Bolsa, mercados y cotizaciones

Una solución de Estado para arreglar el problema de las pensiones

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El gran debate para los próximos meses será discernir si se puede lograr algo que históricamente es inusual: un aterrizaje suave de los altos tipos de interés y el control de la inflación sin provocar una recesión que desencadene un fuerte aumento del desempleo. La familiaridad con la que hemos normalizado que es algo sencillo de manejar nos hace despreciar la historia. A Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal entre 1979 y 1987, le costó casi una década bajar el IPC del 11,8% al 4,3%, nivel este que aún duplicaría los objetivos de la política monetaria actual, pero que para la época era razonable.

La única enseñanza positiva es que, seguramente, lo que hemos vivido con las altísimas subidas de los precios haya enseñado a una generación porque Margaret Thatcher decía que "la ladrona invisible de los que han ahorrado es la inflación". En cuatro años dejar nuestro dinero parado o en una hucha nos ha evaporado un 20% de lo que teníamos.

Para que la inflación no se convierta en una batalla perdida frente al ahorro, la inversión de largo plazo y la aportación periódica son las únicas reglas con las que conducirnos. Incluso solo el largo plazo sería suficiente si la vida fuese más larga. A mí me gusta decir que invertir es tatuarse un 7% anualizado para duplicar nuestro ahorro cada década como consecuencia de lo que Albert Einstein calificó como la fuerza más poderosa del mundo: el interés compuesto. Lograr un 7% anualizado para duplicar la inversión cada década no se trata de una pretensión vacua. Fue el motivo con el que nació el Eco30, el índice de selección de valores de calidad diversificado, que con casi doce años y medio acumula una rentabilidad del 150%, y que se ha convertido en fondo de inversión con Tressis Cartera Eco30, que logra una rentabilidad analizada del 7,5% desde su inicio en octubre de 2018.

Aspirar al 7% debe ser el primer mandamiento de nuestra religión de inversión como quien se tatúa vive cada día como si fuese el último; cáete siete veces, levántate ocho; o hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes, como decía el maestro Yoda. Si cumplimos con nuestro primer mandamiento como inversores imaginemos que el día que nacemos alguien nos regalase mil euros. ¿Saben la cantidad que obtendríamos si rescatásemos esa cantidad a los 80 años para cubrir nuestras últimas necesidades? Más de un cuarto de millón. La práctica sistemática de utilizar este simple modelo de inversión con unos objetivos financieros planificados y reales sería una de las alternativas para garantizar las jubilaciones. Creo en la solución de que el Estado pusiese mil euros por cada recién nacido y los invirtiese inteligentemente para capitalizar y garantizar gran parte de la futura pensión de los recién nacidos. El problemo es que hay políticos y no estadistas.

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