
La pandemia demostró el efecto dominó en la economía mundial de las interrupciones en las cadenas de suministro, y la guerra en Ucrania, las vulnerabilidades cuando la energía, los minerales y los alimentos dependen en exceso de pocos países. Ahora la guerra entre Hamas e Israel ha aumentado las tensiones en la región y el precio del petróleo. Hay que tener en cuenta que EEUU, Arabia Saudita y Rusia suman 42% de la producción de petróleo y EEUU, Rusia e Irán, el 47% del gas natural mundial.
Ahora bien, los períodos de altos precios de los combustibles fósiles proporcionan incentivos para la innovación en energías alternativas.
Hay que tener en cuenta que durante décadas la participación de estos en el mix energético mundial ha sido alrededor del 80%. Pero la Agencia Internacional de la Energía ya considera tres escenarios para la estabilización del aumento de la temperatura media mundial en 1,5 grados centígrados: Políticas Declaradas (STEPS), Compromisos Anunciados (APS) y Emisiones Netas Cero para 2050 (NZE). Para el escenario STEPS estima que la participación de los combustibles fósiles quede por debajo de 75% en 2030 y algo más de 60% para 2050. Más aún, vislumbra por primera vez que el uso mundial del carbón disminuya y que el de gas natural alcance máximo a finales de esta década. Además, considera que el aumento de las ventas de vehículos eléctricos haga que la demanda de petróleo se estabilice hacia 2025 y disminuya ligeramente para 2050.
Ahora bien, en el escenario APS y a medida que se acelera la transición energética, la demanda de minerales críticos puede más que duplicarse para 2030. Efectivamente, un vehículo eléctrico contiene 65 kilos de grafito, 52 de cobre, 40 de níquel, 24 de manganeso, 13 de cobalto y ocho de litio, mientras que el convencional 34 kilos, esencialmente de cobre y manganeso. Por su parte, un generador de energía eólica marina precisa ocho toneladas de cobre y cinco de manganeso por megavatio generado, 15 veces más minerales que uno de gas natural. Incluso la Agencia prevé que la demanda de cobre aumente de cinco a nueve millones de toneladas métricas para 2030 respecto a 2021 en el escenario STEPS y casi 16 en el NZE. Incluso otros minerales críticos pueden experimentar mayor aumento de la demanda, como el silicio y la plata en energía solar fotovoltaica, tierras raras en motores de turbinas eólicas y litio en las baterías.
En cuanto a inversión, el total mundial en energías limpias en 2022 alcanzó 1,3 billones de dólares. En el escenario STEP puede superar 2 billones en 2030, pero en el NZE tendría que superar los 4 para la estabilización de las temperaturas globales. En todo caso a ello contribuirá la Ley de Reducción de la Inflación EEUU, donde el despliegue de capacidad solar y eólica será dos veces y media más rápido para 2030 y las ventas de vehículos eléctricos se multiplicarán por siete. Además, el despliegue acelerado de renovables y mejoras de la eficiencia puede reducir la demanda de gas natural y petróleo de la Unión Europea un 20 % esta década y la de carbón un 50 %. Incluso en China el consumo de carbón y petróleo puede alcanzar máximo antes de finales de década.
Por su parte el programa Transformación Verde en Japón proporciona impulso financiero a tecnología nuclear, hidrógeno y amoníaco de bajas emisiones. Corea del Sur también busca aumentar la participación de la nuclear y renovables en su s e India apunta a 500 gigavatios adicionales de renovable para 2030, para satisfacer casi dos tercios del consumo de electricidad.
El caso es que la República Democrática del Congo produce 69% del cobalto; China 63% del grafito y 60% de las tierras raras. Además, China procesa 40% del cobre mundial, 58% del litio, 65% del cobalto y 87% de las tierras raras. La alta dependencia de países como China es un riesgo para la transición energética, especialmente porque la diversificación lleva tiempo y es costosa. Se tarda de media 16 años desde el descubrimiento minero a la primera producción. Además, la concentración del mineral disminuye, 30 % en el caso del cobre chileno en los últimos 15 años. Así que extracción requiere más energía con mayor coste de producción, emisiones de gases de efecto invernadero y residuos.
Así que, dada las complejidades tecnológicas y de relaciones internacionales, es probable que la transición a una economía de energía limpia sacuda el orden geopolítico, donde las viejas alianzas den paso a otras y la globalización pase a tener un papel secundario frente a garantizar el suministro. Puede dar lugar a un mundo más fragmentado, en una competencia cada vez más feroz por el control de los recursos.