
Si hace apenas mes y medio Santander lograba el hito de superar los 100.000 millones de euros de capitalización bursátil por primera vez desde 2015, este lunes ha logrado firmar otro, si cabe, más importante, como es superar su máximo valor en bolsa de toda su historia, por encima de los 102.000 millones, el techo que había marcado en en el año 2014.
Lo hace después de protagonizar una recuperación total del golpe que se llevaron las bolsas en general y el sector en particular después del Día de la Liberación de Trump a comienzos de abril. Ahora, tras una serie de treguas y pactos comerciales en lo que ha sido una clara desescalada de la tensión, el banco cántabro ha borrado todas las caídas de entonces con un rebote del 28% desde los mínimos de abril.
Era solo cuestión de tiempo que certificase su vuelta a los 100.000 millones que alcanzó poco después de de la muerte de Emilio Botín, que por poco pudo llegar a comprobar "que el límite no estaba en ese cielo". Aunque es cierto que Santander se quedó algo rezagada el año pasado de las subidas generalizadas de un sector que voló gracias a los tipos altos, nadie esperaba el comportamiento de la banca en general y de Santander en particular durante este inicio de año. Sus títulos ya se revalorizan más de un 50% en 2025. Esto le ha permitido consolidarse también como la entidad más grande de la zona euro, por delante de BNP Paribas.

El buen momento del sector pasa indiscutiblemente por el nuevo riesgo inflacionista que ha emergido desde el corazón de Europa después de que la alianza continental anunciase su decisión de incrementar el gasto en defensa ante las amenazas geopolíticas y las exigencias de EEUU en este ámbito. Además, el nuevo gobierno alemán ha retirado su regla de oro con el déficit presupuestario para lanzar un paquete de estímulo con inversiones directas en defensa e infraestructuras, e indirectas a través de rebajas fiscales.
Lo que sucede es que la Santander de entonces y la de ahora muestran algunas grandes diferencias. En ese momento, la capitalización estaba algo inflada después del proceso de ampliaciones de capital, dividendos en scrip y emisiones de bonos convertibles que se necesitaron para cerrar la falta de liquidez que hubo después de la crisis financiera. La prueba de ello es que sus acciones, en 2007, llegaron a cotizar sobre la zona de los 13 euros, doblando los niveles actuales.
Tampoco se parece en el tamaño que realmente tiene la compañía, sobre todo si atendemos a sus beneficios. La última vez que traspasó los 100.000 millones de euros de capitalización, en 2015, su beneficio neto fue inferior a los 6.000 millones de euros. La compañía se encontraba en plena recuperación después de los años más difíciles de su historia tras la gran crisis financiera y el posterior ciclo de tipos cero que acotaba su negocio. Gracias a la diversificación en otras geografías pudo mantenerse e incrementar paulatinamente sus beneficios, con la excepción del año del Covid, cuando reportó pérdidas de más de 8.700 millones de euros.
La empresa ahora es mucho más rentable gracias a los tipos de interés positivos, que estuvieron incluso en máximos durante el año pasado y que llevaron a un récord de beneficios a la compañía ya el año pasado. Para este, con el precio del dinero más abajo después de varios recortes por parte del BCE, el consenso de analistas que recoge FactSet prevé unas ganancias de 12.737 millones. Es decir, más del doble que el de 2015.