Wall Street parece estar resistiendo de forma clara los embates de un entorno restrictivo y una sucesión de subidas de tipos de la Reserva Federal. El principal índice norteamericano lleva una revalorización del 13,69% en lo que va de año, apoyada por una auténtica 'fiebre' de las firmas tecnológicas, subidas a la ola de Inteligencia Artificial. Pero incluso el Dow Jones, selectivo industrial que no incluye a estas compañías, aguanta en verde (2,86%) este 2023 a pesar del complicado entorno con los bancos centrales. Sin embargo, los expertos empiezan a temer que diversas amenazas que han pasado hasta ahora bajo el radar puedan dar la vuelta al rumbo de los mercados.
Hasta el pasado verano la principal preocupación era la amenaza de una recesión o el golpe de una ralentización de la economía en las cuentas de las empresas. Sin embargo, esas dudas se disiparon en la temporada de resultados, cuando el 80% de las empresas del S&P 500 lograron batir las previsiones. Según Federated Hermes, las cuentas corporativas supusieron "una prueba de que la economía estadounidense está resistiendo". A partir de entonces comenzaron a revisar al alza las previsiones desde un entorno más optimista y, consecuentemente, se han ido sucediendo las mejoras para el propio S&P 500 en su conjunto.
El consenso de Bloomberg cree que en un rango de 12 meses el principal selectivo del país norteamericano se situará en los 5.130 dólares (ahora se encuentra en los 4.353). Respecto a lo que resta de 2023, las buenas perspectivas también se han instalado, con Goldman revisando al alza sus previsiones hasta los 4.500 y Bank of America hasta los 4.600. Algunos de los analistas más pesimistas, aunque se mantienen bajistas, han mejorado considerablemente sus previsiones. Société Générale ha pasado de esperar un S&P 500 en los 4.300 a los 4.750.
Sigue habiendo bajistas, como los de BNP Paribas, que esperan una caída, aunque ya más limitada. Aunque Morgan Stanley se mantiene firmemente asentado en la perspectiva de que veremos caídas de más del 10% en Wall Street. Sin embargo, ambos justifican un retroceso en base a que, finalmente, las cuentas de las empresas Estados Unidos acabarán resintiéndose ante una economía ralentizada por las subidas de tipos de la Reserva Federal. Sin embargo, las amenazas para las compañías norteamericanas tal vez no vengan directamente de su propia economía y hay que ya ha encontrado tres enemigos inesperados que podrían cambiarlo todo.
El petróleo rumbo a los 100 dólares
El crudo vuelve a subir alentado por la OPEP y la mayor demanda. El petróleo caro supone una múltiple amenaza. Por un lado, puede suponer una estocada directa contra el consumo, uno de los indicadores que más han sorprendido por su resiliencia y que, finalmente, puede ceder ante el repunte del oro negro. Según eToro, la subida del precio de la gasolina del 25% que ha vivido el país norteamericano "puede suponer un 'impuesto' de 110.000 millones de dólares. De momento, las ventas minoristas de Estados Unidos se han mantenido fuertes, con un incremento en agosto hasta las 606.790 millones de dólares, en zona de máximos.
Por otro lado, está el hecho de que puede volver a agitar una inflación que ya parecía volver al redil poco a poco (se encuentra en el 3,7% actualmente). Una resurrección no solo cambiaría de forma clara el paso a la Fed, sino que elevaría los costes de las principales empresas del país, empeorando sus perspectivas.
Analistas como los de la gestora de Pimco ven en el resurgir del crudo el catalizador para una caída en S&P 500 superior al 15%. "El petróleo es uno de los mayores desafíos para la Reserva Federal", explicaba la analista Erin Browne. En caso de subir a esos niveles, "será difícil para el banco central comenzar a cumplir con los tres recortes que espera el mercado para 2024", un escenario que acabaría siendo un entorno más restrictivo de lo esperado.
Esta preocupación por el crudo ha vuelto a resurgir debido a la reciente remontada de la materia prima desde el verano, al calor de los recortes de producción de la OPEP, Rusia y el incremento de la demanda por parte de actores como China. El WTI (barril texano) ha pasado de unos 68 dólares en sus mínimos de mayo a iniciar una escalada hasta los 89 dólares. En el caso del barril europeo, el Brent, ya ha superado los 93 dólares y todo tipo de analistas, desde Goldman, hasta Bank of America, pasando por petroleras como Chevron, ya dan por hecho que llegará a los 100 dólares.
Los bonos en máximos
Otra duda que asalta a los analistas es el potente mercado de los bonos. Recientemente, el rendimiento de la deuda a diez años de Estados Unidos se ha situado en máximos de 16 años, dando una rentabilidad del 4,4% cuando antes de los movimientos de la Reserva Federal a comienzos de 2022, este se encontraba en el 1,6%.
Según los expertos de eToro, "los elevados precios suponen un claro lastre para la valoración porque cada aumento de 50 puntos básicos recorta nuestro valor razonable del S&P 500 en un 8%". El motivo de esta relación renta variable-renta fija es la competencia entre ambas a la hora de atraer inversores. Con un mercado considerado como defensivo, que ofrece más garantía ante un contexto macroeconómico difícil, que ofrezca mejores rendimientos, hace menos atractivo comprar títulos de una empresa, que arroja más riesgos.
Un dólar desatado
Otro factor a tener en cuenta es la fortaleza del dólar, alimentada nuevamente por las acciones de la Reserva Federal. Desde mínimos de julio la divisa se ha revalorizado un 5% respecto a su contraparte europea. Actualmente, se cambia por 0,94 euros y, dado tono menos 'hawkish' del Banco Central Europeo y la debilidad monedas como el yen o el yuan, los expertos creen que es una tendencia que podría consolidarse. Desde Safra Sarasin Sustainable AM explican que "todas estas condiciones se traducirían en un dólar más fuerte durante algún tiempo".
Aunque a priori parece que poder comprar más barato en el extranjero es una buena baza para el país norteamericano, los expertos advierten de los serios peligros que una divisa fuerte entraña para las empresas del S&P 500. Desde CFRA Research explican que "cuando el dólar se fortalece significa que los ingresos extranjeros se traducirán en menos dólares, un golpe a la facturación".
En el caso del S&P 500 la mayoría de sus empresas son gigantes con una fuerte presencia internacional y, de hecho, Josh Sailar, asesor financiero de Blue Zone Advisors, concreta diciendo que "alrededor del 40% de los ingresos del S&P son internacionales". Pero es que además, esta subida del dólar puede dañar al que está siendo la gran estrella de Wall Street, el sector tecnológico, cuyo índice, el Nasdaq 100, sube un 36,55% en lo que va de año. Según Sailar este sería uno de los más expuestos a los ingresos internacionales con más de un 50% de su facturación dependiente del exterior.