Bolsa, mercados y cotizaciones

Daniel Kahneman, el Nobel que explicó que la inteligencia artificial derrotará al inversor minorista

  • "El problema del 'trader' es que vuelve demasiadas veces al mercado"
  • El sesgo más peligroso para el inversor es el exceso de confianza
Daniel Kahneman, durante su intervención en el Foro de Amundi el pasado 9 de junio.

Imagine que es usted dueño de una empresa de seguros. Y que pide a dos de sus agentes, con similar formación, que establezcan, por separado, una prima en dólares para una misma compañía. ¿Cuánto cree que divergirán sus precios para el mismo cliente? Deberían ser relativamente parecidos... ¿o no?

Daniel Kahneman -premio Nobel de Economía- y otros expertos realizaron este ejercicio en múltiples empresas de seguros. Su conclusión fue que, de media, la diferencia en las primas de unos y otros profesionales, con una preparación y trayectoria semejantes, alcanzaba un llamativo 55% para un mismo cliente. Preguntaron a los CEO de las aseguradoras qué variación esperaban ellos. Respondieron que un 10%.

Una variación del 55% implica, por traducirlo a cifras, que cuando un agente de seguros fija una prima de 9.500 dólares, el otro establece una de 14.500 dólares (y no de los 10.500 a los que se habría traducido ese 10% calculado por los ejecutivos).

Esta dispersión en las decisiones, que uno a priori no se espera, se debe a lo que Kahneman denomina ruido. Y los ejecutivos encuestados estiman que el coste anual de ese ruido para las compañías en lo que respecta a las primas (teniendo en cuenta la pérdida de negocio por las primas excesivas, y las generadas por contratos infravalorados) asciende a cientos de millones de dólares. Lea también: ¿Qué mecanismos psicológicos controlan sus decisiones de inversión?

Todo esto lo explica Kahneman, padre de las llamadas finanzas conductuales, en su libro Ruido: un Fallo en el Juicio Humano, escrito junto a otros dos autores, Oliver Sibony & Cass Sunstein y publicado en 2021. "Los datos mostraron que el precio que se le exige pagar a un cliente depende, en una medida incómoda, de la lotería que escoge qué empleado negociará la transacción", se afirma en el libro. "Utilizamos la palabra lotería para enfatizar el papel de la casualidad en la selección de un agente", añaden los autores de Ruido. En el funcionamiento habitual de estas empresas, un único profesional es asignado a un caso, y nadie podrá sabe jamás qué habría sucedido si otro colega hubiera ocupado su lugar", añaden los autores de Ruido.

Kahneman visitó recientemente París, donde participó como ponente en el evento anual para clientes de la gestora francesa Amundi, celebrado en la capital gala a primeros de junio. En su breve intervención, este anciano de 88 años habló de los sesgos cognitivos que determinan el comportamiento de los inversores, pero hizo hincapié en el más peligroso: "Uno de los más importantes es el exceso de confianza, que consiste en que la gente piensa que está más cerca de la verdad de lo que, de media, está. Esa sobreconfianza es masiva. Además, las historias de éxito refuerzan la visión de que es algo positivo; si te fijas en personas que han tenido mucho éxito, en multitud de casos son excesivamente confiadas y optimistas. Sin embargo, de media, ese exceso de confianza no es algo tan bueno", advirtió este psicólogo.

Kahneman recibió el Nobel en 2002, por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre. En aquel momento era psicólogo de profesión, aunque, además de su licenciatura en Psicología, había cursado un máster en Matemáticas.

Nacido en Tel Aviv, Daniel Kahnmean pasó su infancia en París, donde vivió junto a su familia la ocupación de los nazis. Su padre fue detenido en una redada de judíos, pero finalmente fue liberado, tras seis semanas, gracias a la intervención de su empleador. La familia permaneció unida el resto de la guerra, y sobrevivió a la misma.

Sin esperanza para el 'retail'

Kahneman hizo gala de su sentido del humor y provocó carcajadas entre el auditorio, congregado a escasos metros del Museo del Louvre, con sus devastadores pronósticos para el inversor minorista que desee tomar sus propias decisiones de compra y venta. "Los traders individuales pecan de exceso de confianza. El error más habitual del trading es volver demasiadas veces [al mercado], intentarlo más de lo debido. Esto provoca que compren caro, y que vendan a precios bajos. No pueden competir con la inteligencia artificial", sentenció.

En opinión de este experto, el juicio humano no tiene nada que hacer frente a los roboadvisors. "El problema, cuando tienes una inteligencia artificial que puede darte consejo sobre qué hacer [a la hora de invertir], surge la cuestión de quién debería tener la última palabra. Para todo el mundo parece obvio que debería ser el humano. Pero, si buscas el sistema que ofrece el resultado más correcto, la inteligencia artificial debería tener la última palabra". Lo que ya es una realidad en múltiples campos (el dominio absoluto de las máquinas) pronto lo será también en el mundo de la inversión, afirmó.

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