
Bajo la sombra de las tensiones geopolíticas con epicentro en Afganistán, el asedio de la contagiosa variante Delta, los síntomas de fatiga en China o la necesidad de esquivar un potencial cierre del gobierno en Estados Unidos, entre otros asuntos, los próximos meses contarán con abundantes baches que no se lo pondrán nada fácil a la Reserva Federal. Su intención de comenzar a reducir sus estímulos enfrenta una encrucijada guiada por la confianza del consumidor, que en estos momentos toca mínimos en casi una década.
Todo ello coincide con dos catalizadores clave: el regreso a las oficinas y a las aulas. En lo que al primero se refiere, el próximo enero se perfila ya como el nuevo septiembre para que muchas grandes empresas estadounidenses permitan el retorno de sus empleados, como es el caso de Apple y Ford. Además, cada vez es mayor el número de compañías que imponen mandatos de vacunación, bajo la amenaza de represalias a los trabajadores que no cumplan con estas condiciones.
Transición fluida
Dicho esto, un termómetro clave para determinar los devenires económicos relacionados con la pandemia está en las escuelas. Desde mediados de mes y hasta el próximo septiembre, la temporada de regreso a los colegios cobrará especial protagonismo entre los economistas. En estos momentos, una transición fluida debería permitir a los adultos con hijos volver al trabajo, reforzando así las buenas cifras de empleo acumuladas en EEUU entre los meses de junio y julio. De hecho, los economistas de Morgan Stanley mencionan este factor junto con la expiración de las ayudas adicionales por desempleo como el catalizador que llevará la tasa de desempleo al 5% a finales de este año.
Es importante tener en cuenta que hasta un tercio de la población activa estadounidense tiene hijos de hasta 14 años. Esto significa que la reapertura de escuelas y guarderías podría servir como motor para suplir la falta de trabajadores. También debería disminuir las preocupaciones sobre el crecimiento e impulsar de nuevo la confianza. Sin embargo, el regreso a las aulas se postula actualmente mucho más complicado de lo esperado.
Los nuevos ingresos en EEUU por Covid en niños alcanzan los niveles más altos en un año
La reapertura de las escuelas, más del 60% de las cuales ya han reanudado las clases, ha provocado brotes en los centros de enseñanza primaria y secundaria de todo el país. Según los datos más recientes de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su siglas inglés) los nuevos ingresos hospitalarios por Covid en niños han alcanzado los niveles más altos desde que EEUU empezó a hacer un seguimiento de los casos pediátricos hace un año, registrando una media de 303 nuevos ingresos al día durante la semana que terminó el 22 de agosto. Durante la semana pasada, 24 niños murieron de Covid-19, el doble del récord anterior establecido en la semana que terminó el 5 de agosto.
Un indicador clave
Es por ello que los hospitales infantiles en todo el país se preparan para recibir aún más casos a medida que las escuelas reabren. Aunque es cierto que los niños son mucho menos propensos que los adultos a desarrollar un caso grave o a morir a causa del virus, los menores de 12 años aún no pueden ser vacunados y las tasas entre los que tienen entre 12 y 15 años siguen siendo relativamente bajas, dado que solo un 34% ha recibido la pauta completa de vacunación. Esto facilita los contagios, especialmente entre comunidades no inmunizadas.
"Este es un indicador clave de los impactos del Covid. Si vemos que las escuelas retrasan la asistencia en persona es probable que esto afecte al sentimiento de riesgo, así como a las estrategias de inversión relacionadas con la reapertura y al gasto agregado", señalan los analistas de J.P. Morgan en una nota a sus clientes.
Al fin y al cabo, si la reapertura de los colegios se estanca, el efecto dominó se dejará notar en la mano de obra y, en última instancia, en los datos de empleo. Un traspiés en la creación mensual de nóminas sería crítico en un momento en que la Reserva Federal debate el inicio del tapering, como se conoce al proceso de su reducción en la compra de deuda. A día de hoy se espera que en el mes que estamos a punto de terminar, EEUU haya creado al menos 725.000 nuevos puestos de trabajo y la tasa de paro caiga hasta el 5,1%.
Las ventas minoristas en los próximos meses enfrentan problemas en la cadena de suministro
En general, los contagios en Estados Unidos se han disparado en las últimas seis semanas a medida que la variante Delta, altamente contagiosa, se propaga principalmente entre personas no vacunadas en un momento en que la tasa de inmunización alcanza el 62,5% entre los adultos del país. Dicho esto, los datos que recopilan los CDC también registran un total de 9.716 de personas que han tenido que ser hospitalizadas o han muerto pese a estar completamente inmunizadas. Ahora la Administración Biden comenzará a ofrecer una dosis de refuerzo a partir del 20 de septiembre para los adultos que recibieron las vacunas de Pfizer o Moderna.
Desde BCA Research observan cómo este aumento de las infecciones y la necesidad de una nueva dosis podría desencadenar un cambio en el comportamiento de los consumidores que se traduciría en un retraso potencial en la normalización de la actividad económica. Esto encaja con el descenso del 1,1% de las ventas minoristas el pasado julio, que sugiere que el impacto de los cheques de estímulo y los subsidios adicionales se disipa. Simultáneamente, las presiones inflacionarias hacen ya que el 45% de los consumidores estadounidenses asegure que "es un mal momento para comprar" coches, casas y bienes duraderos debido a la subida de los precios, el más alto desde la década de los 70.
Temporada clave
Mientras nos adentramos en la temporada alta de transporte, distribución y suministros para la importantísima campaña navideña, los minoristas ya se encuentran en pleno apogeo de las compras relacionada con el regreso a las aulas. Según la encuesta anual realizada para la Federación Nacional de Minoristas (NRF, por sus siglas en inglés), los consumidores planean gastar un récord de 108.100 millones de dólares en suministros escolares y universitarios. No obstante, las interrupciones de la cadena de suministro amenazan con diezmar la previsiones.
La confianza del consumidor se desploma a medida que se disipan los estímulos fiscales
"Lamentablemente, los problemas en la cadena de suministro y la congestión portuaria que hemos visto este año están afectando a la disponibilidad de inventario", reconoce Jonathan Gold, vicepresidente de la NRF. Gold adelanta que muchas minoristas esperan que estos problemas continúen hasta bien entrado 2022, lo que podría afectar de lleno a la temporada de compras y rebajas navideñas.
Por su parte, los estrategas de Bank of America delimitan múltiples razones por las que los inversores deberían comenzar a preocuparse por el crecimiento. Entre ellas identifican los efectos colaterales de los estímulos, que han provocado una inmensa inflación de los activos tanto en Wall Street como en la economía a pie de calle.
Recesión repentina
Hasta la fecha, la Fed ha comprado bonos por valor de 4 billones de dólares en los últimos 18 meses (el doble de lo que EEUU ha gastado en la guerra de Afganistán en los últimos 20 años), los bancos centrales de todo el mundo han gastado 834 millones de dólares cada hora en la compra de bonos desde la crisis financiera mientras que el gobierno de EEUU calienta la economía con 875 millones de dólares a la hora en lo que llevamos de año.
Por consiguiente, el IPC de EEUU anualizado en los últimos seis meses hasta julio es del 7,8% y la lectura subyacente es del 6,8%, según señalan desde la entidad. A la par, los precios de la vivienda (mayo) han subido un 19,7%, el IPC de Canadá es el más alto de los últimos 20 años mientras el sector inmobiliario de Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia comienza a recalentarse. En paralelo, los precios de las materias primas han caído: el petróleo y el cobre han bajado un 16% y un 13%, respectivamente, desde sus máximos de 2021. Por su parte, las empresas de pequeña capitalización, cuyos beneficios son más sensibles a los cambios en la demanda económica, comienzan a notar las consecuencias. El índice Russell 2000 ha bajado casi un 8% desde su máximo histórico, alcanzado a mediados de marzo.
"El crecimiento de China se tambalea, el consumo de EEUU ha tocado techo, el optimismo fiscal se desvanece y un potencial "error" de la Reserva Federal aumentan el riesgo de una recesión repentina en otoño (probablemente telegrafiada a través de la fuerte caída de los PMI mundiales)", destaca Hartnett. Cualquier descenso de la actividad manufacturera sería negativo para el mercado bursátil. Existe una estrecha correlación entre los movimientos interanuales del PMI y los del S&P 500. Si la actividad manufacturera se contrae, la Fed podría encontrar una mayor resistencia del mercado a sus potenciales planes de retirada.