
Uno de los países más contrarios al euro está cogiendo velocidad de crucero para renunciar a su propia divisa y abrazar definitivamente la moneda de la UE. El destino de la República Checa parece más encaminado que nunca hacia este objetivo después del discurso de Año Nuevo de su presidente, Petr Pavel, en el que habló abiertamente de que el país dará "pasos concretos e inminentes" hacia la adopción del euro como la divisa nacional. Este anuncio supone un punto claro en un país que lleva 20 años (desde 2004) retrasando su uso debido a las dudas dentro de sus fronteras de renunciar a su propia divisa.
"Ha llegado el momento después de muchos años, ya hemos tenido interminables debates sobre las ventajas y desventajas, pero, para una economía abierta y orientada a la exportación, situada en el mismo corazón de Europa, una moneda común es un futuro lógico", sentenció Pavel en un discurso que ha dividido a la actualidad política y económica del país. Esta decisión se da en un momento de agitación tanto en la economía checa como, en particular, en su política monetaria y su moneda, la corona. Esta última está cayendo con fuerza frente al euro por los movimientos de sus bancos centrales (el BCE mantiene los tipos mientras la República Checa los baja). Desde sus máximos de abril ya se deja un 5% y la inflación del país está desatando la preocupación en Praga, con el IPC aún en el 8%.
Para contener la inflación la República Checa se encomendó a unas agresivas subidas en los tipos de interés que han provocado un importante golpe a su economía. Desde junio de 2021 muntuvo el 'precio del dinero' en el 7%, hasta diciembre de 2023, cuando lo redujo hasta el 6,75%. Esta situación se ve agravada por su dependencia del exterior, pues el debilitamiento de las economías del mundo está cebándose especialmente con los grandes exportadores. En particular el golpe ha sido muy duro con su industria estrella, los automóviles, que se ha visto sacudida por la crisis de suministros (en particular de chips) y, posteriormente, con la subida de precios de la energía con la guerra de Ucrania.
Esta situación se ha saldado con una economía con un PIB por debajo de 2019, siendo el único país de la UE que sigue en esta situación y con otro retroceso el último trimestre del 0,3%. En ese contexto, la República Checa se plantea, más que nunca, abrazar el euro como una garantía para sus empresas, cada vez más dependientes de la moneda europea, mientras los críticos cargan contra la idea de perder su soberanía monetaria y, en consecuencia, siendo incapaces de combatir la inflación por su cuenta.
En cualquier caso, a los pocos días y entre gran polémica, el primer ministro, Peter Fiala, explicó que las negociaciones por el euro no llegarán hasta 2025 cuando, según el actual gobierno, ocurran dos requisitos fundamentales. El primero, que el país ordene su economía, que lleva tres trimestres consecutivos en retroceso (0,3%, 0,4% y 0,8%, el primer, segundo y tercer trimestre respectivamente). Además, necesitan rebajar su inflación por debajo del 1,5% para cumplir con los objetivos de la UE para adoptar la moneda. En segundo lugar, aunque consigan mejorar su economía, no quieren empezar a negociar hasta que las elecciones de octubre de 2025 se celebren.
"La principal prioridad del gobierno es sanear y consolidar las finanzas públicas, lo cual es un requisito previo para que tenga lugar cualquier debate sobre el euro", defendió Fiala. Entre los objetivos que quieren cumplir para ese año, al margen de la inflación, destaca un déficit que no supere el 3%. La idea en el último plan presentado ante el Congreso consiste en reducir el actual 3,5% a un 1,8% en 2024 y 1,2% en 2025. Para lograr esta medida emprenderán subidas de impuestos como el de Sociedades, que avanzará dos puntos hasta el 21% y unificarán el IVA, pasando de tres tributaciones (10%, 15% y 21%) a solo dos (12% y 21%).
Al margen del IPC y el déficit, el país tiene que tener una deuda inferior al 60% del PIB, criterio que desde Praga cumplen de sobra al situarse en un cómodo 44%. Para que el cambio sea una realidad solo les quedaría unirse al Mecanismo de Tipos de Cambio (MTC II) para entrar ya en una transición hasta poder integrarse completamente en la moneda europea.
Las empresas quieren el euro
Una vez logrados estos objetivos, la llegada del euro ya sería una realidad que podría cambiar por completo la economía de unos de los países que mayor crecimiento ha experimentado en la última década dentro de la UE. En particular, desde el Gobierno creen que las ventajas son claras, una enorme dependencia de las exportaciones (representan el 76,45% de su PIB). Dentro de las ventas al exterior, la Unión Europea es el factor clave para esta economía centroeuropea, pues de ella depende el 86% de su comercio.
A pesar de que perderían la capacidad de tomar medidas como devaluar su divisa para aumentar su competitividad, la realidad es que sus empresas, en la práctica, están operando con euros y, de hecho, están pidiendo insistentemente la unidad monetaria para evitar que la divergencia entre divisas provoque inestabilidad en sus cuentas. "Se produciría un ahorro muy importante en los costes de cambio entre el euro y la corona, que será apreciado principalmente, por una parte, del sector empresarial. Tampoco será necesario protegerse contra las fluctuaciones del tipo de cambio" concluye Vit Hradil, de la empresa Cyrrus.
Según los últimos datos del Banco Central de la República Checa, la mitad de los préstamos corporativos de los bancos locales están denominados en moneda extranjera, en su mayoría, euros. Además, el 20% del comercio que realizan empresas checas entre ellas se realiza en euros, pues los exportadores pagan a sus proveedores con esta divisa y no con coronas.
"La eliminación de la corona eslovaca tuvo en efecto positivo en las inversiones extranjeras"
"Como exportador que recibe el 90% de las ventas en euros o dólares, hace tiempo que deseamos tener el euro", escribió Ceralova Petrofova, la presidenta de Petros, una firma de pianos de alta gama, en una revista de la Confederación de la Industria a principios de este año. "Tenemos que pagar a los trabajadores, las facturas de energía y algunos materiales en coronas, lo cual es caro para nosotros". Ella no estuvo disponible para hacer más comentarios.
Matej Hor?ák, del grupo bancario Slovenska, señala el caso de Eslovaquia, que entró en el euro en 2009. "La eliminación de la corona eslovaca tuvo en efecto positivo en las inversiones extranjeras, pues desaparecía el riesgo de cambio". El exministro de finanzas del este país, Ivan Miklos, explicó en una reciente entrevista que "en el caso de una economía pequeña y abierta, no solo como Eslovaquia, sino también como la República Checa, está claro que las ventajas prevalecen".
Además, desde Monex Europa, la analista María Marcos, explica que "es cierto que la entrada en el euro podría reducir la inflación importada" pero tendría "un coste considerable, a saber, la soberanía monetaria y el mantenimiento de una paridad provisional del euro con la corona", hasta que pasen dos años y puedan aceptar el euro. En ese sentido señala que, a pesar de las palabras del presidente de la República Checa, ve este escenario como algo muy complicado en el corto plazo, debido a los problemas económicos que tendría que atajar el país y los sacrificios que tendría que hacer para que se diera en la situación actual.
Los 'grandes riesgos'
Estos argumentos son precisamente, los que más convencen a los checos, que en la última encuesta de la Comisión Europea, realizada en abril de 2023, confirmaron su posición como el país más anti-euro, de todos los que aún no han adoptado la moneda. Según el estudio solo el 44% de los checos están a favor del euro. El argumento que confirmaron los encuestados es que no encuentran beneficios significativos en olvidarse de la corona teniendo en cuenta que los últimos años han vivido una historia de crecimiento.
Lukas Kondova, profesor de la Universidad de Praga y analista de Trinity Bank respondió nada más conocerse el discurso del presidente del país apoyando al euro, con un contundente informe en contra. En el mismo alegaba que "la llegada del euro equivaldría a una inflación más alta porque el BCE no subiría los tipos cono nuestro banco nacional". El experto explicó que "el mal desempeño de la economía checa los últimos dos años no es por la corona" y retirarla "significaría una peor calidad de vida, porque subirían los precios de la vivienda (por hipotecas más baratas) y el IPC sería más alto".
"Es probable que el euro aumente peligrosamente la deuda de la República Checa"
Además, Lukan Kovanda, experto de Trinity Banj defiende en otro informe que "es probable que el euro aumente peligrosamente la deuda de la República Checa y empeore su calificación crediticia. Eslovaquia es una advertencia en este sentido. Su calificación se dirige a la baja después de la adopción del euro, como es el caso de la mayoría de los países de la eurozona. Los países de la UE que no utilizan la divisa, por el contrario, en general, ven mejorar sus calificaciones".
Esto coincide con las preocupaciones de los checos que han reflejado en la última encuesta de Eurobarómetro, que reflejan que temen perder su capacidad de usar una política monetaria propia para manejar sus propias crisis, además de tener que financiar situaciones de gran coste, como un rescate a otro país. Además de que creen que los diversos bienes y servicios en el país se volverían más caros si decidiesen entrar en el euro.
Los expertos de Monex Europa señalan que "el sacrificio de la soberanía monetaria probablemente se traduciría en un crecimiento económico más débil y una mayor exposición a riesgos asimétricos derivados de la asincronía de ciclos existente actualmente en la eurozona pese a estar formada por economías relativamente similares". Además, Marcos explica que actualmente el Banco Nacional Checo, carece divisas suficientes y "la adhesión parece altamente inviable con los recursos actuales". La experta concluye que "no es realista ni deseable en un futuro inmediato".
El propio Banco Central de la República Checa señala en su último informe que, pese a las oportunidades del euro existen "factores de alto riesgo" debido a las "diferencias económicas entre la República Checa y la UE" que pueden "causar problemas en caso de que se decidiera adoptar el euro". En ese sentido, la institución destaca la falta de convergencia entre salarios y precios para los consumidores. En ese sentido, esto podría hacer que los consumidores de la república checa se encuentren con una pérdida de nivel de vida.