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María Ángeles León (GSI): "Estamos poniendo la calzada romana para que al final toda la inversión tenga un impacto en la sociedad"

  • "Hay un billón de inversión en España, si conseguimos que el 30% sea ESG serían 300.000 millones"
María Ángeles León, CEO y socia fundadora de Global Social Impact Investments (GSI). Foto: Alberto Martín.

Con sus viajes familiares a países como Tanzania, Camboya o Guatemala es fácil recorrer el mundo de la mano de María Ángeles León y sus experiencias, que la han llevado a creer firmemente en la inversión en impacto, aquella que actúa positivamente en la sociedad. Es una convencida de que la mejor manera de ayudar al desarrollo y luchar contra la pobreza es apoyando a modelos de negocio para incluir a las personas más vulnerables "en el círculo de la economía tradicional", y por eso defiende dos conceptos que no tienen por qué estar enfrentados: la inversión y lo social. "Si en un sitio en el que hay trabajo, mano de obra, y materias primas pones capital, las cosas suceden", es así de sencillo y difícil a la vez. Hoy en día es socia fundadora y CEO de Global Social Impact Investments (GSI), una gestora especializada en fondos de impacto social que pertenece al Grupo Santa Comba, holding liderado por el matrimonio María Ángeles León y Francisco García Paramés que incluye a Cobas (de la que también es cofundadora).

La inversión de impacto es muy nueva en España. Los últimos datos del GIIN (Global Impact Investing Network) exponen que hay 1,6 billones de dólares bajo gestión en impacto en el mundo, mientras que, en nuestro país, las cifras de SpainNAB apuntan a 500-600 millones en fondos, que llegarían a unos 2.000 millones si se incluye la banca ética. María Ángeles León reconoce que son números pequeños, pero es tan optimista y confía tanto en que el futuro pasa por aquí que espera que toda la inversión acabe siendo de impacto. Tiene claro que no lo verán sus hijos, pero confía en que será cuestión de tiempo porque es una industria que aún está arrancando.

¿Cómo empezó el proyecto de GSI y por qué se decidió separar de Cobas?

GSI se lanzó a finales de 2019, y se separó de Cobas porque el tipo de inversión es muy diferente. No queríamos crear confusión en los clientes de lo que es el value investing, y todo lo que se hace en mercados públicos y empresas cotizadas, con la inversión de impacto, que es en empresas no cotizadas con un modelo de inversión que busca el retorno financiero pero también uno social. Lo sopesamos en su día, pero decidimos que era mejor separarlo. No sé si cuando pasen los años, y si esto se ve como una inversión alternativa más como pueda ser el real estate o los fondos de infraestructuras, podría tener más sentido porque un cliente en su cartera podría entender que puede tener fondos de cotizadas, un poco de alternativo…. Pero aún no estamos ahí; falta.

En una cartera diversificada, ¿qué peso podría tener ahora la inversión en impacto?

Si de verdad es un inversor al que le gusta la inversión en impacto, le daría hasta un 10% (en una family office, menos no se nota). Si no está muy seguro y nunca ha tenido una vocación social, un 2% para empezar. Yo hacía mis cálculos. Hay un billón de inversión en España, si conseguimos que el 30% sea ESG serían 300.000 millones; y si de eso el 15% es impacto, estaríamos en 45.000 millones. Tenemos que ir poco a poco. Hace 25 años de los fondos de private equity y ahora están en 80.000 millones bajo gestión en España. Todo lleva tiempo. Hoy los satélites de Elon Musk tienen un tamaño que se corresponde con la calzada romana, que estaba hecha para que pudieran ir dos carros de bueyes en dos direcciones. Sobre la calzada romana se han hecho las carreteras, los trenes… Estamos poniendo la calzada romana para que haya una inversión social con mucho peso y que al final solo haya inversión con impacto. Que toda la inversión sea de impacto.

¿Qué patrimonio tiene GSI y a cuánto aspira a medio o largo plazo?

En GSI estamos gestionando 100 millones de euros, aunque tenemos que levantar hasta 135. El fondo africano todavía tiene pendiente levantar 35 millones para conseguir que Mapfre y Cofides lleguen al final de su compromiso, que será en dos años. La idea es que el fondo africano llegue a 75, y el fondo español tiene 63. Este último ya está cerrado, es como un fondo de private equity de crecimiento más tradicional (tiene 4 empresas y el objetivo es llegar a 10). El fondo africano es de deuda, de working capital, en países emergentes.

Queremos gestionar 1.000 millones porque hay 1.000 millones de personas viviendo en extrema pobreza en el mundo: One billion for the bottom billion

Mi objetivo en 10 años es estar gestionando 1.000 millones. Hay 1.000 millones de personas viviendo en extrema pobreza en el mundo. Nuestro claim es One billion for the bottom billion. ¿Cómo vamos a llegar ahí? Mi siguiente fondo español espero que pueda ser de 200 millones y el siguiente de 350 o 400 millones; ir doblando. El siguiente africano mi idea también es que sea de 200. Y estamos empezando a desarrollar nuestra estrategia en sudeste asiático [vivió con su familia en Singapur hace un año y decidió invertir allí tras viajar por países como Camboya, Laos o Vietnam y descubrirlos más allá de las zonas turísticas]. Vamos a lanzar ahí nuestra primera estrategia, hemos hecho tres inversiones muy pequeñas, y ahí yo espero estar en unos años gestionado también entre 200-250 millones. Y luego nuestra estrategia que será de más largo plazo, porque nos parece que será más sencillo, es Latinoamérica.

¿Qué rentabilidad logran ya estos fondos y cuáles son los objetivos?

Nuestro fondo de private equity ahora mismo está en 1,3 veces de su valor inicial, de NAV: gana un 30% en los tres años que lleva funcionando. El objetivo del fondo es hacer un 2 o 2,5, lo que sería totalmente inversión tradicional. Pero por el camino estamos haciendo un impacto social brutal. Cada vez que nos acercamos a colectivos vulnerables también lo vemos como una oportunidad muy grande, y eso es un poco parecido al value investing. Warren Buffett siempre miraba empresas infravaloradas a las que les pasaba algo [la filosofía que comparte Cobas].

En el fondo africano la rentabilidad es del 8% anual, pero haciendo la fórmula del interés compuesto, si se invierte 100 ahora y dejas el dinero 7-8 años acabas con 180. El fondo ahora tiene invertido cerca de 20 millones y está mejorando la vida de casi 5 millones de personas.

María Ángeles León, durante la entrevista en sus oficinas. Foto: Alberto Martín

Conoce muy bien algunas regiones de África, ¿por que cree que hay tan pocos fondos (líquidos e ilíquidos) para invertir? ¿Y por qué no mira a países como Sudáfrica?

Lo primero es el story telling que hay sobre África. En 2050 la mitad de los posibles empleados del mundo van a estar en África, vamos a tener una fuerza de trabajo enorme que solo necesita capital. Pero hay mucho ruido de que la seguridad jurídica allí no existe, que los gobiernos son corruptos y que abrir una empresa tiene mucho riesgo. Nosotros lo que hacemos es dar deuda de working capital, son préstamos que recuperamos cada año en empresas que van creciendo muy rápido. La realidad es que cuando lanzamos el fondo quisimos ir a los más pobres. Hemos estado muy enfocados al este de África porque las antiguas colonias inglesas como Kenia o Tanzania todavía tienen cierta seguridad jurídica. Sudáfrica consideramos que sería capaz ella misma con su propio desarrollo económico de ir tirando de toda la cola. Y el norte de África está ya muy invertido, hay muchos fondos de Francia, España… en Marruecos, Argelia… La inversión de impacto tiene que ser adicional siempre. Eso significa ir donde no lleguen otros capitales.

En el fondo de España, ¿qué tipo de proyectos miran?

Te voy a contar una empresa sobre la que hemos hecho menos ruido. Éxxita es una compañía que está en el cinturón industrial de Sevilla y tiene una historia preciosa. El chico que empezó con la empresa reparaba móviles, ordenadores… e iba haciendo un Excel con los fallos para sistematizar la forma de arreglar aparatos electrónicos. Eso le permitió hacer que personas con discapacidad puedan trabajar en ella, y es una compañía que piensa en colectivos vulnerables. Cuando invertimos debía estar facturando cerca de 4 millones y el objetivo es 40 millones en 2026.

Entre los inversores de sus fondos hay entidades públicas. ¿Cuáles son ahora los principales partícipes?

En el fondo español, el más grande es el Fondo Europeo de Inversiones. También está el ICO y el fondo de impacto social de Cofides. Además de dinero público, entre los privados hay fundaciones corporativas y familias que destinan una parte de su family office a hacer este tipo de inversiones. El private equity en España lo sacaron adelante las cajas de ahorro, que era todo dinero público, y en la inversión de impacto debe haber entre un 50-60% de dinero público porque se está arrancando una nueva industria.

El fondo español ya está disponible desde 10.000 euros, aunque todavía no hay minoristas

¿Hay minoristas? ¿Se plantea acercarlos más al pequeño inversor?

El fondo español es un FESE, que es un fondo de emprendimiento social europeo. En realidad, es un poco de private equity, por lo que se ha beneficiado de la bajada del importe mínimo a 10.000 euros. En el fondo africano (en Luxemburgo) el mínimo es 125.000 euros. Tenemos una base de clientes de 40 entre los dos fondos privados, ninguno es minorista. Pero la realidad es que el crowdfunding me encanta porque daría acceso a mucha gente más joven que no puede invertir 10.000 y sí que tiene esa vocación.

¿Se está notando el 'efecto Trump' y ese movimiento anti ESG?

Claro que hay menos dinero, pero yo soy optimista y creo que va a beneficiar a la inversión de impacto. Él se ha cargado el ESG, en el que había mucho greenwashing. Ha roto la baraja. Creo que los que lo hacían bien de verdad van a seguir ahí porque lo han hecho, está siendo rentable y se harán más sólidos. Y luego ha hecho una cosa salvaje: ha recortado toda la ayuda al desarrollo de EEUU. Y eso está impactando en nuestros proyectos sudafricanos. Todo esto es brutal, aunque a largo plazo creo que puede ser transformador y bueno para los países en desarrollo. Va a permitir que sea más eficiente la ayuda al desarrollo [pone el ejemplo de que estando en África habló con dos fundaciones que conoce y que estaban uniendo sus recursos].

¿Y qué opina de la regulación en Europa? ¿Ha sido excesiva? ¿Qué deriva a tomar?

Nos habíamos ido a un extremo de regulación, y ahora nos vamos a ir al centro. Creo que la vida son ciclos, y que la economía es un reflejo de la vida. No creo que nos vayamos a una desregulación total, pero sí que llegue a un punto intermedio que va a ayudarnos al desarrollo europeo y a la vez a mantener los estándares de calidad de vida, todo eso que nos ha definido siempre también. Europa ha occidentalizado al mundo. Ojalá seamos capaces de volverlo a hacer.

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