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La moneda más fuerte del mundo da una lección al dólar y a EEUU: las divisas no destruyen fábricas ni riqueza

  • Suiza tiene la divisa más fuerte del mundo y una industria avanzada y poderosa
  • Los bienes y servicios suizos son muy competitivos en el mercado
  • Suiza registra desde 1980 superávit por cuenta corriente pese a que el franco es muy fuerte

En el clima económico actual de feroz competencia, proteccionismo y lucha por el mercado, parece que buena parte de las economías del mundo y sus dirigentes muestran cierta preferencia por tener una divisa débil. Una moneda que cada vez 'vale' menos permite (temporalmente) mejorar la competitividad de tus exportaciones. Bajo esta premisa, Donald Trump parece estar decidido a intentar 'depreciar' el dólar todo lo posible. No obstante, esta estrategia también tiene costes. La teoría económica sostiene que las fluctuaciones de las divisas responden a cambios reales (hay que tener en cuenta la inflación). De modo que todo lo que se deprecia una divisa suele compensarse más tarde con mayor inflación, lo que vuelve a dejar el tipo de cambio real en una situación similar a la del principio tras haber sometido a tu población a una dosis extra de inflación. Un buen ejemplo de que una divisa débil no es sinónimo de más competitividad se encuentra en Europa y muestra cómo tener una moneda muy fuerte ayuda a mantener casi siempre los precios muy anclados (poca inflación) y no entorpece la competitividad de los bienes y servicios producidos en esa jurisdicción.

Ruchir Sharma, presidente de Rockefeller International, vuelve a arrojar luz en una columna en el Finacial Times sobre una cuestión controvertida como es esta: "En medio de toda la discusión sobre si Estados Unidos está dispuesto a devaluar el poderoso dólar como una forma de revitalizar la industria manufacturera estadounidense, cabe destacar que el dólar no es la moneda más fuerte del mundo y no lo ha sido durante décadas. Ese título le corresponde al franco suizo, y el poderoso franco no ha contribuido en nada a socavar la competitividad de Suiza", explica este experto.

Suiza es la tercera economía más rica del mundo (solo por detrás de Luxemburgo e Irlanda), cuenta con una moneda fuerte y una sólida base manufacturera. "El franco suizo ha sido la moneda de mejor rendimiento en los últimos 50, 25, 10 y 5 años, según este experto. Se mantiene cerca del primer puesto incluso durante el último año... Nada se compara con una fortaleza duradera", asegura este experto.

Pese a que todo lo anterior es completamente cierto (además Suiza es uno de los mayores refugios de los inversores pese a ser un país pequeño), el pequeño país europeo puede ser tomado como un ejemplo o una especie de lección que demuestra que tener una divisa extremadamente fuerte no supone que la economía tenga que registrar siempre déficits comerciales abultados o una pérdida de competitividad. "Suiza desafía la premisa de que una moneda fuerte socavará la capacidad comercial de una nación al reducir la competitividad de sus exportaciones. Sus exportaciones han aumentado y se encuentran cerca de máximos históricos, tanto como porcentaje del PIB suizo (75%) como porcentaje de las exportaciones mundiales (cerca del 2%)", aclara Sharma.

El debate global se ha obsesionado excesivamente con los tipos de cambio, que son solo uno de los factores que determinan la posición competitiva de una nación. Al igual que Alemania y Japón en su época dorada, Suiza se ha ganado una enorme reputación por sus bienes y servicios de tan alta calidad que el resto del mundo está dispuesto a pagar una prima monetaria por la etiqueta 'Hecho en Suiza'.

A pesar de su reputación de paraíso para fortunas ilícitas, la economía del país ha demostrado durante mucho tiempo un dinamismo extraordinario y una amplia gama de competidores. Durante más de una década, ha dominado la clasificación de la ONU de las economías más innovadoras, tanto por los recursos que invierte en innovación (por ejemplo, a través de la educación universitaria práctica y la investigación y el desarrollo) como por la rentabilidad de estas inversiones.

Más de 100 dólares de PIB por hora

Sharma recopila algunos datos en la columna publicada por el FT en los que se puede ver por cómo la economía de Suiza es una de las más competitivas del mundo. Los trabajadores y empresas del país generan más de 100 dólares de PIB por hora trabajada, lo que representa una mayor productividad que cualquiera de las otras 20 economías más grandes. Su sistema político y económico descentralizado fomenta el auge de las pequeñas empresas, que representan más del 99% de las empresas suizas, explica este experto.

"También cuenta con una gran proporción de empresas competitivas a nivel mundial en sectores que van desde el farmacéutico hasta los bienes de lujo. El Growth Lab de Harvard clasifica a Suiza como la principal economía por la "complejidad" de sus exportaciones, una medida de las habilidades avanzadas necesarias para producirlas. Sus exportaciones abarcan desde chocolates y relojes hasta medicamentos y productos químicos, lo que desmiente la idea de que las monedas fuertes destruyen las fábricas", sentencia Sharma.

Industria y superávit por cuenta corriente

Con un 18% del PIB, su sector manufacturero es uno de los más grandes entre las economías desarrolladas. Más de la mitad de sus exportaciones son de "alta tecnología", más del doble que en Estados Unidos. Dado que los bienes avanzados son más caros, esto ha ayudado a Suiza a mantener un superávit en su cuenta corriente, con un promedio de más del 4% del PIB desde principios de la década de 1980.

Los ingresos del comercio se reciclan en importantes inversiones en el extranjero. El país ahora tiene un superávit neto de inversión internacional de más del 100% del PIB, lo que le ayuda a resistir las crisis externas. Esto es lo opuesto a Estados Unidos, con sus fuertes déficits en cuenta corriente e inversión neta.

"Discretamente, los suizos han construido una economía resistente a cualquier clima. El franco se ha apreciado de forma constante, independientemente de si el dólar subía o bajaba, y de si la economía mundial se encontraba en recesión o en recuperación. Simplemente, parecen saber cómo mantenerse competitivos. En 2015, el franco se apreció ante un cambio en la política del banco central, y los fabricantes respondieron con una orientación aún más drástica hacia las exportaciones sofisticadas, que son menos sensibles a las fluctuaciones monetarias", comenta Sharma.

Muchos responsables políticos creen que los "milagros" asiáticos se devaluaron para alcanzar la prosperidad. Los tipos de cambio infravalorados ayudaron a países desde Corea del Sur hasta China a expandir rápidamente sus bases exportadoras de manufacturas. Pero otros factores, como las inversiones en infraestructura y la apertura al capital extranjero, desempeñaron un papel más importante. Mientras tanto, la importancia de las valoraciones del tipo de cambio se desvaneció a medida que ascendían en la curva de desarrollo.

Sharma concluye que las economías desarrolladas necesitan competir más en calidad que en precio. Para este tipo de economías, la devaluación puede ser contraproducente, ya que anima a los productores nacionales a centrarse en la fabricación de bienes más baratos, en lugar de en bienes más intensivos en capital y con un mayor valor añadido. "La lección de Suiza para países como Estados Unidos es que una moneda barata no soluciona un sector manufacturero que está en crisis", culmina este experto.

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