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Robert Brockman, la mente tras la mayor evasión de impuestos de EEUU

  • El exconsejero de Reynolds & Reynolds se ha declarado no culpable
Robert Brockman, exconsejero delegado de Reynolds & Reynolds. Foto: Brockman Foundation.

La filantropía es un arma de doble filo: a veces, el mayor beneficiado es el propio donante. Quizá era esto a lo que se refería el abogado de Robert Brockman cuando habló a su cliente sobre la importancia de parecer caritativo al ser investigado por los inspectores de hacienda. "Estas actividades", dijo en referencia a las donaciones millonarias, "funcionarían a modo de barrera fuerte frente a un ataque del Internal Revenue Service [la agencia tributaria de Estados Unidos]".

Al tiempo que ha construido su fortuna, Robert Brockman ha sido generoso con el mundo. Por ejemplo, ha donado 25 millones de dólares al Baylor College of Medicine de Houston, Texas (donde reside), y ha financiado la construcción del nuevo palacio de la ópera de la Universidad de Rice, también en Texas, bautizado Brockman Hall for Opera en su honor.

Incluso, allá por 2012, el empresario figuraba en la lista pública de donantes a dos comités de acción política (o Super-PAC) en Estados Unidos, comités que recaudan dinero para las campañas presidenciales. Según Reuters, en aquella ocasión dio dos millones de dólares, que se sumaron a los cinco millones que donó Sheldon Adelson o los tres millones que regaló Bill Koch.

Sin embargo, parece que a pesar de sus esfuerzos por sosegar a los recaudadores de impuestos, esta vez le han pillado. En octubre del año pasado, los fiscales federales acusaron a Robert Brockman de utilizar una red de entidades offshore para ocultar unos 2.000 millones de dólares de ingresos al Internal Revenue Service, en lo que ya se conoce como el mayor caso de evasión de impuestos en la historia de Estados Unidos. Brockman se ha declarado no culpable de 39 cargos penales, entre ellos evasión de impuestos, fraude electrónico, blanqueo de dinero y destrucción de pruebas.

Toda gran evasión tiene una historia, y la de este empresario norteamericano de casi 80 años empieza a fraguar en 1970, cuando deja su trabajo en IBM -donde vendía servicios informáticos a los concesionarios de coches- y lanza su propia compañía, a la que llama Universal Computer Services.

Hacia finales de los años 80, Brockman tenía docenas de ordenadores instalados en los concesionarios, en los que había introducido un sistema operativo central al que denominó Power, con el que los vendedores podían gestionar cada aspecto del negocio, desde el inventario y los precios a la promoción y los historiales de crédito de los consumidores.

En 2006, cuando compró Reynolds & Reynolds, desarrrolló una herramienta clave para su emporio a la que llamó DocuPad. "En una declaración judicial de 2019, Brockman dijo que DocuPad permitía a los gestores financieros aumentar las ventas en al menos 200 dólares por transacción en un negocio en el que los márgenes de cada coche vendido o alquilado suelen ser muy reducidos", escribió el periodista Christopher Helman, de Forbes, en un reportaje de investigación publicado en febrero de este año.

"Se recupera el coste inicial de DocuPad muy, muy rápidamente, dijo Brockman, en alusión a los 10.000 dólares de la cuota inicial, más los 1.000 dólares mensuales de la licencia", relataba Helman. Pero algunos concesionarios dicen sentirse atrapados por las condiciones que imponían los contratos de larga duración de Brockman.

Según The Wall Street Journal, "los fiscales alegan que la mayor parte de la evasión fiscal procedía de los beneficios que Brockman obtuvo de las inversiones con Vista Equity Partners, una empresa de capital privado que ayudó a lanzar en 2000 y que ahora gestiona 73.000 millones de dólares en fondos dedicados a inversiones en software".

Vista es la criatura de Robert Smith, al que la prensa se refiere como el hombre negro más rico de Estados Unidos. Robert Brockman invirtió 1.000 millones de dólares en el primer fondo que lanzó Smith "con la condición de que Smith cooperara con él en la creación de lo que la acusación del Departamento de Justicia denomina conspiración y esquema y artificio para defraudar", informa Forbes.

A grandes rasgos, la historia dio un giro alrededor de 2011, cuando Smith se divorció de su mujer de toda la vida y empezó a salir con Hope Dworaczyk, que recibió el título de Chica Playboy en 2010. En el proceso de divorcio, la exesposa de Smith exigió, entre otras cosas, que su exmarido se pusiera el día con el pago de impuestos. Una pesquisa llevó a la otra y para cuando se quisieron dar cuenta él y Brockman tenían a la Justicia encima.

A cambio de no ser procesado, Smith pagó 138 millones de dólares al Tío Sam y decidió cooperar con la investigación de la fiscalía. Como Bruto a Julio César, Smith mató al padre en sentido figurado, reveló los correos privados y destapó las cuentas en Suiza y Bermudas.

Tanto la inocencia como la culpabilidad de Robert Brockman están todavía por demostrar, pero por ahora la defensa alega que el empresario padece de demencia temprana y ya ha conseguido que le juzguen en Houston en lugar de San Francisco como estaba previsto. Al parecer, en junio se celebrará una audiencia para decidir sobre su capacidad mental; y de esa decisión dependerá que le juzguen o le retiren los cargos.

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