
De la deflación al repunte de la inflación. En un informe distribuido entre sus clientes, Michael Harnett, estratega jefe de Bank of America y su equipo, estiman que la década en curso será "inflacionaria". Al respecto señalan como la anterior (2010) estuvo marcada por las presiones a la baja sobre los precios debido al exceso de deuda, el envejecimiento de la población, la disrupción tecnológica y la globalización.
Sin embargo, los precios en la década de 2020 repuntarán con fuerza por múltiples factores. Entre ellos destaca el aislacionismo económico (los bienes, la mano de obra y el capital fluirán con menos libertad, por ejemplo, la ruptura de la cadena de suministro entre las fábricas de China y las tiendas minoristas de EEUU).
También influye la intervención de los gobiernos (los estímulos de más de 30 billones de dólares en los últimos 18 meses impulsan la expectativa social de que el gobierno debe intervenir para hacer frente a todas las crisis) así como la desigualdad de la riqueza (regulación y redistribución).
Para Harnett esto significa un trasvase de los activos financieros a activos reales, del crédito a las materias primas, de la tecnología a los bancos y una asignación de activos menos concentrada. Un "cartera permanente" (de 25% en bonos/ 25% en acciones/25% en efectivo/25% en materias primas) genera un rendimiento anualizado del 14,9% en 2021, el más alto desde el 1986.
Desde Bank of America ponen de manifiesto cómo el petróleo ha subido un 55%, el gas natural un 122%, los alimentos un 33%, los costes de transporte un 225% en lo que llevamos de año. Por su parte, el IPC estadounidense de los últimos 6 meses acumula un incremento de un 7,6% (anualizado), el subyacente un 6,8%. Los salarios, por su parte, avanzan un 4,9%.
En cuanto a la macroeconomía y la Reserva Federal, Harnett expone que los rendimientos suben por la debilidad de la pandemia, la tendencia a la reapertura, la inflación y algo más de 20 días que faltan para que la Fed arranque con su tapering. La presión política sobre el banco central aumenta (en última instancia, contra el dólar), pero por el momento el billete verde actúa como refugio global. Solo un dato de empleo de septiembre por debajo de los 250.000 puestos de trabajo o un colapso de las negociaciones presupuestarias en Washington detendrán el proceso de reducción de las compras de deuda.
En estas circunstancias, el aumento de los rendimientos fomenta la "rotación" (véanse los flujos de entrada hacia las empresas de pequeña capitalización, los bancos y la energía). Según BofA, el aumento de los rendimientos se considera hasta ahora "bueno" (reflejo del impulso de la reapertura) más que "malo" (perjudicial para el crecimiento y/o el riesgo de accidente financiero).