
El pasado miércoles celebramos la vigésima edición de la CFA Research Challenge, concurso que busca fomentar el talento entre las promesas de análisis financiero, y del que elEconomista.es lleva siendo medio promotor desde que hace dos décadas iniciaron este proyecto Ángel Santodomingo (Santander) y Borja Durán (Wealth Solutions). La victoria se la llevó por primera vez la Universidad de Navarra, que se suma a lista de vencedores encabezada por IE (7); ESADE (4); Carlos III (3) y EADA, IEB, UNED y CIFF, con una victoria cada centro de estudios. Como no podía ser de otra forma, después del acto de entrega en la sala de Liquidación de la Bolsa de Madrid, el pequeño parlamento británico de madera, que es el sitio que más me gusta del edificio del Palacio de la Plaza de la Lealtad, se hablaba en corrillos de mercado.
En uno de ellos le pedía a uno de los mejores gestores de este país que escribiese más en el periódico y se mojase más porque sus análisis son casi siempre acertados. Cordialmente se disculpaba de no hacerlo y entiendo su motivación por lo alarmante del mensaje: "En siete años quien compre bolsa estadounidense seguramente no va a conseguir rentabilidad suficiente ni siquiera para superar a la inflación". Eso entonces lo escribiré, le comenté.
La percepción de que la bolsa esta cara es la tenemos desde hace tiempo porque ya vengo contando que el S&P entró en territorio burbuja, al pagarse un 20% más por los beneficios esperados de los próximos años que lo que se ha hecho en las dos últimas décadas. Las burbujas no se pinchan, normalmente se desinflan, y aunque la bolsa americana atrae el mayor crecimiento, se ha colmado de excesos. Desde los meses anteriores al Brexit, la bolsa europea sube en torno al 80% mientras que Wall Street triplica su ganancia.
Pese a que la bolsa europea ha tenido un comienzo de año de exceso, que obliga a reflexionar si hemos hecho ya todo 2025 en dos meses, el Stoxx 600 sigue absolutamente alejado de entrar en territorio de burbuja. El multiplicador de beneficios que se paga está en línea con el de los últimos veinte años y Europa empieza a recibir flujos de dinero positivos. Es cierto que la ingente cantidad dinero que hay sobre la mesa, por la masa monetaria de los Next Generation, hace pensar que el norte de la brújula de los mercados deje de apuntar a los beneficios y señale a la reflación; pero Europa tiene más atractivo que Wall Street. Chris Iggo, de Axa Investment Managers, asegura que "hay indicios de que los inversores mundiales podrían estar alejándose de EEUU en sus asignaciones. Los mercados europeos han obtenido mejores resultados. La Administración Trump se ha convertido en la fuente clave del riesgo geopolítico mundial y está alterando el statu quo. El excepcionalismo estadounidense se está transformando en algo menos apetecible".