Todas las miradas de EEUU se centraron hoy en una sola persona: Michael Cohen, el que fuera abogado personal de Donald Trump durante una década y vicepresidente del comité de finanzas del Partido Republicano. Cohen, que se confesó culpable de fraude bancario y cumple una condena en prisión, acusó en el Congreso al presidente de violar la ley electoral y de entregar documentación falsa a su banco de confianza, el Deutsche Bank, para conseguir créditos. "Trump es un mentiroso, un estafador y un racista", dijo el exletrado.
Tras su condena, Cohen se prestó a testificar en público ante una comisión de investigación de la Cámara de Representantes que estudia las cuentas del presidente. El abogado neoyorquino mostró un cheque de Trump, por un concepto falso, con el que el magnate le devolvió el dinero que había pagado a la actriz porno Stormy Daniels por ocultar la relación que Trump y ella había mantenido. Dado que había ocurrido durante la campaña, el pago debía haberse declarado, por lo que el acto supondría un delito electoral. "El presidente es el 'individuo 1' que está siendo investigado por la Justicia", confirmó.
Otro de los puntos más relevantes de su testimonio fue denunciar que el presidente habría entregado al Deutsche Bank, el banco con el que trabajaba, documentos falsos para pedir un crédito. "Infló sus activos", dijo, aumentando su patrimonio en 4.000 millones de dólares que achacó al "valor de su marca personal". Su intención, según Cohen, era lanzar una oferta de compra sobre los Buffalo Bills, el equipo de fútbol americano.
El exabogado también aseguró que Trump fue informado por Wikileaks sobre el hackeo de documentos de la campaña de Hillary Clinton y el Partido Demócrata. "Trump supo con antelación que se iban a publicar esos documentos hackeados", aseguró. "El fiscal especial [Robert Mueller] y otras agencias del Gobierno tienen pruebas", dijo, tras confirmar que había testificado siete veces ante el fiscal que investiga el escándalo ruso. Trump "es capaz de coludir con un país extranjero para ganar. Ganar es lo único que le importa".
A este respecto, Cohen aseguró que los hijos de Trump (Ivanka y Donald Jr.) sabían sobre la construcción de una Torre Trump en Moscú, algo que el presidente había negado permanentemente. "Cada vez que hablé con ellos, unas 10 veces, informé al presidente", dijo.
Respecto a su última conversación con Trump, el exabogado advirtió de que no podía hablar sobre ella, porque hay una investigación de la fiscalía de Nueva York que está bajo secreto y que podría destapar más delitos.
Cohen admitió haber mentido al Congreso en su anterior declaración, en la que negó que Trump hubiera mantenido contactos con agentes rusos durante la campaña electoral, lo que hizo, asegura, "por una lealtad ciega" al magnate.
Ataque a la credibilidad
Los diputados republicanos se centraron en atacar la credibilidad de Cohen, recordando los delitos por los que fue condenado. Jim Jordan, el portavoz republicano, le acusó de "estar enfadado por no haber trabajado en la Casa Blanca", ante lo que Cohen dijo que "ya tenía lo que quería: ser el abogado del presidente". Cuando le dijo que no se había arrepentido de defraudar a Hacienda, Cohen respondió que "le debería dar vergüenza", porque "no hay mayor arrepentimiento que confesarme culpable e ir a prisión". Virginia Foxx le preguntó si tenía ofertas para "publicar un libro, hacer una película o hacerse tertuliano" de alguna cadena, lo que Cohen rechazó.
Y cuando el diputado Paul Gosar le acusó de ser "un mentiroso patológico que no puede diferenciar entre la verdad y la mentira", Cohen le preguntó si se refería "a mí o a Trump". "Yo he venido aquí a hablar del presidente, no de mis impuestos o mis delitos", protestó, aunque admitió que "entiendo lo que están haciendo, yo también me pasé 10 años defendiendo a Trump".