
En el tramo final de julio China ha sido el mercado que ha dado el mayor susto veraniego a los inversores, con una caída de la bolsa del país que ha sido especialmente acentuada en los valores que cotizan en Estados Unidos.
Las empresas chinas que eligieron el parqué americano para cotizar, a través de ADR (un certificado que permite a inversores americanos y de otras partes del mundo comprar estas compañías), han perdido un 43,9% desde los máximos históricos que tocaron el pasado 16 de febrero, según los datos del Nasdaq Golden Dragon Index, el índice que recoge las empresas chinas que tienen esta particularidad, sobre todo tecnológicas.
La caída ha sido mucho más pronunciada para estas firmas que para las empresas chinas que cotizan en el mercado doméstico, ya que los inversores están temiendo que el endurecimiento de la regulación por parte del Gobierno chino se centre en estos valores, los grandes monopolios del sector tecnológico, que durante los últimos meses han sufrido un aumento de la presión regulatoria por parte de Pekín.
Caen más y siguen más caras
Aunque las pérdidas han sido mucho mayores para ellas, las empresas del índice Golden Dragon todavía cotizan mucho más caras que el mercado chino: el índice de ADRs cotiza ahora en las 27,7 veces su beneficio del año que viene, un 60% por encima de las 17,1 veces en las que se sitúa su media histórica, desde el año 2005.
Por el contrario, las empresas chinas que tienen sus acciones listadas en su país de origen han vuelto a cotizar en el entorno de su PER (multiplicador de beneficios) histórico: ahora el índice CSI 300 cotiza en los 13,28 veces, solo un 3,7% por encima de las 12,8 en las que se sitúa su media. Hace pocos días, el 27 de julio, el índice caía por debajo de este nivel, a pesar de que la corrección está siendo mucho más suave para este índice que para el de los ADR, que siguen caros respecto a su media histórica: el CSI 300 retrocede un 14,8% desde los máximos del año que se tocaron en febrero, casi tres veces menos que el de los ADR.
Las firmas chinas más conocidas por los inversores suelen encontrarse en este último grupo: empresas como Alibaba o Baidu se cuentan entre ellas, empresas de crecimiento relacionadas con la revolución digital en la mayor parte de casos.
Es con ellas con quien Pekín parece tener un problema, por la posición de fuerza que han conseguido en los últimos años, y las medidas regulatorias que han asustado a los mercados en las últimas semanas, como el que se ha centrado en el sector de la educación privada, o la amenaza a los videojuegos, han estado relacionadas con el crecimiento de los negocios digitales (el Gobierno ha querido limitar a un sector de la educación que estaba teniendo un enorme crecimiento en plataformas digitales y con los grandes monopolios tecnológicos invirtiendo).
Más cautela
El regulador estadounidense también impone un control más estricto a este tipo de compañías, algo que también podría terminar pesando a sus valoraciones si el control se traduce en medidas que afecten y recorten sus beneficios.
El diferencial con el que cotizan ahora las chinas del índice Nasdaq Golden Dragon hace que algunos analistas avisen del riesgo que existe de que la corrección continúe, a pesar de haber sido más profunda que la que han vivido las empresas del CSI 300.
"La ofensiva regulatoria de Beijing contra industrias de tecnología, educación y propiedad han planteado preocupaciones sobre la rentabilidad futura y pueden reducir más las valoraciones en sectores de alto crecimiento. Un mayor grado de cautela parece sensato", explican desde Pictet AM.
A pesar de eso, la gestora suiza matiza que sigue viendo valor en China, al señalar que , a pesar de todo, "no creemos que se justifique una salida a gran escala de acciones chinas. Una lectura positiva de la limitación regulatoria en China es que se trata de respuesta tardía a la innovación y al crecimiento vertiginoso de industrias que han florecido en ausencia de un marco regulatorio. A pesar de que las medidas pueden añadir una prima de riesgo permanente a las acciones y bonos chinos, no deben cambiar fundamentalmente el modelo de crecimiento de China", explican.
"Los inversores en China estarán mejor preparados si reconocen el poder que tienen las políticas del partido comunista y evitan invertir en empresas que ganan dinero en áreas que entran en conflicto con los objetivos del gobierno", señala Bandsma, gestor de Vontobel AM.