
El cobre parecía condenado hace no tanto. A comienzos y mediados del año se planteaba un enorme déficit de 370.000 toneladas, según las proyecciones que manejaba entonces el International Copper Association (ICA). Los usos del cobre lo sitúan en el epicentro de diversas revoluciones que iban a generar un 'boom' en el lado de la demanda. Este metal se utiliza para cables eléctricos, motores, generadores y componentes. Esto lo sitúa en el epicentro de mayor producción de coches eléctricos, liderada por China y de los semiconductores. Esto, sumando a las dificultades que se planteaban en su oferta provocaban que todos los analistas dieran por hecho que el metal estaba condenado a subidas permanentes.
Para mayo de este año los precios de materia prima se habían disparado un 27% y había pocos argumentos para esperar que algo cambiase. Sin embargo, desde entonces los precios del metal se han hundido un 19% y ya solo se lleva un saldo positivo este 2024 de un 3%, que podría desvanecerse con el paso de los días, pues la tendencia es a la baja.
Hay múltiples motivos pero el fundamental es que China se ha embarcado en una auténtica fiebre productora como pocos recuerdan. Una posibilidad que parecía realmente complicada hasta hace no tanto. El gigante asiático ha aumentado ya un 5% su producción en lo que va de año. En 2023 China produjo 1,7 millones de toneladas métricas. China es la tercera potencia del mundo por detrás de Chile y Perú y es responsable del 8,6% de la producción del planeta. Por lo tanto, un impulso de este nivel supone un cambio de paradigma para el mercado en su conjunto, especialmente dado que China es el mayor consumidor del mundo. Aunque el problema más que lo que ya ha aumentado son las proyecciones de una expansión masiva los próximos meses y en 2025.
Esto, sumado a la menor demanda general será la clave de un superávit totalmente inesperado en 2024. A nivel mundial el Consejo del Cobre espera que el aumento de los pedidos de cobre refinado para 2023 sea solo del 2,2%, hasta las 26,14 millones toneladas. Mientras el hambre de las fábricas no cumple con lo que se daba por hecho, en el lado de la oferta la situación también ha cambiado. El suministro crecerá hasta las 26,71 millones de toneladas. Es decir, habría un superávit dado que el crecimiento será del 3,2%.
Tal ha sido el giro en la situación que dentro del propio país están pidiendo que reduzcan los proyectos de plantas para evitar enormes pérdidas en las fundiciones. Según las estimaciones de CRU Group el precio del refino del metal podría bajar a los 40 dólares por tonelada frente a los 80 dólares de media en los que cotizó en 2023. En ese sentido se quedaría a las puertas de los mínimos históricos de 2004. La patronal del sector metalúrgico de China aseguraba que "Pekín debería intervenir para evitar que se produzca una expansión a ciegas que genera un exceso de capacidad".
Mientras desde el lado de la oferta un tsunami de cobre chino podría inundar el mercado, desde el lado de la oferta también ha habido un importante shock, tanto desde China como desde el resto del mundo. De momento China creció solo un 4,6% el tercer trimestre, por debajo de su objetivo del 5% y, por lo tanto, menos de lo que esperaban los mercados. Las propias autoridades del país creían que podrían estar ante una etapa de crecimiento cada vez más lento y con una situación de casi deflación. Una perspectiva que provocó que Pekín anunciase una ronde histórica de estímulos. Estos en primera instancia si encendieron la esperanza de brotes verdes en la economía asiática (y mundial) pero a medida que se han ido conociendo más detalles cada vez hay más dudas.
Primero se supo de un plan de 260.000 millones para el inmobiliario y el consumo y, posteriomente otro para enjuagar deuda de sus apalancadas administraciones locales. Estas medidas no han terminado de convencer aunque la propia China ha querido matizar que, a falta de medidas más ambiciosas ya concretas tienen un "margen considerable" para incrementar su deuda y lanzarse a nuevas ambiciones. Sin embargo, de momento, este optimismo no ha espoleado al cobre.
En particular, esto viene de el sector constructor chino que es el mayor devorador de cobre del mundo y que solo proyecta un crecimiento del 4% este año tras las potentes caídas que han venido dándose los últimos años. En ese sentido la firma pública de investigación sectorial, Antaike, comentaba en septiembre que esperan dadas estas previsiones que la demanda de cobre de toda china se desacelera hasta el 2,4% frente al 5,3% del año pasado principalmente por este sector.
"El último estímulo es refinanciar las deudas de los gobiernos locales, por lo que eso no va a impulsar mucho la demanda física"
Unas estimaciones similares son las que dan desde el Consejo del Cobre que, en su informe de octubre comentan que esperan una demanda de China de 14.603 millones de toneladas, ralentizando su crecimiento al 2,6%. Para 2025 esperan que la ralentización vaya a más y se quede en el 1,6%.
Esta idea de que los estímulos chinos no salvarán al cobre, tal y como se pudo pensar en el primer anuncio es algo que el principal importador del país ya ha comentado. "El último estímulo es refinanciar las deudas de los gobiernos locales, por lo que eso no va a impulsar mucho la demanda física", dijo Ni Hongyan, subgerente general de Eagle Metal International. Este firma gestiona el 10% de todas las importaciones de China
"El estímulo chino no fue exactamente como la gente esperaba y todavía creo que es difícil para el gobierno lograr un paquete que sea realmente alcista para los metales básicos", dijo el jefe de investigación de metales del Bank of America, Michael Widmer. El último en hablar del tema ha sido Citigroup en un informe publicado este miércoles y en el que reducía sus perspectiva a corto plazo de los 9.500 dólares a los 8.500. La firma afirmaba que, "la falta de flexibilización por parte de China hasta la fecha nos ha sorprendido".
El factor Trump
Este nuevo equilibrio se ha mezclado en las últimas semanas con la elección de Donald Trump. Los aranceles pesarán en la actividad industrial global lastrando la demanda y, además, la perspectiva de este tipo de medidas están dando vida al dólar. La materia prima está denominada en esta moneda, por lo que el efecto divisa está siendo decisivo.
"Nuestra opinión es que las políticas de Trump (en particular los aranceles más altos y la política fiscal procíclica– conducirán a una apreciación sustancial del dólar", dijo Jonas Goltermann, economista jefe adjunto de mercados de Capital Economics. Es por ello que los analistas de Citi comentan que "estos cambios (de política y de divisas) generan una presión adicional sobre la demanda del cobre al inflar los costes y, potencialmente, reducir la producción manufacturera".
BHP cree que la demanda de cobre acabará subiendo un 72% más tarde o más temprano
En ese sentido Nicholas Snowdon, jefe de investigación de metales en Mercuria Energy Trading comentaba que "la realidad es que probablemente estemos encontrando un nuevo rango dado un reajuste de precios en el dólar". Sin embargo, el experto cree que "la historia estructural del cobre no está muerta, sigue muy vivo y creemos que el impulso prevalecerá en la segunda mitad del próximo año".
En aquel momento y calmado el factor Trump el experto espera que se recuerde el motivo por el que el mundo pensó en un agresivo despertar el cobre, una demanda cuya inercia es hacia las subidas. Una de las firmas más grandes del sector BHP, defendía a las puertas de las elecciones que veremos una cierta debilidad antes de "unas sólidas subidas". La minera estima que, de cara a 2050 "la demanda de cobre se disparará un 72%".
Antes o después la llegada de los coches eléctricos, los centros de datos y las energías renovables, todos dependientes del cobre, acabarán por desatar el potencial de la materia prima. Queda por ver la velocidad a la que este proceso se producirá y, especialmente, si el mundo puede encontrar un suministro alternativo. Lo que queda claro por el momento, es que la perspectiva a corto y medio plazo es que la 'batalla' por el cobre parece resuelta, los precios podrán respirar y la amenaza de un gran repunte está conjurada.