La apertura del Miércoles Santo fue seguida en Iberdrola con la expectativa de rubricar un alza histórica. Cerca de las 20:00 de la tarde -hora española- del día anterior se comunicaba la venta de 13 plantas de ciclos combinados en México por 5.500 millones al fondo estatal de infraestructuras Fonadin, que está fuera del balance público y se financia en los mercados. Con esta operación Iberdrola se libera del yugo que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, le había puesto a la compañía de una posible nacionalización; se queda en el país con dinero para seguir invirtiendo en renovables; y le permite enarbolar la bandera más alta entre las grandes eléctricas verdes ya casi sin ciclos combinados. En palabras de AMLO, "hemos tenido algunas discrepancias, pero con el diálogo se puede todo. Es algo extraordinario, histórico". Mensaje rubricado por Sánchez Galán, al asegurar que "dos años más tarde hemos hablado y hemos llegado a un acuerdo. Una situación que es buena para el pueblo de México y que cumple con los intereses de los accionistas de Iberdrola".
La subida al final de la sesión se quedó en el 2,5%, nuevo máximo histórico con dividendos para Iberdrola, apoyo unánime de los bancos de inversión, pero sin mejoras del precio objetivo medio que permita superar los 12 euros. Barrera que en la eléctrica gustaría haber superado antes de la junta general del 28 de abril para que los accionistas desplieguen la alfombra (siempre verde) al presidente. Otro viento a favor para la consecución de este objetivo es que la venta en México sirva para impulsar la compra de PNM Resources en EEUU. En uno de salones históricos del Palacio Presidencial se formalizaba una negociación pilotada por David Mesonero, que da galones al yerno de Sánchez Galán, al permitir a los dos presidentes salir victoriosos antes su público. AMLO habla abiertamente de nacionalización y presume de incrementar la capacidad de generación eléctrica pública del 39% al 55%. Y Sánchez Galán vende una autopista vieja como si se tratase de una nueva, respeta las 'particulares' condiciones de México para poder seguir invirtiendo en renovables y redes de transportes en un país en el que la española lleva 22 años.
El dilema para invertir en Iberdrola siempre suele ser el mismo. Al ser una compañía que es el híbrido perfecto entre crecimiento y dividendo suele cotizar siempre más cerca de precios de venta que de compra. Lo que es lo mismo que decir que se compra siempre cara, y el problema se soluciona conservándola años en cartera. Quien compró hace una década a tres euros, recibe hoy una rentabilidad por dividendo del 16%.
Nadie en su sector ha demostrado una visión tan clara sobre el futuro como Iberdrola. El problema es la exigencia de sus múltiplos. La expectativa que genera la suma de la inversa del multiplicador de beneficios y la rentabilidad anual de Iberdrola es del 10%, frente al 17,48 % de Enel o el 17,2% de Engie (ambos Eco30).