Inversión sostenible y ESG

La sostenibilidad como pilar de la estrategia empresarial

Imagen: iStock

La sostenibilidad habla de cómo hacemos las cosas, no de lo que hacemos. Habla de personas, de cuidado, de conciencia, habla de presente y de futuro.

Afortunadamente la sostenibilidad va siendo un concepto que cada vez entendemos mejor. Vamos conociendo su alcance, su importancia y envergadura. Y vamos entendiendo que incorporar la sostenibilidad como pilar de la estrategia empresarial ayuda a minimizar los riesgos y actúa como imán para atraer empleados, clientes, proveedores, financiación…

¿Por qué ha cobrado tanta importancia en el sector financiero? En 2018 se aprobó en Europa el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles. A mi modo de ver una de las iniciativas con mayor sentido para el impulso de la sostenibilidad. El plan tiene como objetivos principales reorientar el capital hacia la inversión sostenible, promover una mejora en la gestión de los riesgos extra financieros, fomentar la transparencia y el largoplacismo.

Debemos ser conscientes de que, en la evolución de los proyectos empresariales, de los negocios, o de las compañías en general, el acceso a financiación y capital es crítico para la supervivencia. El sector financiero y los inversores buscan ahora proyectos no sólo porque tengan un modelo de negocio interesante, sino por cómo hacen las cosas.

El Plan de Acción de Finanzas Sostenibles y la Directiva europea de información no financiera que entró en vigor en 2018 en España, con una Ley que modifica el Código de comercio, la Ley de sociedades de capital y la Ley de auditoría de cuentas (junto con otras iniciativas normativas posteriores), impulsan que el sector financiero y las grandes compañías tomen gradualmente conciencia de la importancia de la sostenibilidad. 

La sostenibilidad deja de ser sólo un concepto medioambiental para convertirse también en social y de buen gobierno corporativo. De hecho, se trata de alcanzar una correcta y sincera integración de la sostenibilidad en la estrategia que definen los consejos de administración, de una verdadera responsabilidad social corporativa.

La dirección es la correcta, pero ¿qué falta?:

En el sector financiero tenemos una responsabilidad fiduciaria a la hora de canalizar financiación e inversiones hacia proyectos sostenibles. 

-Respecto a la financiación, el sector tiene que evaluar los riesgos de sostenibilidad de las compañías que financia. Es fundamental la capacitación de los empleados, pero más importante es acompañar a las empresas en esa transición ordenada hacia las prácticas sostenibles. 

-Por el lado de las inversiones, el Reglamento de Divulgación de Sostenibilidad que entró en vigor en marzo de este año, requiere a las entidades financieras explicar a los clientes la diferencia entre integrar criterios de sostenibilidad (ASG) en la elección y recomendación de inversiones, de lo que son propiamente inversiones sostenibles o de impacto. Falta insistir en la labor divulgativa que debemos tener con los ahorradores, para que escojan conscientemente dónde quieren canalizar sus inversiones y que puedan determinar el grado de sostenibilidad de las mismas. 

-¡Y, muy importante!: por el lado de las inversiones en capital privado o inversiones alternativas (private equity, venture capital,…), existe esa misma responsabilidad de analizar los planes de sostenibilidad de las compañías seleccionadas. Si desde el sector financiero impulsamos esas buenas prácticas desde el origen de las empresas, estaremos potenciando el crecimiento de compañías sostenibles.

Los reguladores:

-Es necesario una normativa que homogenice los reportes y obligaciones de información, una taxonomía social (ya existe medioambiental), métricas de control que hagan los informes comparables. Es necesario una normativa que ordene con proporcionalidad y que sea integradora, no excluyente por excesiva y burocrática. Una normativa que haga tomar conciencia de la importancia de desarrollar la estrategia de negocio junto con la de sostenibilidad, integrada no diferenciada. 

En las compañías de mayor tamaño que elaboran las memorias no financieras:

-Es necesario que ayuden a la divulgación de la importancia de la sostenibilidad en toda su cadena de valor. Es decir, proveedores, clientes y en la comunidad en la que actúan.

-Que sean referencia de buenas prácticas.

-Que se integre la sostenibilidad explícitamente en la estrategia, con métricas de cumplimiento y desarrollo concretos, con impacto en las políticas de remuneración, que se conozcan y se apliquen en toda la compañía. Muchas compañías ya están ahí, pero queda camino por recorrer. 

En las compañías pequeñas y medianas, sin obligación de elaborar las memorias no financieras (el grueso del ecosistema empresarial en España): 

-Falta formación, por lo que es fundamental dar visibilidad y poner en valor la estrategia de sostenibilidad, ya que aumenta la resiliencia de las organizaciones, las prepara para el futuro, incrementa su capacidad de identificar oportunidades de negocio, reduce riesgos normativos y legales, y les brinda acceso a financiación responsable. 

-Falta que entiendan que la sostenibilidad no es sólo de los grandes. 

-Para ello es necesario formar, con nuevas capacidades, a los consejos y directivos. Igual que en los procesos de digitalización o transformación necesitamos que los empleados adquieran nuevas capacidades, en la integración de la sostenibilidad como estrategia, estos conocimientos son muy relevantes.

En las escuelas, formación profesional, formación de grado y postgrado:

-La mayor palanca de cambio hacia una sociedad sostenible es la formación. En muchas escuelas, universidades y centros de formación se está incorporando en los programas de estudio con rigor y vocación de dar una visión holística a un concepto tremendamente amplio. Debemos insistir y contribuir a la difusión de estas materias, porque para llevar la sostenibilidad a la práctica hay que partir de sólidos conocimientos de su alcance.

Y por último, todo este esfuerzo debe partir de la iniciativa pública y la privada. Las administraciones tienen la responsabilidad de entender que de la transición hacia una economía sostenible dependerá la productividad futura de la economía española y, por tanto, su capacidad de competir globalmente, de atraer inversión y de generar más empleo, más cualificado y mejor remunerado. 

Para que una empresa sea sostenible, no hay que tener sólo conciencia, hay que tener un plan. 

Sonsoles Santamaría es directora general de negocio de Tressis.
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