En la primera mesa de debate del I Foro ESG de elEconomista los representantes de algunas de las compañías más destacadas de la bolsa española han explicado hasta qué punto facilita la financiación llevar a cabo una emisión que cumple con los criterios ESG.
Jesús Martínez, director de financiación y tesorería de Iberdrola, David Maroto, director de financiación de Telefónica, Susana Meseguer, directora de financiación de Repsol, Ángel Beltrán, responsable de soluciones ESG en Santander Corporate & Investment Banking, Ángel Tejada, responsable de bonos verdes y sostenibles de BBVA, y Adolfo García, responsable de financiación y aseguramiento de Endesa, explicaron hacia dónde se dirigen las estrategias de ESG de sus respectivas compañías.
La mesa dejó dos mensajes claros como conclusión: la financiación sostenible permite diversificar la base de inversores, con más demanda para las emisiones y un porcentaje cada vez mayor de inversores con perfil ESG, y también ayuda a reducir el coste de financiación, el llamado greenium en los bonos, una financiación más barata.
La búsqueda de lo verde
Los ponentes coinciden: cada vez hay más inversores que se rigen por los criterios de sostenibilidad en sus emisiones y quieren asegurarse de que el dinero se utiliza cumpliendo con sus exigencias en este sentido.
Jesús Martínez explica cómo "en 2014 teníamos entre un 20% y un 30% de inversores sostenibles, mientras que en el último bono híbrido que hemos lanzado en Iberdrola, el 82% de los inversores eran sostenibles. Es un cambio fundamental. La estrategia no sostenible ya no es estrategia, no existe. Por nuestra parte, cada día queremos ser más transparentes para que quieran invertir en nosotros".
Por otro lado, David Maroto incide en cómo "los inversores hoy miden la sostenibilidad de una empresa, y no sólo la rentabilidad. Esto está aumentando la demanda de instrumentos sostenibles". En el caso de Telefónica, "empezamos en 2018 a tener un debate sobre esta cuestión, nos hemos incorporado más tarde, pero dentro del sector de las telecomunicaciones hemos lanzado la primera emisión verde", sostiene.
Susana Meseguer hace hincapié en cómo "el boom de la financiación sostenible ha sido sustancial. Nosotros veníamos de tener un 8% de nuestra base institucional que actúa con criterios ESG, y ahora tenemos un 36%, duplicando casi la media del sector. Y ya no se trata solo de fijarse ambiciones: el inversor quiere ver cómo vas a ejecutar esta inversión", explica. Meseguer reconoce cómo la financiación verde tiene ahora un impacto en el que "te amplía la base inversora".
Ángel Beltrán destaca cómo desde su compañía "lo que vemos es que todas las entradas de fondos van destinados con algún tipo de proposición ESG, y esto implica que los bonos que se emiten con esta etiqueta tienen más demanda que los que no. El regulador se ha involucrado más activamente y entre el año pasado y este año hemos visto un aumento importante de emisiones, que tiene que ver con mayor transparencia".
Ángel Tejada reconoce que "la industria financiera hemos entendido que tenemos que actuar. Lo que hemos hecho ahora es poner esta prioridad estratégica por delante, y entender que esta transformación es un cambio disruptivo en el que tenemos una responsabilidad. Lo que esperamos es ese apetito, ese apoyo del inversor institucional, que son actores del cambio y nos tienen que ayudar a mantener la robustez e integridad en el mercado de financiación sostenible. En España se están haciendo las cosas bien", recuerda.
Adolfo García explica cómo Endesa "ya formaba parte del Dow Jones Sustainability en los años 90", y cómo "el grupo fue pionero en 2014 en colocar esta estrategia dentro de la parte central para la empresa. Desde 2015, cuando fuimos el primer grupo en poner en mercado un bono ligado a la sostenibilidad, todas las operaciones que hacemos incluyen objetivos ligados a la sostenibilidad. Desde el principio ha sido un proceso de evangelización, de trasladar un mensaje, y ahora estamos en un momento en el que los mercados te piden los objetivos de sostenibilidad".
Financiación más barata
Además del beneficio no financiero que supone, uno de los grandes atractivos de las emisiones de deuda sostenibles para las compañías es que permiten abaratar el coste, el llamado greenium, o prima por ser verde, que sigue presente en las emisiones a día de hoy.
García tiene claro que "sin duda, la financiación sostenible lo hace mucho más eficiente. El hecho de no estar en este tipo de deuda ya implica un coste financiero. Hay tanta demanda de esta financiación que se produce un greenium", explica.
Meseguer reconoce la existencia de la prima por ser verde, el greenium, pero también avisa de que "depende del momento en el que sales a mercado. La volatilidad hace muchísimo. Es algo difícil de medir". Además, insiste en que no se trata de una emisión, y santas pascuas: hay que cumplir con los compromisos. "Cuando vas al mercado sostenible pones sobre la mesa tu compromiso con la sostenibilidad, luego tienes que cumplir", incide.
El greenium, sin embargo, no ha sido una constante desde el inicio del boom de las emisiones sostenibles; o al menos, no lo ha sido para todos. Maroto explica cómo, en el caso de Telefónica, "cuando lanzamos la primera emisión, en 2019, no tuvimos ninguna ventaja en costes. Sí desde el punto de vista financiero, por la diversificación de base inversora. A día de hoy, sí observamos una ventaja de greenium, una ventaja que es mayor cuanto más subordinada es la emisión y también, por otro lado, si tiene etiqueta verde o verde puro".
Para Tejada (BBVA), el greenium es también evidente, y se benefician de ello, pero considera más importantes otros beneficios que le ofrece la emisión de deuda sostenible. "Dependiendo del momento de mercado sí que apreciamos ese greenium, y depende de la subordinación, pero creo que lo que más o menos buscamos todos es esa diversificación de la base inversora. Creo que el diferencial no debería ser actualmente el único motivo" para hacer emisiones de deuda sostenible.
Para Beltrán, "el beneficio en términos de precio es de segundo o tercer orden. Lo que sí es consistentemente un beneficio es la reducción del riesgo de ejecución que genera, por mayor nivel de demanda o demanda menos elástica". El responsable de soluciones ESG de Santander Corporate & Investment Banking hace especial hincapié en el aspecto reputacional para la entidad. "Es algo que los bancos estamos viendo bastante cerca, porque el regulador ya está aplicando test de estrés al área climática de los bancos", señala.
"Nosotros sí notamos que, en la parte de financiación verde, conseguimos una reducción de costes", explica Martínez. "Si sacamos un híbrido capital-deuda, al final, por tener un libro de 3.000 millones conseguimos rebajar el coste al 1,5%", señala.
La importancia de la 'S'
Dentro del universo del ESG, en los últimos años el gran protagonista ha sido la parte medioambiental, la E, frente a la G (gobernanza) y la S (social), pero tras la pandemia se ha producido un cambio de tendencia, y esta última parece estar ganando peso dentro del universo de las emisiones sostenibles. "Hasta la pandemia más del 80% de las emisiones con alguna etiqueta eran verdes. Durante la pandemia, las emisiones sociales, especialmente de gobiernos, se incrementaron, incluso llegando a niveles similares a los de las emisiones verdes", explica Beltrán.
Tejada coincide al señalar cómo "sin duda se está viendo la importancia de la S dentro del ESG", mientras que Maroto incide en que "hasta la fecha no se le había dado demasiada importancia", señalando cómo, por parte de Telefónica, "cuando hicimos el marco de financiación sostenible en 2018 incluimos la S: definimos 5 criterios en nuestro marco, con 3 medioambientales y 2 sociales".
Meseguer considera que las tres patas del ESG van juntas, ya que cree que "si eres fantástico en la E pero descuidas la parte social, el inversor no te va a valorar igual. Hay un bombardeo de calificaciones, de índices, información... y creo que el propio inversor termina generando su propio ráting, uno en el que te califica los tres aspectos, y como empresa tienes que cumplir los tres", insiste.
"Las empresas grandes tenemos que devolver a la sociedad lo que nos da", explica Martínez. "No sólo a los accionistas: también a los empleados y a la sociedad en su conjunto", recuerda.
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