
La volatilidad de la deuda de EEUU ha alcanzado máximos no vistos desde abril de 2020 por la oleada de ventas de bonos -el precio de los bonos cae y sube el interés que se les exige- ante el riesgo de un incremento de la inflación que complique el ritmo de la recuperación económica, con vaivén incluido, como si se tratara de acciones, en los últimos días.
El índice Move, que calcula BofA como réplica en el mercado de deuda -sobre la referencia con vencimiento a 10 años- al indicador del miedo Vix de la bolsa, se ha disparado en las últimas sesiones cerca de un 60%, hasta niveles que no se alcanzaban desde el pico de tensión de la pandemia de coronavirus.
Hasta el pasado jueves, la salida de dinero de la deuda de EEUU había llevado al interés que se exige al bono de referencia, el T-Note, del 0,5% de agosto al 1,53%, haciendo crecer la incertidumbre sobre unos costes de financiación más exigentes en una economía históricamente sobreendeudada que apenas ha comenzado a recuperarse del golpe del Covid-19.
Este movimiento ha sido replicado en el resto del mundo. También en la eurozona, donde el bono de España a 10 años ha llegado a pasar de un interés negativo en diciembre a rozar el 0,5%, pese la presencia récord del Banco Central Europeo (BCE) y del resto de instituciones monetarias en el mercado de deuda.
"Ya sabemos que los tipos a corto (oficiales) no son un riesgo hoy, tanto la Fed, como el BCE, y el BoJ han dicho repetidamente que no los aumentarán hasta el 2023 y no creo que vayan a desdecirse, ya que ahora supondría un golpe letal para su credibilidad", explican en Andbank.
"El foco está en los bonos a largo, pues en caso de aumentar ampliamente el T-Note hasta situarse en tasas reales positivas (algo que ocurriría si sube 50 puntos básicos más), actuaría como una auténtica aspiradora [para las bolsas]", concluyen.