
Cuando se trata de Mohammad Sanusi Barkindo, secretario general de la OPEP, no no hay que fijarse en lo que dice, sino en cómo lo dice. Barkindo dio un discurso fascinante este martes en la conferencia de la Semana Internacional del Petróleo en Londres. Fue fascinante fundamentalmente porque parecía un discurso alejado de la realidad, como si viviese en un mundo diferente. En un mundo en el que la OPEP aún tuviese controlado el presente y el futuro del mercado petrolero.
El discurso comenzó con un tono decididamente defensivo a las políticas adoptadas por el grupo de países exportadores de crudo. Barkindo relató el escepticismo con el que se recibió el acuerdo de la OPEP para reducir la oferta de crudo a finales del año pasado. Porque la OPEP no tiene un historial ejemplar cuando se trata de respetar acuerdos para reducir la producción, por lo que los altos niveles de cumplimiento demostrados en enero aparentemente fueron un buen golpe en el rostro de sus detractores.
Sin embargo, ese alto índice de cumplimiento refleja en gran medida la carga desproporcionada que está asumiendo Arabia Saudí, algo que parece absolutamente insostenible a largo plazo para el miembro más importante del cártel. La OPEP está intentando hacer creer a los mercados algo que es imposible.
Un realidad muy dura
Lidiar con la realidad del mercado es lo que motivó la decisión de Arabia Saudí en 2014 de no intervenir para recortar la producción e intentar dar vida a los precios del crudo. Arabia Saudí podía ver ya en ese momento que 'resucitar' los precios del petróleo simplemente significaría ceder más cuota de mercado a la producción de shale en EEUU y dar más vida a otras amenazas como los vehículos eléctricos, por lo cual el reino dio rienda suelta a la producción.
En cambio, el acuerdo alcanzado el noviembre del año pasado fue el reconocimiento de que permitir que el mercado decida las cosas inflige demasiado daño a las economías de la OPEP y no el suficiente a los productores de Estados Unidos.
El problema fundamental de la OPEP es que muchos de sus miembros son incapaces de enfrentarse a la realidad del mercado de petróleo, una realidad que es muy diferente a la de hace décadas.
Un verdadero cártel tendría 'armas'
Un verdadero cartel que dominase la producción de crudo tendría tanto un colchón de armas adicionales y una coordinación fluida para resolver las fluctuaciones de la oferta y la demanda. La OPEP no tiene nada de esto.
La realidad de la OPEP se parece bastante a la del país del que procede Barkindo, Nigeria, un Estado miembro del cártel cuya producción tocó techo hace más de una década y que quedó liberado del acuerdo para recortar la producción por los problemas internos del país. La mala gestión de los recursos puede dejar a esos recursos inservibles.
Esta situación resta toda seriedad a los pronósticos que hizo Barkindo en Londres. La OPEP prevé que la demanda mundial de petróleo seguirá aumentando hasta 2040, además para ese año el cártel tendrá el 46% de todo ese mercado, una cifra muy optimista puesto que ahora acapara el 40%. Ese pronóstico equivaldría a 12 millones de barriles diarios más cada día de la OPEP en los próximos 25 años.
Mirando al pasado
Barkindo está usando y copiando, aunque de forma menos estridente, del tipo de mensaje que los funcionarios de la OPEP solían transmitir antes de la crisis financiera de 2008.
En 2007, por ejemplo, la OPEP predecía una demanda petrolera de casi 118 millones de barriles por día para 2030, de los cuales la organización proveería casi 60 millones. Los números han bajado, pero la previsión es la misma: "la demanda de crudo solo puede subir en el futuro y el mercado de la OPEP aumentará inexorablemente".
Es difícil que los países consumidores crean los pronósticos de la OPEP: después de todo, fue la incapacidad de la organización de prever y prepararse para el auge de la demanda de China lo que llevó a precios del crudo a superar los 100 dólares, y esto fue lo que desencadenó la expansión del shale y aceleró las iniciativas para desarrollar fuentes de energía alternativa. El discurso de Barkindo ni siquiera reconoció el impacto de la producción de shale en los mercado. El razonamiento de la OPEP es que la merma de la inversión en los últimos dos años causará inevitablemente escasez y alzas de precios.
Sin embargo, en EEUU volverá a incrementarse la inversión por parte de las firmas petroleras. Basándose en la orientación dada por los resultados trimestrales, Citigroup vaticina que el gasto de las empresas de exploración y producción subirá entre el 25 y 30% este año.
A diferencia de la OPEP, estas compañías realmente están lidiando con las "realidades vigentes del mercado". La flexibilidad de la industria en EEUU, que permite que la producción de shale se limite o se eleve de una forma más rápida que los yacimientos tradicionales. Estas firmas tienen también acceso a unos mercados de capital más grandes (y, aparentemente, más indulgentes) para amortiguar el golpe de una bajada de precios. Además, los mercados líquidos de futuros petroleros (que comenzaron a funcionar con fuerza en la década de 1980 como reacción a los impulsos controladores de la OPEP) dan a los productores la capacidad de cubrir sus flujos de caja, y seguir seguir extrayendo crudo a la vez.
En verdad, como escribió el economista especializado en el energético Phil Verleger, el excedente de reservas de crudo que la OPEP quiere erradicar, refleja el funcionamiento del mercado, mientras que este excedente de barriles es comprado por operadores que quieren asegurarse los beneficios vendiéndolos a futuro. Estas existencias, mantenidas por las fuerzas del mercado, son ahora el colchón del mercado que hace que los precios sean notablemente estables, y no la sombra de la OPEP.
Es quizás por ello que Barkindo no pudo resistirse a hacer una alusión crítica a la "especulación excesiva" al final de su discurso del martes. Después de todo, es mucho más tranquilizador vivir en un mundo en el cual sus declaraciones sean lo que realmente importa.