Legal

Alberto Castilla (EY): "Las empresas del Ibex 35 están mejor preparadas para la sostenibilidad que sus homólogas europeas"

Foto: eE

El informe de EY sobre los Estados de Información No Financiera (EINF) en empresas del Ibex 35, que cumple su séptima edición, revela que las empresas del Ibex 35 han avanzado significativamente en materia de sostenibilidad gracias a la Ley 11/2018. Según el informe, la mencionada ley ha impulsado el papel de los consejos de administración en las empresas del IBEX-35, hasta el punto de que estas compañías ya estarían alineadas en un 35% con la futura Directiva Europea de Reporte de Sostenibilidad (CSRD), que próximamente se incorporará al ordenamiento jurídico español.

Sobre la nueva normativa europea y los avances experimentados por las empresas del Ibex 35 hablamos con Alberto Castilla, socio responsable de Sostenibilidad de EY. Castilla es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, executive MBA por la Escuela de Organización Industrial (EOI) y experto en gestión de intangibles por el Instituto de Análisis de Intangibles (IAI).

¿Cuáles son los desafíos que la directiva CSRD plantea a las empresas del Ibex-35 más allá de lo que supone el mero cumplimiento normativo?

La CSRD europea implica la recopilación y el reporte de un volumen de información sin precedentes, superando los 1.000 data points del European Financial Reporting Advisory Group (Efrag). Este reto exige la implementación de tecnología adecuada, la definición de procesos claros y la asignación de roles específicos dentro de las organizaciones para gestionar eficientemente esta información. Pero la directiva va más allá del mero reporte, requiriendo una gestión activa y la adopción de decisiones estratégicas en materia de sostenibilidad. No basta con declarar objetivos de descarbonización, sino que las empresas deben traducirlos en acciones concretas e inversiones significativas, alineando estas decisiones con su narrativa de sostenibilidad.

¿Se trata de una moda pasajera o es una respuesta a una tendencia empresarial consolidada?

El origen del Global Reporting Initiative (GRI) hay que situarlo en el año 1998, a raíz del incidente del petrolero Exxon Valdez. Este suceso impulsó la necesidad de medir aspectos no económicos con impacto económico. El GRI se creó para medir estos aspectos no financieros que podían tener consecuencias económicas. A partir de este origen, se desarrollaron dos rutas: la europea y la internacional.

¿Qué diferencia hay entre la ruta europea y la internacional?

La ruta europea se caracteriza por un enfoque regulatorio directo en la estandarización de la información de sostenibilidad, con la creación del Efrag en 2001 como hito importante. La CSRD materializa este enfoque regulatorio, buscando informes de sostenibilidad comparables. La ruta internacional se asocia al International Financial Reporting Standards (IFRS), originalmente para normas contables financieras globales, pero que evolucionó para incluir normas de sostenibilidad a través del International Sustainability Standards Board (ISSB). El ISSB tiene un acuerdo con IOSCO (Organización Internacional de Comisiones de Valores), lo que implica una amplia adopción de sus estándares de divulgación no financiera, climática y de sostenibilidad a nivel mundial. Alrededor del 51% de la capitalización bursátil mundial y el 75% del PIB mundial ya han adoptado algún tipo de divulgación no financiera bajo esta influencia. La Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos también ha regulado la información no financiera, aunque su trayectoria ha estado influenciada por factores políticos.

¿Qué aporta la CSRD sobre obligaciones empresariales?

La CSRD exige un cambio radical en la forma en que las empresas entienden y abordan la sostenibilidad. Esta deja de ser una cuestión superficial o de mera imagen para convertirse en una norma contable fundamental, integrada en el ADN de la empresa. Ya no se trata de "vestirse de verde" o mostrar "buenas intenciones", sino de trasladar los conceptos de sostenibilidad al lenguaje de los números y la gestión, vinculando, por ejemplo, el cambio climático con el ahorro y la eficiencia energética. Lo esencial será la consecución de resultados tangibles en sostenibilidad, como la reducción de emisiones o el aumento de inversiones sostenibles, evaluando el progreso real en el desempeño sostenible, de forma análoga a la evaluación de la rentabilidad en la contabilidad financiera.

¿Qué retos fundamentales plantea la revisión de la directiva CSRD?

La revisión de la CSRD plantea cuatro retos fundamentales. De una parte, la recopilación y el reporte de más de 1.000 data points exige una inversión significativa en tecnología, procesos y la definición de roles internos. En segundo lugar, la directiva requiere que las empresas adopten decisiones estratégicas en materia de sostenibilidad, como la definición de objetivos de descarbonización e inversiones relacionadas, y que sean transparentes al respecto. En tercer puesto, destacamos que la CSRD, al ser una norma contable, desafía la percepción tradicional de la sostenibilidad como una cuestión de imagen o buenas intenciones, exigiendo su integración en la gestión financiera. Pero sobre todo y en cuarto lugar, lo primordial será la obtención de resultados concretos en sostenibilidad, como la reducción de emisiones o del impacto ambiental, desplazando el foco del mero reporte a la demostración de una mejora real en el desempeño.¿Cómo se compara la ley española con la CSRD en preparación empresarial?Las empresas españolas, especialmente las del Ibex 35, se encuentran mejor preparadas para la CSRD y los estándares europeos de sostenibilidad que sus homólogas europeas. Esto se debe principalmente a la experiencia previa con la Ley de información no financiera y diversidad de 2018, que ya exigía a un mayor número de empresas (más de 250 empleados) la elaboración de informes de sostenibilidad y su verificación. Esta experiencia, aunque con plazos ajustados, ha proporcionado a las empresas españolas una base para abordar los requerimientos de la nueva directiva. No obstante, la CSRD exige un volumen de información significativamente mayor, triplicando, según estimaciones, los requerimientos de la ley española, y una integración más profunda de la sostenibilidad en la estrategia y la gestión empresarial. Las empresas españolas a menudo encuentran dificultades para discernir qué información es realmente relevante, lo que puede resultar en informes extensos y poco enfocados. La CSRD requiere un análisis de materialidad más estratégico y una mayor coordinación y colaboración entre diferentes departamentos para garantizar la calidad y fiabilidad de la información, superando el enfoque más publicitario que a menudo ha caracterizado a los informes de sostenibilidad.

¿Las pymes están cumpliendo con estas obligaciones de sostenibilidad por obligación legal o por riesgo del 'compliance'?

Las pymes avanzan en sostenibilidad impulsadas principalmente por dos tipos de obligación: la regulación a corto plazo y las exigencias de sus clientes. Aunque no estén directamente sujetas a ciertas regulaciones, las pymes se ven obligadas a adoptar prácticas sostenibles para cumplir con los requisitos de sus clientes, a menudo grandes empresas sujetas a normativas de sostenibilidad o interesadas en alinear sus cadenas de valor con criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). Este requisito del cliente puede interpretarse como un riesgo de compliance indirecto, ya que su incumplimiento puede conllevar la pérdida de contratos o relaciones comerciales. En consecuencia, las pymes actúan motivadas por una u otra forma de obligación: directa (legislación) o indirecta (exigencias del mercado), lo que está estrechamente relacionado con el mantenimiento de su competitividad y la gestión de riesgos en la cadena de suministro de las grandes empresas.

¿Cuál es el objetivo subyacente de la directiva CSRD?

El objetivo subyacente de la CSRD es facilitar la canalización de recursos hacia actividades sostenibles. Para ello, la directiva busca homogeneizar la información relacionada con la sostenibilidad, de forma análoga a como las normas contables financieras estandarizan la información sobre las compañías. En el marco del Pacto Verde Europeo, la CSRD persigue que inversores, financiadores y clientes dispongan de información comparable y fiable sobre el desempeño sostenible de las empresas, permitiendo tomar decisiones informadas y orientar el capital hacia aquellas entidades con modelos de negocio más resilientes y orientados al largo plazo. Se busca, en definitiva, que los informes de sostenibilidad evolucionen desde documentos poco estructurados, como ocurre en la actualidad, hacia informes con la claridad, transparencia y comparabilidad propios de la información financiera, facilitando su verificación y uso para impulsar una economía más sostenible.

¿Cómo impacta esta Directiva en la estructura del gobierno corporativo de las empresas que conforman el Ibex?

La CSRD impulsa una mayor responsabilidad y participación del consejo de administración y sus comisiones en la gestión y supervisión de la sostenibilidad. La comisión de auditoría asume un papel clave en el aseguramiento de la información, mientras que las comisiones de sostenibilidad se enfocan en la estrategia y los objetivos. Este cambio requiere una revisión de la estructura, composición y funcionamiento del gobierno corporativo para integrar de manera efectiva los aspectos de sostenibilidad en la toma de decisiones y la gestión de la empresa. Los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) deben integrarse en el mapa de riesgos que supervisa el consejo, reconociendo su potencial impacto financiero.

¿Qué ventajas tiene la regulación para la gestión de riesgos?

La regulación obliga a las empresas a ampliar su perspectiva de riesgos, incluyendo aquellos relacionados con la sostenibilidad que antes podían ser ignorados o considerados no financieros. Al mandatar su consideración y reporte, la regulación fomenta una gestión de riesgos más completa y efectiva, protegiendo a la empresa de posibles impactos negativos tanto financieros como no financieros. La regulación actúa como un catalizador para que las empresas identifiquen, evalúen y mitiguen una gama más amplia de riesgos, contribuyendo a su resiliencia a largo plazo.

¿Cómo impulsa CSRD un modelo económico a largo plazo?

Más allá del simple cumplimiento normativo y el reporte de datos, la CSRD requiere que las empresas se centren en la gestión y la toma de decisiones que impulsen la sostenibilidad. Se plantea la pregunta de si recopilar datos es suficiente para dirigir recursos a actividades sostenibles, y la directiva responde que no, requiriendo una gestión activa y decisiones estratégicas. La norma exige transparencia no solo en los datos, sino también en las decisiones que toman las empresas en relación con la sostenibilidad. Esto obliga a las compañías a ser más conscientes del impacto a largo plazo de sus decisiones, por ejemplo, en la definición de objetivos de descarbonización y las inversiones vinculadas a ellos. Crear valor a largo plazo solo se logra así, en referencia a los principios subyacentes a la CSRD y el reporte de sostenibilidad. La directiva busca integrar la sostenibilidad como un elemento central para la prosperidad empresarial a largo plazo.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky