
Este pasado 28 de noviembre fallecía en un hospital de California uno de los inversores más exitosos de todos los tiempos, Charles T. Munger. A punto de cumplir los 100 años de edad (cumplía años el 1 de enero), Munger estuvo hasta el final de su vida muy activo. Por ejemplo, le pudimos ver en la última junta general de accionistas de Berkshire Hathaway celebrada en mayo de este año aguantando más de cinco horas las preguntas de los asistentes a la conferencia y no perdiendo el humor y el sarcasmo que siempre le caracterizaron. Podcast: Charlie Munger, el apóstol del capitalismo.
Munger, que nació el 1 de enero de 1924 en Omaha, tuvo en su juventud un fugaz paso por el ejército antes de graduarse en derecho por la universidad de Harvard y montar su propio bufete de abogados. Sin embargo, las desgracias se acumularían en los siguientes años, divorciándose de su mujer, perdiendo a un hijo que falleció de leucemia a los 9 años y (años más tarde) perdiendo también el ojo izquierdo como resultado de una operación de cataratas mal realizada. Estas adversidades no hicieron mella en el carácter de Munger, todo lo contrario, él siempre las consideró en retrospectiva como oportunidades de aprendizaje y mejora personal. Lea también: Así invertía y tomaba decisiones Charlie Munger.
Aunque hay innumerables libros que recogen el pensamiento de Munger (como Seeking Wisdom de Peter Bevelin), probablemente el que mejor agrupa todas sus ideas es Poor Charlie's Almanack: The Wit and Wisdom of Charles T. Munger, editado por Peter Kaufman (buen amigo de Munger) y cuya tercera edición se publicó en el año 2005 con un prólogo del propio Buffett. El título del libro es un homenaje a la obra del mismo nombre de Benjamin Franklin, que siempre fue uno de los héroes intelectuales de Munger. Aunque Poor Charlie's, dadas sus dimensiones, es incómodo de leer y en ocasiones algo repetitivo dado cómo está estructurado, es por otra parte un recital de citas, máximas y anécdotas de cómo actuar de manera racional y honrada, no solo en el mundo de la inversión, sino en la vida en general.
Una de las herramientas más importantes a este respecto que Munger siempre ha defendido ha sido el uso de "modelos mentales". Para Munger, un modelo mental es simplemente un concepto o manera de ver el mundo, tomado de una disciplina en particular y que puede generalizarse y ser "exportado" a la toma de decisiones diarias. Tales modelos mentales pueden provenir de campos tales como la física (reciprocidad, inercia, velocidad, apalancamiento), la biología (selección natural, replicación, incentivos), las matemáticas (capitalización, reversión a la media), así como de muchas otras disciplinas. El principal efecto beneficioso que tiene desarrollar un "enrejado" (latticework) de dichos modelos es ayudarnos a detectar nuestros "puntos ciegos" y minimizar los sesgos conductuales de los que todos somos presos a la hora de enfrentarnos a un problema. Le puede interesar: ¿Qué mecanismos psicológicos controlan sus decisiones de inversión?
Munger y Buffett se conocieron a principios de la década de 1960 y, a instancias de este último, Munger decidió dejar su carrera de abogado para centrarse en el mundo de las inversiones, creando en 1962 junto con otro socio Wheeler, Munger & Company. Desde la creación de su empresa hasta su cierre en 1976, Munger acumuló una rentabilidad media anualizada del 19,8%, frente al 4,9% que obtuvo el S&P500 en esos 14 años, cimentando así la fama de Munger como uno de los mejores inversores de todos los tiempos.
A partir de cierto momento, la carrera de Munger se centró en ayudar a Buffett a la cabeza de Berkshire Hathaway
El extraordinario historial de Munger, sin embargo, vino acompañado de momentos de elevada volatilidad, debido principalmente al rasgo más destacado de su filosofía de inversión, que eran los extremos niveles de concentración de su cartera en unas pocas acciones. No en vano, los autores del libro Concentrated Investing, un libro publicado en 2016 que exploraba en detalle el estilo de inversión de varios de los mejores inversores de la historia, calificaron a Munger como "la musa de la concentración". La cartera de Munger podía en ocasiones llegar a estar concentrada en simplemente tres acciones, con lo que una fuerte caída en alguno de estos valores (como así ocurrió en los años 1973 y 1974 con las posiciones que tenía en New America Fund y Blue Chip Stamps) podía repercutir fuertemente en el comportamiento agregado de la cartera.
Aunque Munger era capaz de aguantar personalmente elevados episodios de volatilidad, el estrés de cómo iban a reaccionar sus clientes a las fuertes caídas le obligó a cerrar su empresa y no volver a gestionar nunca más dinero de particulares. A partir de ese momento, su carrera inversora se centró en tomar las decisiones de inversión de la cartera del Daily Journal y, cómo no, en ayudar a Buffett a la cabeza de Berkshire Hathaway.
El otro pilar fundamental de la filosofía de inversión de Munger, que es mucho más conocido gracias al reconocimiento que siempre le ha dado Buffett en sus conferencias, era concentrarse en empresas de calidad por las que uno debía estar dispuesto a pagar un poco más a la hora de invertir, desviándose de este modo del "canon Grahamiano" de invertir únicamente en empresas que cotizaran a múltiplos ópticamente atractivos. El ejemplo más paradigmático fue su inversión en Costco, empresa de la que nunca vendió una sola acción y en la que llegó a ser miembro del consejo de administración desde 1997 hasta su fallecimiento. A pesar de haber cotizado siempre cara, Munger identificó las virtudes del modelo de negocio de Costco, las amplias avenidas de crecimiento que tenía la empresa por delante en aquel entonces y, sobre todo, una legendaria y única cultura corporativa que siempre ha priorizado la satisfacción del cliente por encima de todo – y que el extraordinario inversor Nick Sleep denominó como "economías de escala compartidas".
En la junta general de accionistas de Berkshire Hathaway de 2011, un miembro de la audiencia preguntó a Buffett y Munger cómo les gustaría ser recordados. Después del turno de Buffett (en el que respondió que le gustaría ser recordado como maestro), Munger utilizó una frase que le había dicho su padre muchos años atrás, en la que le exhortaba a ser recordado "como una fortuna ganada de manera justa y usada de manera sabia". Si este tiene que ser el baremo por el que se mida la vida de Munger, entonces su padre indudablemente hubiese estado orgulloso. Sus enseñanzas continuarán viviendo a través de innumerables generaciones de inversores. Descansa en paz, Charlie.
"Todo lo que necesito saber es dónde voy a morir, y así nunca iré allí".
'Ficha técnica'
Título: Poor Charlie's Almanack: The Wit and Wisdom of Charles T. Munger.
Autor: Peter Kaufman.
Editorial: Walsworth Publishing Company, 2005, 584 páginas, tapa dura.