
Esta semana la gran familia que ha construido elEconomista.es ha cumplido dieciocho años. La mayoría de edad del nuevo periodismo económico nos deja la responsabilidad de lo edificado hasta ahora y el enorme reto de afrontar un mundo cambiante en el que seguramente muchas de las cosas que hemos hecho en estos años estén obsoletas, haya que restaurarlas o simplemente desecharlas y trabajar otras nuevas.
El pasado solo es un aprendizaje para el futuro y es con lo que me quedo como parte del proyecto de elEconomista.es desde el primer minuto. Un viaje que en lo personal me ha permitido compartir embarcación con algunos de los mejores periodistas de la prensa económica de nuestro país y en lo profesional trabajar alguna de las ambiciones con la que arrancamos desde la línea de salida de elEconomista.es: ser la referencia de empresarios y ahorradores; tratar de sorprender no siendo previsibles; y la más particular: ayudar a democratizar la inversión.
Hace dieciocho años no me resultaba pretencioso hablar de este objetivo y creo que era una expresión que se me caía en muchos textos y, sobre todo, en muchas presentaciones cuando alguno de los grandes popes de la comunicación, a los que considero referencia y admiro, te decían en confianza que me había equivocado dejando Expansión. Hoy, cuando mucha más gente habla de democratizar la inversión, me resulta muy pretencioso y difícil de lograr, esencialmente porque me he hecho mayor y algo prudente.
Si el éxito es la diferencia entre expectativas y resultados, seguramente no lo hemos logrado porque las mías eran muy altas. Pero en el intento de democratizar la inversión hoy pienso como elEconomista.es ha generalizado en dieciocho años en España el uso de los precios objetivos para las compañías; sus estimaciones para el futuro para romper con el periodismo previsible de datos ya presentados y cotizados, y abrir el de expectativas. Lejos quedan los principios en los que había que recibir los CD-ROM con datos de Factset y Bloomberg era nuestra PlayStation II.
La mayoría de edad nos ha dejado la construcción de algoritmos para sintetizar en compra y venta la recomendación del consenso de analistas; Ecotrader (2011), la mejor herramienta para posicionarse tendencialmente en mercado para los inversores que gustan de estar pegados al mercado; la construcción de la mayor Cartera de Consenso de Mercado en España con el Eco10 (2006); la aprobación del primer fondo de inversión nacido de las ideas de un medio de comunicación con Tressis Cartera Eco30 (2018) -con una rentabilidad anualizada del 7,5%-; Las Ligas de la gestión activa nacional e internacional; o el Ranking ESG del Ibex (2021)...
El pasado solo es nostalgia. Ahora viene el reto de la IA. Y en el futuro, quizás ya presente, que la democratización financiera camine hacia la personalización financiera. En el nuevo mundo, elEconomista.es estará para interpretarlo.