
La industria de los fondos cotizados, más conocidos como ETFs, no es exclusiva de la gestión pasiva y de los productos indexados. La gestión activa se está haciendo un hueco, cada vez más grande, en este tipo de vehículos, que ya han superado los 200.000 millones de dólares en patrimonio por primera vez en la historia.
Lo han conseguido tras crecer en 17.500 millones de dólares en lo que va de año, después de un 2020 en el que el incremento fue de 55.000 millones, según los datos que recopila Bloomberg.
Los 200.000 millones de dólares suponen sólo un 3,5% del patrimonio total que hay invertido en fondos cotizados, donde la gestión pasiva es la reina indiscutible, en un mercado de casi 6 billones de dólares. Sin embargo, todo apunta a que cada vez será mayor el hueco reservado en este universo para la gestión pasiva. "Definitivamente, están en una trayectoria de crecimiento, ganando cuota de mercado a ritmo constante", explica David Perlman, estratega de ETFs de la gestora de UBS. "Es, claramente, donde se está produciendo una gran parte del movimiento en el mercado de los fondos cotizados", explica.
En este mercado, JP Morgan arrebató a Pimco el pasado mes de septiembre el tener en su haber el mayor fondo activo por tamaño: JP Morgan Ultra-Short Income ETF se colocó en aquel momento en el primer puesto, con más de 13.940 millones de dólares bajo gestión, mientras el fondo de Pimco, PIMCO Enhanced Short Maturity Active ETF, se mantenía en aquel momento en el entorno de los 13.880 millones de dólares.
La gran diferencia entre los ETFs de gestión activa y un fondo de inversión al uso son que los primeros cotizan durante toda la sesión, como si fuesen una acción de una compañía, mientras que los fondos de inversión actualizan su precio al cierre de cada sesión. También, los ETFs activos suelen tener una baja inversión mínima y están sujetos a regulaciones diferentes que los fondos al uso: en España, si se traspasa un ETF a otro producto se tiene que pasar por Hacienda, algo que no ocurre con los fondos.