
La compra de Twitter por parte del magnate Elon Musk no deja de generar titulares. Pese a que el juez ya falló en su contra una primera vez, obligándole a finalizar la compra de la red social, volverá de nuevo por este asunto a los tribunales. En este caso, es su empresa, X Corp, será la demandante y el demandado es el bufete de abogados Wachtell, Lipton, Rosen & Katz, que defendió a Twitter en la anterior disputa legal.
En el requerimiento alegan que la firma se aprovechó de unos administradores "débiles" para convencerles de que les dieran una cuantiosa remuneración en el caso de conseguir que Musk finalmente cerrara la transacción. En total, se les pagó 90 millones de dólares en honorarios de los 44.000 millones de dólares que costó en total, según recoge Quartz.
De esta forma, la compañía defiende que Watchtell engañó a la directiva que estaba entonces. Estos últimos, además, aceptaron un acuerdo porque querían deshacerse de la empresa y no iban a ser ellos quienes se hicieran cargo de la factura. De hecho, señalan que la firma de abogados colaboró con ellos para realizar pagos indebidos a bufetes de confianza como Wachtell o William Savitt, designando decenas de millones de dólares en gratificaciones como honorarios por proyecto.
Musk compró Twitter por un valor de 54,2 dólares por acción. Aunque trató de salirse de la compra en el último momento, una cláusula en el preacuerdo fue determinante para que la ley le obligase a finalizar la transacción. En concreto, la disposición que estropeó los planes del magnate se llamaba "cumplimiento específico", es decir, que no cumplirlo supondría una sanción civil y la imposición de un juez de finalizar el contrato. Así, el 27 de octubre de 2022 se hizo oficial la venta de Twitter.
Los problemas económicos de Musk
La principal razón por la que Musk se echó atrás tuvo que ver con las complicaciones económicas que iba a suponer (y ahora supone) llevar a cabo la compra. En específico, tuvo que pedir varios préstamos bancarios por 12.500 millones de dólares y 7.000 millones que le cedieron inversores como Larry Ellison, de Oracle, y la polémica empresa de criptomonedas Binance.
De esta forma, la deuda que tiene Twitter asciende a 1.000 millones de dólares. De ahí, las últimas decisiones del magnate de despedir a gran parte de la plantilla, aplicar un muro de pago a los usuarios y una tarifa para aquellos que quieran tener un perfil verificado. Asimismo, ha tratado de ahorrar con unas indemnizaciones por despido más bajas de lo que corresponde y dejando de pagar el alquiler de las oficinas que tiene la empresa. El futuro se complica para una de las personas más ricas del mundo, que está tratando de sacar hasta el último dólar de donde puede.