
¿Quién será el próximo Apple, Amazon o Facebook? Es la pregunta del millón, tal vez billón de dólares. Efectivamente, muchos miran con envidia la generación baby-boom, cuyos ahorros han aumentado desmesuradamente con el sector tecnológico. Sin embargo, todo indica que habrá muchas más oportunidades. Algunas tendrán nombres conocidos, otras un perfil más bajo, pero en cualquier caso de fuerte rentabilidad de la inversión. Muchas más, fracasarán.
De hecho, los inversores en el sector tecnológico deben ser prudentes. Gobiernos y autoridades antimonopolio están tomando medidas drásticas en cuanto a privacidad de los datos y buscan nuevas formas de gravar al sector y, las valoraciones de las tecnológicas cotizadas, en relación con su historial superan prácticamente cualquier otro sector. En precio-beneficios el índice MSCI ACWI Tech ha llegado a 25 veces, en comparación con 15,7 promedio los últimos diez años.
Pero las tecnológicas cotizadas (caras o no) ya no son la única opción. El sector privado es una alternativa cada vez más atractiva, por valoraciones y universo invertible. Hay que tener en cuenta que desde 2000 el número de empresas que cotiza en EE.UU. ha pasado de 7.000 a 4.000 y la edad media de la empresa que cotiza ha aumentado de siete años en la década de los 80 a 11 años entre 2010 y 2018, sobre todo en tecnología, donde la disponibilidad de capital privado ha permitido a estas empresas retrasar la cotización. De hecho, permanecer más tiempo privadas favorece a las pequeñas empresas de rápido crecimiento con activos intangibles significativos. No quieren revelarse en su fase inicial y pueden beneficiarse de la mayor flexibilidad del capital privado para evaluar sus activos intangibles. Ahora estas empresas crean una proporción creciente de valor antes de cotizar. Amazon, Apple y Microsoft salieron a bolsa hace más de una década por debajo de 1.500 millones de dólares, pero las nuevas estrellas como Datadog a 7.800 millones, Zoom a 9.200 millones, Spotify a 26.000 millones y Snowflake a 33.000 millones. Con menor distracción de accionistas minoritarios o dependencia de analistas de renta variable los fundadores en estas empresas tienen más tiempo para encontrar socios de valor añadido que puedan aportar experiencia y, a menudo, contactos.
Además los gestores de fondos de capital privado y capital riesgo tienden a tener una parte significativa de su propio capital invertido, lo que favorece las sinergias. Además, las empresas privadas no sufren la presión de cumplir o superar expectativas de beneficios trimestrales. Pueden tener un plan de negocios plurianual, incluso si implica sacrificar rentabilidad a corto plazo. Por su parte, los inversores, en lugar de centrarse en startups de alto riesgo pueden hacerlo en varias empresas en diferentes estados de maduración.
Sea lo que sea, a través de inversiones de capital privado se puede acceder a los segmentos más prometedores. En primer lugar, el software empresarial, el sector de más rápido crecimiento, a tasa anual compuesta prevista de 15,6% hasta 2024, pues las empresas tienen incentivos para hacerse más digitales y agilizar procesos, reducir costes y atraer empleados. Más del 90% de las empresas de software son privadas. A ello se añade el 5G, que junto con el Internet de las Cosas, promete llevar la conectividad inalámbrica a territorio inexplorado, de lo que surgirá una nueva cohorte de empresas disruptivas. El 41% de la población carece de acceso a internet y durante la pandemia las personas han traslado trabajo, estudio, compras, ejercicio y ocio en línea, tendencia que va a continuar, sobre todo a medida que la generación más joven crece y aumenta su poder de consumo. Además, la banca como servicio rediseñará por completo las cadenas de valor de los servicios financieros tradicionales. Por su parte, la ciberdelincuencia crece rápidamente en complejidad, incidentes y escala, agravada por el trabajo desde casa y uso de dispositivos privados. Ahora es una parte mucho mayor de los presupuestos de tecnologías de información, siendo la privacidad de datos un área clave. A ello se añade que la automatización se está adoptando en todo el proceso de fabricación y cadenas de suministro, logística y embalaje, así como diseño de herramientas e incluso edificios. En todas estas áreas los mercados privados ofrecen una rica selección de oportunidades de inversión y potenciales rentabilidades/riesgos muy atractivas.