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La salida de la crisis

  • La COVID-19 representa una perturbación externa producida por un acontecimiento humanitario que no es culpa de nadie
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No hay ninguna duda de que la COVID-19 ha sido devastadora para la economía europea, pues ha provocado una contracción del 3,8 % del producto interior bruto (PIB) en la zona del euro durante el primer trimestre en Europa. Teniendo en cuenta que este periodo solo abarca dos semanas de confinamiento, la repercusión fue de gran magnitud en un plazo muy breve. Prevemos que el PIB se contraerá más en el segundo trimestre, pero con suerte habrá un ligero repunte del crecimiento en el tercer y cuarto trimestres. En el conjunto del año, se producirá un descenso del PIB europeo de un 10 % como mínimo.

Consecuencias dispares, necesidades dispares

La COVID-19 ha repercutido de forma diferente en cada país europeo. Por lo tanto, las necesidades de cada uno de ellos han sido distintas, al igual que las respuestas de los gobiernos locales a la crisis. En nuestra opinión, la respuesta de la Unión Europea (UE) hasta ahora ha sido débil; los responsables políticos siguen debatiendo cuánto estímulo es necesario y en qué forma, mientras que los distintos países ya han adoptado medidas. Estamos observando casi una balcanización de Europa, pues algunos países han afrontado el virus de forma más efectiva, han sufrido menos consecuencias y, por lo tanto, han podido reabrir sus economías antes que otros. Italia y España siguen sin permitir las entradas y las salidas del país, por ejemplo, pero Lituania, Estonia y Letonia permiten la circulación entre ellos como un bloque. De la misma forma, habrá algunos grupos de países en los que se permitirá poco a poco la circulación de mercancías y personas.

El turismo es fundamental para muchas economías europeas, por lo que la ausencia de viajes durante la temporada estival puede tener más repercusiones a largo plazo en algunos Estados que en otros. Por ejemplo, los viajes y el turismo representan casi el 15 % del PIB español,3 con que un descenso prolongado de los viajes puede afectar más a España que a otros países.

Se han aprobado algunas medidas de estímulo fiscal para ayudar a la gente a salir adelante mientras estaba en casa, pero en nuestra opinión, se necesitarán más estímulos para reactivar las economías cuando los países pongan fin al confinamiento. Estamos observando señales tempranas de progreso, pero también hay una parte de psicología humana que abordar: ¿qué hará que la gente se sienta segura para salir de sus casas, viajar y gastar su dinero?

Podrían pasar varios años hasta que la economía europea recupere el nivel de crecimiento anterior a la pandemia, y habrá traspiés. Las economías nunca se habían paralizado y luego reactivado a esta escala.

Si pensamos en el Reino Unido, los responsables políticos del ámbito fiscal y monetario han propuesto un amplio paquete de medidas de apoyo. En ese sentido, creemos que han adoptado las medidas correctas para respaldar la economía. El 12 de mayo, el gobierno del Reino Unido anunció que su programa relativo a la suspensión temporal se ampliaría hasta octubre, para que aquellas personas que se han quedado sin trabajo puedan recibir ingresos durante unos meses más.

Según nuestro criterio, es probable que el Banco de Inglaterra anuncie más medidas de expansión cuantitativa en su próxima reunión, que se celebrará en junio. En el Reino Unido, las consecuencias económicas han sido similares a las de Europa en general. Es probable que, este año, el PIB caiga alrededor de un 10 %, por lo que consideramos que el banco central tendrá que ser extremadamente flexible y seguir comprando deuda pública durante el verano y después de este periodo. Por este motivo, creemos que la deuda pública británica seguirá ofreciendo buenos resultados.

El Tribunal alemán añade más obstáculos

El Banco Central Europeo (BCE) ha sido extremadamente flexible, y dado que la inflación no está próxima a su objetivo, puede serlo. En la última reunión sobre política monetaria, el BCE anunció nuevas operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico (OFPML con objetivo específico III) al -1 % y operaciones de financiación a plazo más largo de emergencia frente a la pandemia (PELTRO, por sus siglas en inglés) de -0,75 puntos básicos, 4 con que el precio de la financiación bancaria es muy reducido en este momento. El BCE también anunció que su programa de expansión cuantitativa de emergencia frente a la pandemia de 750 000 millones de euros de compra de bonos podría tener que aumentarse.

David Zahn Director de Renta Fija Europea, Franklin Templeton Fixed Income

Mientras tanto, estamos observando tensiones entre un país (Alemania) y las instituciones paneuropeas. El Tribunal Constitucional alemán dictaminó el 5 de mayo que el programa de compra de deuda pública que el BCE aplicó entre 2015 y 2018 no respetaba el principio de proporcionalidad y podría haberse utilizado para financiar los déficits presupuestarios. Aunque la sentencia no abordaba el programa actual relacionado con el coronavirus, algunos observadores creen que podría tener consecuencias sobre este con el tiempo, pues podría llegar a considerarse también ilegal. Es un giro interesante que supone una prueba de la fortaleza de la UE, y enfrenta al norte con el sur.

En el sur, España e Italia resultaron muy afectadas por el coronavirus y han dicho que necesitan más ayudas. Estos países son partidarios de la emisión de «coronabonos», un nuevo instrumento de deuda que contaría con el respaldo de todos los países de la zona del euro para financiar los efectos de la crisis. Sin embargo, Alemania y los Países Bajos están en contra de estos bonos.

También ha habido un debate sobre un plan de respuesta conjunta contra la pandemia. Los países del norte suelen estar a favor de los préstamos, que deben devolverse, mientras que los países del sur prefieren las subvenciones. Este tipo de desavenencia recuerda a la crisis soberana de 2011 en Europa, que también enfrentó a Italia y España contra Alemania y los Países Bajos. Las dos caras de la zona del euro vuelven a discutir sobre quién debería pagar la crisis actual, y cómo.

Lo que es diferente en la actualidad es que la COVID-19 representa una perturbación externa producida por un acontecimiento humanitario que no es culpa de nadie. Parece que debería ser fácil para ambas partes llegar a un acuerdo. Si los países de la UE no logran plantear una respuesta unificada y firme a la pandemia, estaremos sembrando las semillas de más desconfianza. Podría haber más incertidumbre sobre el futuro de Europa.

Dada la deficiente perspectiva del crecimiento económico y el empleo a corto plazo, creemos que se necesitan medidas para reactivar la economía europea. Habrá un programa de ayuda a escala europea, pero más lento que los de cada país. Esta política de expansión cuantitativa nos acompañará durante varios años.

Resurgirán las cuestiones relativas al brexit

Si bien los titulares sobre el brexit han quedado en un segundo plano debido al coronavirus, sigue habiendo algunas cuestiones por resolver, en particular, un nuevo acuerdo comercial. El Reino Unido tiene como plazo el 1 de julio para solicitar una extensión, pero el gobierno británico no la ha pedido. Hay un modelo, pero los países de la UE quieren tener acceso a las aguas de pesca británicas, o no habrá trato. Ambas partes se mantienen en sus trece, pero ninguna de ellas puede asumir un brexit sin acuerdo, porque ni la economía de la UE ni la del Reino Unido están en un buen momento. Podrían adoptarse algunas políticas arriesgadas, pero al haberse reducido el comercio, puede que no importe tanto que no haya un acuerdo comercial.

Otra cuestión interesante es que la UE prohíbe los acuerdos bilaterales entre países. Sin embargo, en el contexto del coronavirus, distintos Estados están formando pequeños bloques para viajes y relaciones comerciales, como se señaló anteriormente.

Si el Reino Unido solicita una extensión, se plantea una pregunta interesante: ¿se espera que el Reino Unido contribuya al fondo para luchar contra la pandemia?

Revisión del panorama de inversión

Además de la deuda pública británica, creemos que los mercados de bonos soberanos periféricos de Europa (Italia, Grecia y Portugal) representan buenas oportunidades para los inversores. En nuestra opinión, la actual tensión en la UE ofrece en realidad una oportunidad para consolidar Europa. Si no sucede ahora, probablemente no suceda nunca. También creemos que los inversores deberían optar por la larga duración en Europa, porque el crecimiento será muy débil y la inflación, muy baja.

Asimismo, consideramos que los bonos de grado de inversión en Europa son atractivos en este momento. Si bien los rendimientos han sido muy bajos durante años, en la actualidad creemos que hay una oportunidad para los inversores que buscan rendimiento en dicho espacio, porque hay empresas europeas de calidad que sobrevivirán a la crisis y obtendrán buenos resultados a la larga. Como inversores a largo plazo, creemos que ha llegado el momento de pensar en los bonos en Europa, tanto los soberanos como los corporativos.

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