En 2022 ha quedado patente que los mercados pueden cambiar muy rápidamente de panorama, especialmente en momentos de tensión. En el último tramo del año pasado, la renta fija era el activo que más rechazaban los gestores de fondos. Así lo admitían en la encuesta mensual de Bank of America, cuyos resultados reflejaban la mayor infraponderación de los bonos en las carteras de toda la historia.
En aquel momento nadie quería un activo que ofrecía rentabilidades negativas, y prometía pérdidas abultadas a medida que aparecían las primas señales de normalización de las políticas de los bancos centrales. En pocos meses, sin embargo, la situación se ha dado la vuelta: la renta fija ha confirmado el mal año que casi todo el mundo esperaba pero, una vez la tormenta parece que ya ha pasado, los gestores han vuelto a reconocer el valor que ofrecen los bonos en este momento. La última encuesta del banco estadounidense lo confirma: por primera vez desde 2009 los inversores tienen una sobreponderación neta a la renta fija.
Prefieren los bonos soberanos
Los encuestados (281 gestores que manejan 728.000 millones de dólares entre todos) no han cambiado demasiado sus expectativas macro de cara al año que viene, y siguen esperando 12 meses sin crecimiento económico, e incluso en el que habrá una recesión, y en un año en el que se confirmarán las caídas de los beneficios empresariales, pero, eso sí, con una inflación que crecerá a un ritmo por debajo del actual.
Dentro del espectro de renta fija, la preferencia de los gestores de cara al año que viene son los bonos soberanos. El 27% de los encuestados considera que son el activo que mejor se comportará en 2023, la opción más repetida en la encuesta. En segundo lugar aparece la renta variable, con un 25% de respuestas, incluso por delante de la renta fija corporativa, el activo favorito para el 24% de los gestores. Por debajo quedan las materias primas, con un 12% de respuestas, la liquidez, con un 6% y los criptoactivos, con un 4% de los encuestados.

Aunque la renta variable se sitúe en segundo lugar, la preferencia de invertir en bonos frente a la renta variable se ha ampliado en el último mes. Si se pone en relación el atractivo de la renta fija en comparación con la variable, los gestores no estaban tan positivos con los bonos desde el año 2009. Si se compara con la exposición que han tenido los gestores a lo largo de la historia, el peso de la renta fija en sus carteras es ahora el más alto que se ha visto, y coincide con la menor exposición a renta variable desde que hay registros.
Sin embargo, por geografías, hay algunas bolsas que sí interesan a los encuestados: las de los países emergentes. Un 13% neto de los gestores reconoce sobreponderar en este momento la renta variable de este tipo de regiones. Es la única que les gusta, ya que, tanto la bolsa japonesa, como la de la eurozona, la de Estados Unidos y la de Reino Unido tienen una infraponderación neta en la actualidad en las carteras de los encuestados. Es la primera vez que sobreponderan la bolsa emergente en los últimos 9 meses.
Los grandes peligros
Aunque los gestores tienen claro que la inflación va a seguir cayendo en los próximos 12 meses, también reconocen el peligro que supone el repunte inflacionista para los mercados. Es el principal riesgo que acecha en este momento para los encuestados, con un 37% de respuestas. En segundo lugar se mantiene como mayor peligro la posibilidad de que se produzca una profunda recesión mundial; en tercer lugar, aparece el riesgo de que los bancos centrales no frenen el proceso de endurecimiento de su política monetaria, y en cuarto, que la situación geopolítica empeore.
Además, destacan los factores que, a su juicio, podrían desencadenar una crisis de crédito y, en diciembre, la banca en la sombra de Estados Unidos se ha colocado en primer lugar, por delante del sector inmobiliario en China, que cae a la segunda posición, y del mercado de deuda soberana europea, que se mantiene en tercer puesto. Por debajo queda el sector inmobiliario de mercados desarrollados, una crisis en los fondos de pensiones, la deuda soberana emergente y la deuda corporativa en Estados Unidos.