
Antes de que China reforzará su postura respecto a las criptomonedas, cerca del 65% del minado global se llevaba a cabo desde ese país. La prohibición de todas las transacciones relacionadas con estos activos digitales provocó un éxodo de mineros chinos hacia otros países. Esto, a su vez, terminó por incrementar la ya de por sí elevada huella de carbono del minado de bitcoins.
Kazajistán y Estados Unidos son los países que más mineros chinos exiliados han acogido. Mientras que en China tenía acceso a una energía renovable barata y abundante, procedente de las centrales hidroeléctricas de Sichuan y Yunnan, en sus nuevos destinos los combustibles fósiles son las principales fuentes de alimentación para sus operaciones. En el caso de Kazajstán, el carbón, y en el de Estados Unidos, el gas natural. Como resultado, la proporción de electricidad renovable utilizada para alimentar la red de bitcoin se redujo en un 17%, pasando del 41,6% en 2020 a alrededor del 25,1% en agosto de 2021, según un estudio publicado en la revista Joule.
La huella de carbono de la minería de bitcoin suponía un impedimento para que China logrará su objetivo de ser emisiones cero en 2060, de ahí su decisión de prohibirla. La minería de bitcoin requiere una enorme cantidad de energía para su desarrollo. Una cantidad que irá en aumento conforme participen más mineros en las operaciones debido a su diseño. Se estima que la minería de bitcoin puede ser responsable de unas 65 megatoneladas de dióxido de carbono al año, el equivalente a las emisiones de un país como Grecia.
Es difícil calcular el cómputo global de energías renovables que consume el minado de bitcoin debido a que se desconoce la ubicación exacta de los mineros. Un estudio realizado por el Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge lo situaba en torno al 40%. En cambio, para el Consejo de Minería de Bitcoin, la cifra está más cerca del 60%. Coinshares, por su parte, calculó que hasta el 73% de la electricidad que alimenta el minado de bitcoin procede de energías renovables, según recoge The New York Times.
El futuro del minado de bitcoin
El futuro de la industria no está ni mucho menos asegurado. La ingente cantidad de energía que requiere para alimentar sus operaciones se está convirtiendo en un problema para los países que acogen a los mineros. Frente a la creciente concienciación sobre la crisis climática, la huella de carbono del bitcoin representa un problema para su propio avance.
El mejor ejemplo de ello es, Kazajstán. La demanda de energía del bitcoin creó tal presión sobre la envejecida red energética del país que el gobierno se vio obligado a permitir que los operadores de la red limitaran el suministro de energía a los mineros. Algunas instalaciones se quedaron incluso sin energía.
Otros países, como Islandia, han anunciado que no acogerán más mineros de bitcoin. En el caso de Suecia, los reguladores aseguran que la minería de bitcoins desvía la energía de industrias más productivas, y están presionando a la Unión Europea para que prohíba esta práctica.