
La expansión del teletrabajo parece no darle miedo. WeWork, el gigante de las oficinas de coworking, saldrá a bolsa el próximo mes de octubre si los accionistas de la compañía de propósito especial de adquisición (SPAC, por sus siglas en inglés) aprueban la fusión con esta gran corporación que ya intentó su salto al parqué en 2019 pero tuvo que posponerlo.
De esta manera, los accionistas de la SPAC BowX Acquisition se encontrarán el próximo 19 de octubre para votar sobre la operación. Como BowX cotiza en bolsa, la fusión con WeWork supondría la salida a bolsa de la compañía de forma indirecta. Esto le permitiría pisar el parqué sin cumplir con las obligaciones de información que impone una Oferta Pública Inicial (OPI) tradicional.
El acuerdo entre ambas partes se alcanzó el pasado mes de marzo y elevó las acciones de BowX a máximos históricos, en el entorno de los 14 dólares a primeros de abril. En la actualidad, y desde el pasado mes de agosto, cotiza con escasa volatilidad hacia los 10 dólares por acción.
La fusión valora WeWork en 9.000 millones de dólares incluyendo la deuda, la quinta parte de los 47.000 millones en los que se la valoraba en 2019. La empresa sufrió unas pérdidas de 2.000 millones de dólares en el primer trimestre de este año.
WeWork, que cotizaría bajo el ticker WE, podría llegar al parqué de la Bolsa de Nueva York tan pronto como el 21 de octubre si los accionistas de BoWX aprueban la operación. Su fluctuación estará notablemente marcada por el nivel de implantación del teletrabajo, que ha perjudicado al mercado de las oficinas al posibilitar una producción similar en menores infraestructuras gracias a empleados que alternan su presencialidad por días o directamente no acuden a la sede física de su empresa para trabajar desde casa.
Un viaje tortuoso
Vista hace unos años como una de las empresas más prometedoras en uno de los sectores con más crecimiento potencial, WeWork levantó una alta expectación cuando en abril de 2019 empezó a barajar su salida a bolsa. A pesar de unas pérdidas de 1.930 millones de dólares el año previo por sus elevadas inversiones para expandirse a nivel internacional, sonaba como la segunda mayor OPV del año gracias a la valoración de 47.000 millones que vino dada por la ronda de financiación de 2.000 millones que cubrió Softbank.
Pero las ilusiones se fueron desvaneciendo a fuerza de polémicas. Por un lado, los inversores se mostraron escépticos ante una valoración tan alta y la matriz de WeWork, The We Company, se vio forzada a reducir su valuación hasta la zona de los 20.000 millones. El hecho de que buena parte de su modelo de negocio se base, simplemente, en realquilar las oficinas y no en alquilar inmuebles en propiedad, levantó suspicacias entre algunos expertos, algunos de los cuales ni siquiera veían posible que la empresa llegase a generar beneficios.
Por todo ello, WeWork decidió dar marcha atrás y posponer indefinidamente su debut bursátil. Esta fue la puntilla en el liderazgo de su consejero delegado y cofundador, Adam Neumann, que venía siendo criticado por su gestión caótica y quien renunció al cargo poco después.
SoftBank tomó el control de la compañía en octubre, alcanzando el 80% de The We Company, y se encaminó hacia una política de ajuste del gasto. Además de recortar más de 2.500 empleos en los meses siguientes, apostó por hacerse fuerte en sus mercados fuertes y deshacer las inversiones en otros puntos como China, India o América Latina.