Europa está adentrándose en una nueva era de política monetaria, que trae consigo una larga lista de retos, de difícil solución, en muchos casos. Los estímulos del Banco Central Europeo (BCE) llevan años en vigor, ayudando a sostener una economía que, como está ocurriendo en el resto del mundo, está lidiando con una debilidad de la inflación que parece no tener precedentes. En este contexto, el BCE se ha hecho un hueco como piedra angular de la recuperación económica de la zona euro y parece que esta no se sostendrá sin el apoyo del organismo, un apoyo que, por otro lado, está generando efectos secundarios indeseados, y parece que no da para mucho más. elEconomista ha organizado un observatorio en el que se reúne a expertos de la materia para debatir los retos a los que se enfrenta ahora la nueva presidenta del BCE, Christine Lagarde (tomó los mandos de la institución el pasado noviembre), y qué medidas debería plantearse la francesa para tener éxito en su mandato, que terminará dentro de 8 años.
Gonzalo de Cadenas-Santiago, director ejecutivo del Servicio de Estudios de Mapfre, Manuel Balmaseda del Campo, economista jefe de Cemex, Sergi Lanau, subdirector del IIF y Miguel Otero, investigador senior del Real Instituto Elcano, participaron en el observatorio, que moderó Isabel Blanco, coordinadora de Bolsa & Inversión de elEconomista, y dieron su opinión sobre los distintos retos que afronta Lagarde como presidenta del BCE, además de otras cuestiones relacionadas.

La década de la política fiscal
Una de las principales cuestiones sobre las que se centró el debate de los expertos fue la capacidad que le queda al BCE para seguir aumentando los estímulos, y la necesidad que existe de que los gobiernos europeos arrimen el hombro con políticas fiscales más expansivas. Las compras de bonos han llevado al balance del organismo a tocar niveles nunca vistos, en los 4,71 billones de euros el pasado 13 de diciembre, mientras crece el debate entre los economistas en torno a la llamada "tasa de reversión", el nivel en el que los tipos negativos generará un impacto negativo mayor que los beneficios que pueda conseguir.
"Ahora se necesita un perfil más político, y ella es más una comunicadora y una política, que una técnica" explica Miguel Otero, quien destaca que "el gran desafío para ella va a ser más fiscal que monetario, ya que en este último se va a mantener una velocidad de crucero durante unos años, y la cuestión va a ser cómo compaginar la política fiscal con la monetaria, que es expansiva y va a seguir siéndolo", explica.
Gonzalo de Cadenas-Santiago destaca cómo "es muy difícil que Alemania acepte reglas europeas que limiten su soberanía en este sentido, y está en su Constitución", destacó. Sin embargo, el experto de Mapfre cree que "sí se puede generar un contexto en el que se ponga en valor la necesidad de tener reglas fiscales más flexibles, acomodadas a los niveles de deuda de cada país, y que se enfoque desde el punto de vista europeo", considera.
Sergi Lanau, por su parte, destaca la necesidad de que se haga una política fiscal común, pero duda que se vayan a dar grandes avances en este sentido durante el mandato de Lagarde: "Se darán pasos, no muy grandes, e insuficientes para que la política monetaria pueda hacer menos", explica. Para él, la solución pasa por hacer cada vez más política fiscal común en la zona euro: "La idea de que más demanda en Alemania termina afectando a Grecia... etc., es cierto que existe este canal, pero no tanto como se piensa. Si nuestra mejor jugada en Europa es que los alemanes gasten más, y que eso nos ayudará a todos... yo creo que el impacto será moderado. Si no se da el gran paso de tener una política fiscal común, creo que en los próximos años no habrá grandes desastres, seguirán las compras de bonos y los crecimientos mediocres, del 1,3% ó 1,4%, que es positivo pero no suficiente para ayudar a rebajar el descontento social", destaca.
Manuel Balmaseda del Campo opina que "el BCE ya ha puesto muchas de las condiciones para que se ponga una política fiscal más expansiva, sobre todo en algunos países", indicando que el balón está ahora en manos de los gobiernos de la zona euro.
El futuro del 'QE'
En su primera reunión al frente del BCE, Lagarde lanzó un mensaje de continuidad con las políticas de Draghi, por lo que parece haberse asumido que las compras de deuda, de 20.000 millones al mes sin tener un final marcado en el calendario, continuarán durante largo tiempo. Sergi Lanau cree que "el QE seguirá durante años, del mismo modo en el que está", algo en lo que no coincide Manuel Balmaseda del Campo: "Espero que no tantos. Soy muy optimista. Llevamos una década en la que no hay inflación, y espero que en la próxima la situación se normalice, incluso pasando por una recesión. Creo que todavía estamos saliendo de la mayor crisis desde el siglo pasado, y espero que en algún momento volvamos a una situación más estable".
Miguel Otero, por su parte, plantea la necesidad que hay de que se debata seriamente sobre alternativas que se pueden llevar a cabo, al margen de las compras de bonos: "Dentro de lo que se consideraba la política monetaria tradicional, que se basa en los tipos, el margen que hay ahora para bajarlos más es nulo, prácticamente. Te queda aumentar el QE, entre otras cosas. ¿Por qué no eliminar el metálico y aplicar tipos negativos a todos los ciudadanos? Creo que se pueden hacer muchísimas cosas, si se necesitan", y el experto destaca uno de los grandes riesgos de mantener sin límite las políticas actuales: "Si no, estás creando una economía zombie, generando una destrucción creativa. Algunos actores quizá tengan que morir y ahora no los dejan. Entiendo que cuando tienes una recesión es difícil ver la luz, pero me llama la atención que, pese a estar creciendo, no hemos llegado nunca a cortar la inyección de crédito" explica el experto. "La inyección de metadona", puntualiza Gonzalo de Cadenas-Santiago, quien destaca como uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta Lagarde "evitar sustituir al mercado; no convertirse en la metadona a perpetuidad", algo que, sin embargo, podría llevar bastantes años a la institución: "No sé si será un reto para ella, o para quien le suceda", explicó el experto.
La revisión estratégica
En su primera reunión como presidenta del BCE, Lagarde llegó pisando fuerte, anunciando que el organismo llevará a cabo en 2020 una revisión estratégica, en la que se repasarán distintos factores relacionados con el organismo, entre otros, la efectividad de sus medidas, pero también si el objetivo de inflación es el más adecuado en el mundo actual, o si convendría incluso cambiarlo.
"Creo que su gran desafío va a ser entender porqué, después de un ciclo importante de recuperación, seguimos con tasas de inflación muy bajas", señala Miguel Otero, quien considera que "A lo mejor, parte de la revisión estratégica del BCE debería centrarse en cómo entender mejor la economía. Qué métodos usamos, qué instrumentos tenemos para entender estos fenómenos. Les damos un mandato para un objetivo numérico que quizá es muy difícil de conseguir, y sobre todo si ahora viene una recesión. Hay muchas causas de esta baja inflación, y algunas muy difíciles de cambiar, como el tema demográfico, por ejemplo", explica.
Balmaseda: "Hay que evitar que la conclusión sea, que como no pueden hacer nada más, asumirán que el objetivo de inflación sea el 1%"
Para Manuel Balmaseda del Campo, "el primer cambio positivo que se ha producido con la llegada de Lagarde es que ha empezado cuestionando el tema del objetivo de inflación. En Estados Unidos ya lleva tiempo el debate en torno al objetivo de la política monetaria, los niveles de precios que se deberían alcanzar... etc. En Europa, la respuesta durante todo este tiempo ha sido que no había nada que discutir. Lagarde ha llegado poniendo en duda que no exista la necesidad. Es más, yo creo que hay más que discutir aquí que allí".
Los expertos coinciden en la delicadeza que se necesita para acometer una revisión estratégica por parte del BCE, que no ha hecho una desde hace 16 años, en 2003, como destacó Lagarde en la reunión a mediados de diciembre. Manuel Balmaseda destaca cómo "hay riesgo de que se intente abarcar demasiado y al final se entre en un maremágnum de discusiones, en las que no se llegue a nada", algo en lo que Gonzalo de Cadenas-Santiago coincide: "Corren el riesgo de perder credibilidad", señala.
Y es que parece que el plan de hacer un repaso a la estrategia del BCE parece que abarcará un gran abanico de cuestiones y posibles cambios. "Creo que la revisión va a ser muy amplia, tocando muchos temas, y será una decisión estratégica, en general, para evitar que la discusión se centre exclusivamente en si hay que cambiar el objetivo de inflación hacia abajo, porque la inflación ha sido baja durante mucho tiempo", explica Sergi Lanau, quien insiste en que "hay que evitar que la conclusión sea, que como no pueden hacer nada más, asumirán que el objetivo de inflación sea el 1%", destaca.
Sostenibilidad e igualdad
Dentro de la revisión estratégica que llevará a cabo el BCE, Lagarde destacó que habrá un debate sobre el aspecto de sostenibilidad, igualdad y también de la lucha contra el cambio climático.
En este aspecto, los expertos no mantienen la misma opinión sobre el papel que debe asumir el banco central de la zona euro. "Yo creo que es un error", destaca Manuel Balmaseda del Campo, quien añade cómo "el que la política fiscal no esté haciendo su trabajo, no implica que sea la monetaria la que tenga que hacerlo por él. No es su mandato, no es su trabajo y no tiene los instrumentos necesarios para hacerlo. El banco central no es democrático, son técnicos con un objetivo claro. No tiene que decidir sobre la distribución de la riqueza en un país, porque para eso tenemos un gobierno elegido por la sociedad", considera el experto.
Sergi Lanau, por su parte, considera que es una labor importante en la que tendrán que colaborar: "En un mundo ideal, otras políticas se encargarían. Si todo el mundo hace lo que tiene que hacer, serían otros quienes lo harían. Desafortunadamente, hay presión sobre los bancos centrales para encontrar soluciones a multitud de problemas, que lo abarcan todo: vivienda, desigualdad, contaminación... Creo que lo que están planteando es dar pasos pequeños, porque si no lo hacen les van a atacar más".
Miguel Otero coincide con Lanau, y genera un debate en torno a las competencias de un banquero central: "En esta línea, ¿porqué tuvo Draghi que salvar al euro? Porque los políticos no hicieron las cosas que tendrían que haber hecho a nivel fiscal para resolver el tema que había, la tensión entre los acreedores y deudores en la Unión Monetaria. Ahí se metió en un mandato que no es el suyo", algo que rebate Manuel Balmaseda del Campo: "Es su primer mandato: estabilidad del euro, y en ese momento, lo que había no era riesgo sobre la estabilidad, si no en la propia existencia del euro", considera.
No perder credibilidad
El mantener la credibilidad de la institución es una de las claves que tendrá que conseguir Lagarde durante los próximos 8 años, y no será una tarea fácil, con los cambios que parece que van a llevarse a cabo en el marco de la revisión estratégica. "Lagarde tiene el reto de conseguir incrementar la inflación, en un contexto de una arquitectura institucional europea que es incompleta, y que pone limitaciones, tanto en política monetaria, como fiscal", destaca Sergi Lanau, quien considera que "existe un reto de medio plazo, que es lidiar con el descontento generado en el mundo con las instituciones que nos han gobernado durante los últimos 30 años, que incluyen a los bancos centrales".
Para Miguel Otero, la clave estará en "conseguir mayor coordinación entre política monetaria y fiscal, y ser lo suficientemente flexible para usar todos los instrumentos que tiene el banco disponibles, sin perder la credibilidad". Para Lagarde sería un gran triunfo: "Según el eurobarómetro, el BCE no ha recuperado todavía la credibilidad que tenía antes de la crisis. Ahí hay mucho que hacer", explica el investigador del Instituto Elcano.