
El inicio de la retirada de estímulos por parte de la Reserva Federal (Fed) ya se puede ver en el horizonte. Todavía es una silueta borrosa y poco definida, pero está ahí, y Jerome Powell, presidente de la entidad, se ha encargado esta semana de avisar a los inversores que todavía no fuesen conscientes de ellos.
El organismo ya está empezando a hablar de la posibilidad de debatir en próximas reuniones sobre el inicio de la retirada de las compras de deuda, el proceso conocido como tapering, y dado el ritmo al que se suelen mover los banqueros centrales, siempre lento para evitar sobresaltar a la fauna de los mercados, abrir la mano al debate ya es un gran salto adelante que confirma que se acerca el inicio del fin de los estímulos.
Algunos analistas, como Anna Stupnytska, economista global de Fidelity, apuntan al evento de Jackson Hole del próximo agosto como el momento en el que Powell confirmará la llegada del tapering. "De cara al futuro sí es probable que la Fed empiece a señalar sus planes de reducción de estímulos. En este sentido, el Simposio de Política de Jackson Hole en agosto es el próximo evento clave que podría usar el presidente Powell para hacerlo", explica.
En este contexto puede surgir el miedo entre los inversores de que se produzca un nuevo taper tantrum, una pataleta de los mercados como la que tuvo lugar entre 2013 y 2014, cuando la Fed anunció que empezaría a retirar su QE3, un programa de compras de deuda similar al que está llevando a cabo la entidad en la actualidad. Hoy, con perspectiva, se puede cuantificar el impacto que tuvo en la bolsa y en la renta fija estadounidense el anuncio de la Fed.
La renta fija sufre más
Para la bolsa, la llegada del tapering supuso una caída del 6% de media, en tres momentos diferentes: primero, cuando se anunció en junio de 2013; posteriormente, cuando empezó en enero de 2014 y en tercer lugar, entre septiembre y octubre de 2014, el mes el el que el programa de compras terminó definitivamente.
En el primer caso, la caída del S&P 500 fue del 4,77% entre los días 19 y 24 de junio de 2013; en la segunda corrección las pérdidas fueron del 5,58% entre el 22 de enero y el 3 de febrero de 2014, y el tercer tropezón fue una caída del 7,40% entre el 18 de septiembre de 2014 y el 15 de octubre de ese mismo año.
En el caso del bono americano con vencimiento a 10 años, la caída del precio fue más constante y se prolongó desde que se anunció la retirada de estímulos, en verano de 2013, hasta final de ese año, cuando empezó la reducción paulatina de las compras de deuda, que fueron reduciéndose en 10.000 millones de dólares cada mes. El arreón inicial en las ventas de deuda americana sí fue rápido: el bono americano pasó de tener una rentabilidad del 2,18% el 18 de junio de 2013, a tocar el 2,60% el día 24, apenas cuatro jornadas de mercado después.
Desde ese momento, las ventas de deuda americana continuaron mes a mes, hasta que el título tocó el 3,02% el día 31 de diciembre. En estos seis meses que habían transcurrido desde el primer anuncio del tapering, el título había perdido por precio un 7,1%.
Desde que tocó máximos del año en rentabilidad, la tendencia del bono fue relativamente constante, con compras generalizadas durante varios años que llevaron a su rentabilidad a reducirse lentamente, hasta que llegaron las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 y Donald Trump dio la campanada y el bono dio otro susto a los inversores.
Buenos años para la bolsa
Aunque las palabras taper tantrum están grabadas en el recuerdo de los inversores, y muchos recuerdan la retirada de los estímulos en 2013 y 2014 como un momento traumático para los mercados, la realidad es que, si bien las caídas fueron muy fuertes en el bono americano, el comportamiento de la bolsa fue realmente positivo durante estos dos ejercicios.
Especialmente en 2013, las subidas fueron muy destacables. Ese año el S&P 500 cerró con una revalorización del 29,6%, el ejercicio más alcista que se recuerda para el índice de mayor capitalización del mundo desde 1997. Otros índices americanos, como el Nasdaq 100 tecnológico, también tuvieron un año de alzas destacables, de casi el 35% en este caso. En 2014 las subidas se moderaron, pero no impidieron que el S&P 500 sumase otro 11,4% de rentabilidad en el ejercicio.
Los analistas parecen tener claro que el peligro de la llegada del tapering se concentra sobre todo en la renta fija, y no tanto en la bolsa. Desde Amundi explican que "si el mercado laboral estadounidense rebota con más fuerza en los próximos meses y la inflación continúa siendo elevada, es posible que la Fed sienta la necesidad de acelerar su ciclo de tapering".
"Como consecuencia", continúan, "recomendamos cautela a la hora de invertir en bonos del Tesoro estadounidense y nos inclinamos por hacerlo en bonos ligados a la inflación, además de algunas posiciones selectivas en los sectores que están bien posicionados para beneficiarse de una reapertura de la economía", explican.