
El mundo necesita ayuda. El cambio climático con todos sus efectos en forma de olas de calor, incendios, sequías inundaciones y todo tipo de fenómenos naturales extremos; las desigualdades económicas y sociales entre países, acrecentadas aún más a consecuencia de la pandemia por la COVID-19; el medio ambiente en peligro por el agotamiento de los recursos, la pérdida de biodiversidad o la acumulación de residuos… Hacer del planeta un lugar sostenible requiere un cambio urgente de planteamiento a nivel global, nuevos paradigmas que permitan reorientar la actividad humana, las prioridades de los estados y de las empresas. Consulte más tribunas sobre sostenibilidad en elEconomista Inversión sostenible y ESG.
Hace unas semanas se celebraba el sexto aniversario de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la hoja de ruta que Naciones Unidas ha marcado, y que compromete a todos los estados miembros, para superar los principales desafíos globales con una meta temporal fijada en el año 2030. Que exista un guión único para todos es fundamental, pues ayuda a implicar a todas las partes en una causa común. Pero no basta con concienciar: para cumplir el mayor desafío que hemos tenido nunca como humanidad hacen falta esfuerzo, compromiso y mucho dinero. Concretamente, según los expertos, haría falta destinar 6 billones de dólares cada año hasta 2030 para cumplir los ODS, es decir, entre 2 y 4 billones de dólares más al año de los que actualmente se están destinando.
¿Y de dónde sale todo ese dinero? Los gobiernos por sí solos no son capaces de asumir semejante esfuerzo económico, es evidente que resulta imprescindible movilizar recursos privados e involucrar al sistema financiero. Hay mucho capital privado en manos de fondos de inversión que apoyan a proyectos que necesitan financiación para crecer y seguir avanzando. Los emprendedores y las startups son ejemplo de ello. Pues bien, no hay proyecto más importante que el gran reto de cumplir la Agenda 2030 y hacer realidad los ODS.
Apoyar económicamente y ayudar a crecer a las empresas que se esfuerzan por generar un impacto positivo en el planeta a través de proyectos que impulsan las energías renovables, la eficiencia energética, la salud o la biotecnología, por ejemplo, supone estar impulsando el cambio que nuestro mundo necesita. Y es posible estar brindando esa importante contribución al bien común y al mismo tiempo ganar dinero, que es el objetivo de toda inversión. De eso se encarga la inversión sostenible, o inversión de impacto, que según estudios internacionales ha alcanzado crecimientos anuales de hasta el 8% en Europa y superiores al 20% en Estados Unidos en los últimos diez años.
En España vamos un poco más retrasados respecto a otros países, debido en gran medida a que tenemos, en general, un nivel de cultura financiera más bajo, y mantenemos una tendencia persistente a dejar paradas en cuentas y depósitos grandes cantidades de dinero que apenas están reportando rentabilidad. Sin embargo, existen evidencias de que la inversión de impacto está ganando cada vez más fuerza también en España, y aumentan cada día las entidades que ofrecen productos financieros de inversión sostenible.
El problema es que normalmente se dirigen sobre todo a grandes patrimonios, y no tanto al pequeño ahorrador, ese que siguen teniendo su dinero en el banco y que, con el asesoramiento adecuado, podría ponerlo a trabajar en beneficio del planeta. Gracias a la aparición de nuevos players del sector fintech, muchos pequeños y medianos ahorradores se han convertido en inversores. Ahora, tenemos que dar un paso más y ayudarles a que su dinero pueda generar un impacto social o ambiental positivo que contribuya a mejorar el mundo.
Según una encuesta realizada por Micappital entre más de 1.200 inversores habituales de perfil minorista, el 93% estaría interesado en invertir en productos capaces de conseguir ese impacto. Incluso, el 57% de ellos estaría dispuesto a renunciar a parte de su rentabilidad por saber que con su dinero está haciendo posible el cambio que tanto urge al planeta (aunque invertir en productos sostenibles no tiene por qué ser menos rentable). Pero para ello necesitan sentir la seguridad de tener alguien que les guía, que les ayuda a construir la cartera adecuada y a tomar las decisiones acertadas en cada momento.
El asesoramiento es fundamental para hacer crecer la inversión de impacto entre los pequeños y medianos ahorradores. Cuando les das las herramientas adecuadas, la respuesta es muy positiva. Un ejemplo es nuestro servicio Micappital ECO, que en sus primeros seis meses de vida logró que más de 500 personas decidieran invertir una parte de su patrimonio en productos financieros de impacto, y que a día de hoy ya tiene 3,5 millones de euros bajo gestión. Es verdad que no es mucho comparado con las grandes gestoras de patrimonios, pero es el dinero de muchos pequeños y medianos ahorradores que se han convencido de que ellos también son importantes agentes activos del cambio. Y además, han conseguido una rentabilidad media del 17% para sus ahorros.
Miguel Camiña es CEO de Micappital.