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'Senior Living', una oportunidad de inversión alternativa de impacto social y económico

La oportunidad de inversión que supone el 'senior living'

España cuenta más de nueve millones de personas con más de 65 años, un 20% de la población. La entrada en edad de jubilación de la generación del baby boom está acelerando este proceso de forma que en 2050 hasta un tercio de los españoles superará dicha edad. Para entonces, habrá más de 200.000 españoles centenarios

¿Esto qué implica? Como país debemos hacer frente a numerosos desafíos en cuanto al cuidado y la atención de las personas mayores. Las tendencias demográficas están impulsando una creciente demanda social de cuidados, que además en tiempos post-COVID está generando la necesidad de nuevos modelos de servicios residenciales y de atención. Los baby boomers, aquellos nacidos después de la Segunda Guerra Mundial, tienen necesidades distintas a las de generaciones anteriores y son más exigentes. Esto viene asociado a un mayor nivel de educación, poder adquisitivo y digitalización, así como a la asimilación de una cultura del ocio.

Las residencias siguen siendo un servicio social imprescindible a partir de cierto grado de dependencia. En España contamos con más de 5.000 residencias públicas y privadas, además del apoyo que ofrecen los centros de día a los adultos mayores y los servicios de atención domiciliaria para quienes prefieren y/o pueden quedarse en casa. La sostenibilidad de este modelo de negocio se está poniendo a prueba bajo el nuevo marco regulatorio, que exigen grupos de convivencia más reducidos y cada vez más necesidades de personal.

En este entorno los cambios culturales y de necesidades de los mayores están generando progresivamente nuevos modelos de atención, como lo son las residencias especializadas en patologías concretas como el Alzheimer o el Parkinson.

En contraposición a la gran dependencia, están apareciendo otros modelos de atención para personas mayores independientes o que requieren una asistencia temporal, y que principalmente persiguen superar la otra gran pandemia, es decir, la soledad no deseada.

Este es el caso del Senior Living, una tendencia consolidada en países anglosajones, donde los mayores conviven en una comunidad con servicios adaptados a las necesidades del colectivo en un mismo edificio.

Se trata de un modelo que está ganando adeptos en España, donde ya existen emplazamientos, especialmente en la costa mediterránea enfocados como complejos residenciales, donde tienen acceso directo a todos los servicios sociosanitarios que puedan ser necesarios en cualquier caso, así como a planes de ocio afines a sus intereses.

Si bien hay algunos proyectos puntuales ya en marcha, con un enfoque principalmente en clientes de alto poder adquisitivo, la oportunidad tiene un encaje vital y financiero también en clases menos pudientes y en jubilados nacionales.

Tanto los servicios tradicionales de residencia como estos nuevos modelos persiguen cada vez una mayor calidad y atención para una población cada vez más exigente. Ofrecer calidad y atención en un contexto de elevada inflación a menudo no está al alcance de todos. Es fácil que una plaza en residencia privada supere los 2.000 euros al mes, frente a la pensión media que no supera los 1.400 euros al mes.

Para hacer frente a este esfuerzo también se han ido popularizando diferentes opciones de licuación inmobiliaria que permiten a los mayores y sus familias contar con los recursos económicos necesarios para costearse esta etapa de la vida con las comodidades que buscan.

Los desafíos planteados por esta transformación demográfica en España están creando nuevas oportunidades, tanto a nivel social como económico. Nuestro país, gracias a su liderazgo en turismo y servicios sociosanitarios de calidad tiene una gran oportunidad para convertirse en la Florida de Europa, como señala el profesor Iñaki Ortega. Por un lado, mejorando sustancialmente la calidad de vida de las personas mayores en su propio municipio, retrasando las etapas de gran dependencia y por otro dinamizando la economía y creando puestos de trabajo cualificados.

Para lograr que esta visión se haga realidad, es importante que los distintos actores privados y públicos trabajen de forma coordinada, para garantizar servicios transparentes y de alta calidad, fomentando a su vez las mejores prácticas en materia medioambiental, social y de gobierno. La revolución de las canas está aquí para quedarse.

Para construir esta oferta de país necesitamos la colaboración de todos los actores. Por la parte pública, este pacto debe incluir medidas de carácter fiscal para expatriados, políticas que incentiven a un ciudadano europeo a mudarse a España de forma permanente, y por ende consumir y generar riqueza local. Por la parte privada, nuestros hoteleros y promotores deben llevar a la práctica estos nuevos modelos de convivencia, transformando y ampliando el parque inmobiliario actual para reconvertirlo a este nuevo uso.

Este aprovechamiento del inmobiliario no sólo implica adecuarlo para prestar un servicio de calidad internacional a la hora de atender las necesidades de las personas mayores, si no también tener en consideración las últimas tendencias en sostenibilidad que exigen las mejores prácticas medioambientales.

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