El euro se deprecia casi un 9% desde el máximo de la pandemia, los 1,23 dólares que registró en enero de este 2021. La caída de la 'moneda común' es el relato de la divergencia entre el ritmo de retirada de estímulos de la Fed y el BCE. La clave ahora está en si esta brecha seguirá aumentando. Las previsiones apuntan a un 3% de recuperación del euro, a 1,16
En este periodo, el índice dólar, que mide el comportamiento de la divisa estadounidense frente a los principales pares de todo el mundo, sube cerca de un 8%, lo que significa que en el retroceso de la moneda común hay más de fortaleza del dólar que de debilidad propia.

Esta fortaleza del billete verde está directamente relacionada con el ciclo adelantado de Estados Unidos respecto a la recuperación económica, el pico de inflación más acusado y el proceso más adelantado de retirada de estímulos monetarios, dentro del que la Reserva Federal (Fed) ya ha anunciado hasta tres subidas de los tipos de interés oficiales en 2022, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) incluso se ha dado margen para seguir interviniendo en el mercado secundario de deuda según exija la coyuntura, y no se espera que toque el precio del dinero hasta, como mínimo, 2023.
"Esperamos que la subida del dólar siga avanzando en los primeros meses de 2022 a medida que la Fed reduzca su programa de compra de bonos y se acerque a su primera subida de tipos del actual ciclo", resume Jane Foley, estratega jefe de divisas de Rabobank, quien explica, que, "en consecuencia, hemos revisado a la baja nuestra previsión para el euro/dólar de cara a los próximos seis meses a 1,10 desde 1,12".
No se esperan muchas más caídas
En estos momentos, la estimación más pesimista para el euro para 2022 es la de ABN Amro, que la baja hasta los 1,05 dólares. La siguiente es la de BNP Paribas, en 1,09. La media de las previsiones del consenso de expertos que reúne Bloomberg se queda en los 1,16 dólares -un potencial del 3%- y no justifica coberturas pese al impacto que tiene en las importaciones -por ejemplo de petróleo o gas- y a que el coste de protegerse de más caídas es bajo, cercano al 1%, sobre todo respecto al 3% que alcanzó a finales de 2017, cuando el euro llegó a intercambiarse por 1,25 dólares, o frente al 3,5% al que se fue en noviembre de 2018, cuando el rendimiento del bono de Estados Unidos superó el 3% y los mercados temblaron.
El coste de cobertura del 1% habla precisamente de estos dos últimos aspectos. Por un lado, que sea barato proteger el cruce entre el euro y dólar podría entenderse como un síntoma de que no se espera una caída mucho mayor de la moneda común.
Por otra parte, esta misma circunstancia significa que no se estima una ampliación del diferencial entre los tipos de interés de Estados Unidos y de la eurozona, pese al pico más intenso de inflación en el primer polo económico respecto al segundo.
Actualmente, el rendimiento de la referencia del mercado de deuda al otro lado del Atlántico, el bono a 10 años o T-Note, es del 1,5%, tras haber subido desde el 1,3% de mediados de septiembre. Su homólogo en el Viejo Continente, el Bund de Alemania, aún tiene una rentabilidad negativa del -0,2% en el mercado secundario.
De hecho, cada vez que la expectativa de subida de los tipos de interés oficiales por parte de la Fed aumenta, el incremento de la brecha de rendimientos entre Estados Unidos y la eurozona funciona de aspiradora para el dólar, atrayendo el dinero en contra del euro.
"Se podría decir que la Reserva Federal más dura está ya en el tipo de cambio del euro respecto al dólar, y los diferenciales de crecimiento económico podrían volverse más relevantes a finales del próximo año, por lo que entonces es probable un alza del euro [las previsiones apuntan a un mayor incremento del PIB son mayores en la eurozona que en Estados Unidos en 2022]", considera Audrey Childe-Freeman, experta en el mercado de divisas del servicio de análisis de Bloomberg.
El pico de inflación y el coste de la energía amenaza la balanza por cuenta corriente positiva de la Eurozona
"Perseguir el euro/dólar por debajo de 1,10 tiene un atractivo limitado a menos que se crea en unos tipos de interés de la Fed mucho más altos de lo esperado", continúa. "El presidente de la Fed, Jerome Powell, comentó en su conferencia de prensa posterior a la última reunión sobre política monetaria, la de diciembre, que Estados Unidos está avanzando rápidamente hacia el pleno empleo, lo que sugiere que los riesgos que rodean la inflación salarial y la inflación de demanda están aumentando", añade Jane Foley, de Rabobank, señalando el principal riesgo sobre una aceleración mayor de la institución norteamericana.
Por otra parte y en la misma línea, el extraordinario pico de inflación global y, concretamente, el fuerte incremento del coste de la energía por las particularidades de la recuperación tras el shock de la pandemia amenaza un rasgo clave de la economía de la eurozona: la balanza por cuenta corriente (exportaciones menos importaciones, según una aproximación gruesa al concepto) favorable, una constante en los últimos años, con la excepción del vuelco en la Gran Crisis Financiera.
Esta condición exportadora de la eurozona es un pilar para el euro, al implicar más demanda de la moneda común que ventas en el terreno comercial. Ahora, otra condición histórica de Europa, la de importadora de energía, pone en peligro este sostén.