
El mal dato de crecimiento económico de China durante el segundo trimestre ha dejado huella en los mercados mundiales y, como no podía ser de otra manera, también en la bolsa doméstica. El índice CSI 300, que recoge compañías tanto de la bolsa de Shanghai, como de la de Shenzen, vivió ayer su peor día desde el 26 de junio, con una caída diaria del 0,82% que ha hecho que el selectivo vuelva a las pérdidas anuales: retrocede un 0,12%.
La debilidad de la segunda economía más importante del planeta se ha producido en varios frentes, y el problema para los inversores es que los analistas cada vez tienen más dudas de que el gigante asiático pueda remontar en los próximos meses, al menos, frente a las expectativas que había hace pocos meses. La recuperación post-Covid no está siendo tan sólida como se esperaba, y se están confirmando las revisiones a la baja de las perspectivas de los analistas para este año.
Citi, JP Morgan, Morgan Stanley, Société Générale, United Overseas Bank y Capital Economics están entre las grandes firmas que han recortado la previsión de crecimiento económico de China para este año. Con la excepción de la última firma, que espera un avance del PIB del 5,5% en 2023, el resto ahora las sitúan en el 5%, una cifra que contrasta con sus estimaciones previas, entre el 5,7% y el 5,5%, y que se queda justo en el objetivo de crecimiento que se ha marcado el gobierno para este año: el 5%.
Detrás del recorte no sólo se esconde la debilidad que ha sufrido China hasta la fecha, también, y esto es clave para muchos analistas, el hecho de que las políticas de estímulo económico en el país no vayan a incrementarse en los próximos meses. En el caso de Nomura, esperan dos recortes de tipos de 10 puntos básicos próximamente, un movimiento que, sin embargo, "puede no ser suficiente para dar la vuelta a la situación", señala el banco.
Que los consumidores recuperen la confianza es ahora una de las claves, destacan los analistas. Uno de los principales problemas que ha sufrido China este trimestre es el frenazo en el consumo minorista. Además, el país tiene que lidiar con la crisis en el sector inmobiliario, e incluso el riesgo de deflación, después de un mes de junio en el que los precios al consumo no se movieron, y hubo una caída del 5,4% en los costes de producción.