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Llegan las prisas por subir los tipos de interés en Japón: los bonos apuntan el cambio de ciclo en abril

  • El bono a dos años cotiza en máximos de 2011 y se separa de la deuda a diez años
  • El yen vuelve a situarse en máximos por encima de los 150 frente al dólar
  • El dato de inflación nipón alerta del problema que afecta a otros bancos centrales
Sede del Banco de Japón en Tokio
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El gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, ha visto cómo sin hacer prácticamente nada la inflación nacional cae hacia el 2%, el objetivo que persiguen otros bancos centrales. Sin embargo, los bonos soberanos nipones repuntan hasta máximos de más de una década anticipando una subida de tipos de interés en el país que sacarían del negativo la referencia del precio del dinero nacional por primera vez desde 2015. Y puede que el cambio de ciclo en Japón llegue antes que el del Banco Central Europeo o el de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Si bien la expectativa que baraja el consenso de mercado es que el BCE o la Fed de Estados Unidos recortarán sus tipos de interés este año (más pensando en el segundo semestre) el Banco de Japón (BoJ) tiene por objetivo normalizar su política monetaria: el último baluarte de las estrategias ultraexpansivas que quedan en el globo. Los tipos de interés no han cambiado en más de ocho años, aunque sí que mantienen el control de la curva de deuda, a base de compras estratégicas, para evitar un rápido repunte de la rentabilidad de sus títulos.

No obstante, el bono a dos años (más sensible a la expectativa de cambios en la expectativa de tipos) marca un retorno no visto desde 2011, por encima del 0,16%. Ya solo la deuda con vencimiento inferior al año se sitúa en negativo en el mercado secundario. Y ahora el consenso de mercado que recoge FactSet valora que el BoJ anunciará una subida de tipos, sería el primer alza desde 2007, en la cita de abril, según Bloomberg.

De producirse este giro, supondría ver una subida de 10 puntos básicos hasta dejar la referencia en el 0% y hasta dos más similares antes de cerrar el 2024 (el Banco de Japón acostumbra a hacer movimientos de este calado frente al BCE o la Fed que mueven sus tipos en 25 puntos básicos o sus múltiplos).

El IPC de Japón de enero se situó en el 2,2% mientras que el dato subyacente se quedó en el 2%, cuando se esperaba una caída hasta el 1,9%. Es decir, los precios al consumidor excluyendo alimentos y energía se muestran más resilientes de lo esperado y obligan al Banco de Japón a salir de su letargo. "Esto mantiene las expectativas del mercado en que el ajuste de la política del BoJ podría producirse ya en marzo", aventuró el economista de Sumitomo Lige Insurance, Hiroaki Muto. "Se intensifica la especulación de que el Banco de Japón pondrá fina sus tipos en negativo y esto es un catalizador para la venta de bonos", explicó el estratega de renta fija para Mitsubishi UFJ Morgan Stanley Securities, Kazuya Fujiwara.

Además, el retraso en el pivote de la Fed hasta junio (a comienzos del 2024 se esperaba hasta dos reuniones antes) ha dado un nuevo impulso al dólar que saca su mayor distancia frente a la divisa nipona. El yen cotiza en mínimos al cambio hasta el punto de que hacen falta más de 150 yenes para cambiar un dólar en el mercado de divisas, con lo que cae más de un 6% en el año.

A menos que se confirme el endurecimiento de la política del gobernador Ueda y el abandono del control de la curva de deuda en marzo, el dólar tiene motivos para mantener su podio del mercado. "Dada la incertidumbre en el binomio BoJ/Fed la incertidumbre en torno al corto plazo puede extender el rebote más allá de los 150. Por ahora, el rango 145 yenes por dólar hasta los 155 puede ser la mejor perspectiva", apuntó la experta en divisas de Bloomberg, Audrey Childe-Freeman.

El gran contrapeso a un endurecimiento de la política monetaria en Japón es la evolución del crecimiento de la economía nacional. A falta de dar el dato definitivo de la evolución del PIB del cuarto trimestre del año pasado, Japón está en recesión técnica (dos trimestres consecutivos sin crecimiento) ante la caída del gasto tanto de consumidores como de empresas. Este escenario es el que quieren evitar otros bancos centrales que ya han ejecutado subidas de tipos y pretenden conseguir el deseado aterrizaje suave de la economía tras el ajuste restrictivo.

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