hole.
El presidente de la Reserva Federal (Fed) viró ligeramente el mensaje que venÍa transmitiendo en las Últimas semanas. De mantener una estrategia basada en la dependencia de los datos venideros (data dependent) a señalar que "estamos 100 puntos básicos más cerca del tipo de interés neutral que hace un año, y la estabilidad de la tasa de desempleo y otras métricas del mercado laboral nos permite proceder cuidadosamente a considerar cambios en la polÍtica monetaria". Una puerta abierta para que vuelvan las bajadas de tipos de interés después de ocho meses sin cambios en la polÍtica monetaria.
El escenario previsto por los inversores de que se reduzca el coste del dinero es más favorable para los pequeños negocios que el actual. Esto se debe a que este tipo de empresas tiene ante sÍ unos vencimientos de deuda por valor de unos 820 millones de dólares, de los cuales el 75% vence en los próximos cuatros años. En otras palabras, las compañÍas van a tener que refinanciar más de 600 millones antes de 2029. En contraste, las grandes corporaciones que integran el Índice S&P 500 tienen unos compromisos mejor distribuidos a lo largo del tiempo y tienen que refinanciar la mitad de su deuda en los próximos cuatro ejercicios.
No solo es relevante el volumen de deuda, sino también su composición. En la actualidad, las compañÍas que integran el Índice Russell 2000 mantienen aproximadamente un 55% de su deuda a tipo fijo, mientras que en el caso de las grandes empresas del S&P 500 este porcentaje asciende hasta el 90%. Esta diferencia implica que las empresas de menor capitalización son mucho más sensibles a la evolución de los tipos de interés a corto plazo, ya que deben afrontar refinanciaciones a un coste más elevado. El riesgo es especialmente significativo en el 45% de su deuda denominada a tipo variable, directamente vinculada a los movimientos de los tipos de referencia.
Históricamente, el precio de las acciones ha estado estrechamente ligado a los beneficios que han sido capaces de generar las cotizadas. No es una relación perfecta, pero sÍ que sirve de guÍa para prever el rendimiento que podemos esperar de nuestras inversiones a medio y largo plazo.
En este sentido, las empresas de menor capitalización todavÍa tienen mucho trabajo por delante. El porcentaje de entidades que no han sido capaces de generar beneficios en los Últimos doce meses ha sido superior al 40%, mientras que en las grandes compañÍas es de apenas el 6%. Si bien es cierto que esta métrica ha mejorado en los Últimos años, todavÍa tienen trabajo por delante para alcanzar niveles de rentabilidad más sostenibles en el tiempo.
Sentimiento negativo
El mayor mercado de derivados financieros del mundo, el Chicago Mercantile Exchange (CME), publica periódicamente información sobre el posicionamiento de los gestores de activos a nivel global.
En su actualización más reciente, se detalló el posicionamiento predominante respecto a las pequeñas compañÍas estadounidenses. Para ello, la entidad analiza tanto a los inversores con una visión constructiva sobre el Índice Russell 2000, que mantienen posiciones compradoras a través de derivados, como a aquellos gestores con posiciones vendedoras, quienes consideran que el Índice está sobrevalorado y buscan beneficiarse de una posible caÍda en su precio. De esta manera, se elabora una estimación del posicionamiento neto sobre el Russell 2000 a través del mercado de derivados, ofreciendo asÍ una radiografÍa precisa del sentimiento inversor hacia este segmento del mercado.
La conclusión es clara: el sentimiento hacia las compañÍas de menor capitalización se encuentra en niveles deprimidos, no vistos en los Últimos ocho años. Esta circunstancia podrÍa convertirse en un factor favorable para la inversión en este tipo de activo, ya que unas expectativas tan reducidas incrementan el potencial de revalorización ante cualquier mejora en las perspectivas económicas o empresariales.